"El éxito se contagia": preinscríbete para asistir al Festival Forbes 30 Under 30 España
Forbes Women

20 años de YouTube: cómo un vídeo cutre de un zoo se convirtió en una industria de 36.000 millones de dólares

Hace ahora dos décadas, YouTube nacía con el objetivo de que cualquiera pudiera compartir sus vídeos con el mundo. Lo que consiguió, sin embargo, fue cambiarlo todo.

Un joven frente a los elefantes del zoo de San Francisco no es precisamente el comienzo más épico posible, pero los 19 segundos de Me at the zoo tienen, vistos con la perspectiva del tiempo, algo del aura de La salida de los obreros de la fábrica, de los hermanos Lumière. El primer vídeo subido a YouTube, el 23 de abril de 2005, transmitía la inocencia de un momento en el que era imposible anticipar en lo que se iba a convertir una plataforma que ha cambiado no sólo los hábitos del entretenimiento, sino la propia industria del mismo. En sus dos décadas de vida, Youtube ha potenciado una industria milmillonaria, ha creado nuevas profesiones, y ha cambiado de manera significativa otras. Casi, casi como el propio cine. Y todo empezó así, con un elefante. 

El joven que hablaba a cámara en ese clip, sin saber muy bien qué decir, era Jawed Karim, uno de los tres fundadores de Youtube. Junto a Steve Chan y Chad Hurley, estos tres antiguos empleados de PayPal comenzaron a trabajar en Menlo Park, California, en una web en la que cualquiera pudiera compartir videos. Por entonces, Facebook solo tenía un año de vida, faltaba todavía un año para la llegada de Twitter, cinco para que surgiera Instagram y once para que apareciese TikTok. En un correo electrónico de febrero de 2005, Karim se lo explicaba a sus compañeros: “El timing es perfecto porque el mercado de las cámaras de video digitales está explotando”. 

Era una buena idea, pero seguramente se quedó muy corto en sus predicciones. Dos décadas después, YouTube tiene 2.700 millones de usuarios activos, que suman unas mil millones de horas de visionado de videos al día. El pasado año, la plataforma batió su récord de ingresos con 36.000 millones de dólares. ¿Cómo pudo surgir algo así de la mente de tres veinteañeros en un garaje? Como en casi todas las historias de éxito de Silicon Valley, hay bastante del don de la oportunidad, un poco de riesgo, algo de suerte y la intervención de un gigante tecnológico.

Un cambio en la historia

El periodista Mark Bergen es el autor de Like. Comment. Subscribe, uno de los libros que mejor relata el auge de YouTube. Para él, fueron varios los factores que hicieron que la plataforma pasase de ser una buena idea a una presencia constante en nuestras vidas. “Tomaron algunas decisiones de diseño inteligentes, como hacer que el reproductor fuese muy intuitivo y fácil de usar, e invirtieron enormemente en ancho de banda para mantener el sitio siempre en funcionamiento”, explica. “También estaban dispuestos a asumir riesgos con el copyright, manteniendo vídeos que eran sospechosos de incurrir en la piratería”. Esa combinación de factores hizo que YouTube ganara la partida a otros competidores que también habían visto el potencial del streaming de video, incluida la todopoderosa Google.

En enero de 2005, unos meses antes del nacimiento de YouTube, Google había lanzado Google Video, su propia plataforma de streaming. Como parte de una corporación ya enorme por entonces, su política de infracción del copyright era mucho más estricta que la de YouTube. Porque no solo los usuarios compartían vídeos generados por ellos mismos, como había imaginado Jawed Karim con las cámaras digitales, sino que todo, absolutamente todo, podía acabar en YouTube, desde un videoclip al audio de un disco o escenas de películas. Las demandas, claro, comenzaron a llegar. 

“No podemos saber qué habría pasado si Google no hubiese comprado YouTube, pero dado el tiempo que estuvo creciendo sin tener beneficios, y las demandas a las que se enfrentaba, se puede decir que Google subvencionó la expansión de Youtube durante bastante tiempo”, explica Bergen. 

En efecto, solo un año después de haber lanzado Google Video, la compañía decidió que era más sencillo comprar a la competencia que hacerle frente. El precio, 1.650 millones de dólares. Poco antes, YouTube había alcanzado uno de sus primeros hitos. “Creo que un punto de inflexión fue la viralización de un spot de Ronaldinho”, indica Bergen. Fue el primer clip que alcanzó el millón de reproducciones, y la prueba de que grandes compañías como Nike estaban más que dispuestas a utilizar la plataforma para llegar a su público. 

Las implicaciones de la posibilidad de que cualquiera pudiera compartir un video con el mundo, sin embargo, eran insospechadas e iban más allá del mero entretenimiento. YouTube se convirtió, por ejemplo, en una herramienta clave para mostrar al mundo las protestas de la primavera árabe a comienzos de la década pasada en países como Egipto, Yemen o Libia.

