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30 años de Rosa Clará, la marca nupcial española que conquista Estados Unidos

Entre las mejores marcas de vestidos nupciales, Rosa Clará cumple 30 años en los que ha vestido a celebrities como Paula Echevarría, Antonela Roccuzzo –la mujer de Messi–, o Paulina Rubio. Te contamos su historia.

Rosa Clará fotografiada en el Pabellón Mies Van der Rohe de Barcelona. © Sergi Pons. Realización: Chabela García. Ayudante de fotografía: Anna Pérez Ortega. Estilismo: Miriam Arruga. Maquillaje y peluquería: Mónica Marmo.

Si siempre has soñado con el vestido perfecto para tu boda, lo más probable es que la firma Rosa Clará tenga uno que se asemeje. El éxito de sus vestidos de novia e invitada hacen que esta marca española se posicione entre las mejores de su categoría.

Este año se cumplen 30 años desde la apertura de su primera tienda en Barcelona. Tres décadas después, el Grupo Rosa Clará ha construido un imperio de vestidos de novia que continúa conquistando el mundo.

83 países, 140 tiendas exclusivas y más de 4.000 puntos de venta en todo el mundo confirman el éxito del grupo. No solo en nuestro país, donde cuentan con cuatro centros de actividad en los que se gestiona la producción y distribución de sus colecciones de novia y de fiesta, sino también en el extranjero, donde sus tiendas en Estados Unidos, Brasil, México, Canadá o Reino Unido ya son todo un triunfo.

Rosa Clará, con unas ventas que alcanzaron una cifra récord de 71 millones de euros en 2023, dieciséis colecciones de novia y siete de “moda cocktail” destacan a la firma como uno de los grandes grupos de referencia del sector de la moda nupcial, a nivel internacional.

El nacimiento de una gran fortuna

Rosa Clará no es solo un grupo, su triunfo viene de la creadora que bautiza la marca con su nombre. Una barcelonesa de 58 años cuyo futuro estaba destinado a convertirla en la reina de la aguja, a pesar de haber empezado a estudiar la carrera de derecho, que abandonó para crear la firma que hoy, es ya todo un imperio.

En su mente siempre habían estado en mente los negocios ya que su padre era constructor y su madre tenía una tienda de muebles: “El espíritu empresarial se vivía”. Aunque, lo que también se vivía era la moda, que ojeaba en las revistas extranjeras que compraba su madre cuando ella era más joven.

Asus 32 años, y tras haber trabajado en una empresa que le requería viajara demasiado, Clará decidió que era el momento de ser madre, y ello vino acompañado de otra hija, su primera tienda, en Barcelona. «La monté y no había pasado un año que ya tenía tres. Fue un crecimiento muy rápido, la verdad». 

En el año 2013, la diseñadora delegó su papel líder en la empresa tras reencontrarse con el amor de su vida y dar el «sí, quiero» con el empresario Josep Artigas. Pasó el testigo a Daniel Clará, su hijo y heredero, quien junto a su CEO Manuel Cano preparan la conquista del mercado estadounidense, su próxima gran apuesta.

«El mercado americano es un proyectazo. Es el crecimiento natural de nuestra empresa». La catalana contaba como el mercado norteamericano es muy extenso, ahí se pueden doblar y triplicar las facturaciones mucho más rápido que en cualquier otro lugar.

Inauguraron su primera tienda en Miami, hace diez años. Además tienen sede en Chicago y una oficina de expansión desde hace quince años en New Jersey. Hasta el momento se habían centrado en la distribución en tiendas multimarca, sin embargo, su propósito es montar tiendas propias, como hicieron en otras zonas de Europa. 

Un romance destinado

Antes de encontrar a su príncipe azul, Rosa Clará ya estuvo casada en un primer matrimonio del que resultó su hijo Daniel, quién la acaba de hacer abuela. Sin embargo, el destino de la empresaria estaba escrito desde su infancia.

Se casaron en 2013, pero Rosa Clará y Josep Artigas se conocieron muchos años atrás. Ambos veraneaban en Calella, Barceona, cuando eran niños y, de hecho, sus padres eran amigos. Los dos pasaban el verano en la Costa Brava, aún así, nunca se dieron la importancia que tendrían años después.

Perdieron el contacto y no volvieron a verse, salvo una fugaz ocasión en la que solo hubo un «hola y adiós» en el aeropuerto del Prat. No volvieron a encontrarse hasta que Artigas necesitó un favor que le llevó directo a retomar el contacto con la diseñadora. Un par de mails y una comida de agradecimiento reunieron a dos personas que, tal y como dijo Clará «Desde ese día no nos volvimos a separar».

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