En el mismo año de la compra de YouTube por parte de Google, 2006, la revista Time nombró al usuario de internet como su persona del año, inaugurando oficialmente una nueva era en la manera en la que nos comunicamos. En su portada, una pantalla de ordenador mostraba la palabra you y, justo debajo, la inconfundible barra de progreso de YouTube. Su poder incluso ha molestado a algunos gobiernos: en 2014, el presidente turco Erdogan bloqueó el acceso a la plataforma en su país después de que se filtrara en ella una conversación entre altos cargos políticos y militares. 

De tutoriales caseros a estrellas millonarias

Veinte años después de sus inicios, cuesta imaginar un mundo sin YouTube. En una era en la que el streaming de vídeo se ha convertido en la opción preferencial del entretenimiento en los hogares de todo el mundo, la plataforma se ha convertido en una especie de Enciclopedia Británica visual en la que cabe todo.

“YouTube ha venido a suplir a los canales de televisión como la principal fuente de entretenimiento, y encima ha democratizado la formación de cualquier tipo”, señala Rafa Gálvez, empresario, inversor y mentor experto en la compra de empresas, marketing y ventas. “Antes, si querías aprender algo nuevo, tenías que pagar un curso en una universidad o academia. Ahora, puedes encontrar tutoriales de prácticamente cualquier cosa gratis en YouTube, desde programación hasta cómo arreglar una lavadora. Eso ha cambiado las reglas del juego”. 

Ese poder omnívoro también ha llegado a la manera en la que se consumen productos de todo tipo, no solo audiovisuales. Antes de Instagram, el fenómeno de los influencers se cocinó en YouTube, cambiando los hábitos de consumo y la manera en la que se despierta en deseo en el público. “Antes, la credibilidad y autoridad recaía solo en grandes empresas o personalidades. Ahora se ha democratizado”, sostiene Yolanda Cambra, CEO de Cero Tontería, y experta en marketing y ventas.

“Los compradores confiamos más en recomendaciones de otros usuarios que en anuncios, por lo que las marcas contratan a creadores de contenido para promocionar sus productos. La decisión de venta es emocional. Por lo tanto, tener embajadores de marca, aportando sus propias historias y emociones a una firma comercial les permite llegar a muchos más perfiles de consumidores y crear conexiones más genuinas”, añade. 

Esa democratización tanto de la creación del contenido como de la influencia en el consumo ha generado, por supuesto, toda una industria. Un ejemplo es James Stephen Donaldson, más conocido como Mr. Beast. En 2012, con solo catorce años, este chico de Carolina del Norte comenzó a compartir videos sobre videojuegos y a ganar suscriptores. Hoy es una empresa en sí mismo, con 370 millones de seguidores en YouTube y unos 85 millones de dólares de beneficios en 2024 gracias a sus varios canales de video y redes sociales. Un fenómeno que, como apunta Gálvez, implica una brecha generacional.

“Antes, si querías ser referente en algo, tenías que estudiar una carrera, trabajar años y demostrarlo. Ahora, cualquiera con carisma y un móvil puede hablar de lo que sea y tener millones de seguidores, aunque no tenga ni idea del tema. Y claro, eso genera críticas”, cuenta. “Hay de todo: creadores muy buenos que aportan valor real y otros que venden humo. Pero al final, el público no es tonto y sabe distinguir lo auténtico de lo impostado”.

Para Cambra, en este debate hay mucho de desconocimiento. “El desprecio al youtuber viene por la creencia de que gana dinero fácil sin merecerlo. Sobre todo, de personas de más edad acostumbradas a empleos tradicionales, que requieren de estudios o trabajos manuales”, explica. “La idea de ponerse delante de una cámara y grabar no les parece suficiente mérito como para obtener dinero y reconocimiento gracias a ello. Obviamente, no entienden la cantidad de trabajo, inversiones, horas, equipo humano, despliegue de medios y herramientas profesionales que hay detrás de un video de unos minutos”.

El cambio de paradigma ha afectado a todos los sectores, pero quizás con mayor incidencia a los medios de comunicación. Si alguien se pregunta por qué MTV ya apenas muestra vídeos musicales, solo tiene que mirar a la pantalla de su smartphone para obtener la respuesta. Ahora es impensable que un medio de comunicación online no utilice el vídeo como parte integral de sus contenidos.

“Los medios que han sabido adaptarse al cambio se han visto obligados a entrar en las plataformas donde ahora están sus usuarios y a amoldarse a lo que ellos esperan”, indica Cambra. “Los consumidores buscan un formato más dinámico y cercano con el que se les permita interactuar. Quieren sentirse protagonistas, no espectadores como hasta ahora”. Pero esa lucha entre lo viejo y lo nuevo no significa que uno sustituya al otro, como señala Gálvez. “Cuando la televisión llegó muchos pensaron que la radio iba a morir, y aquí sigue. Cada plataforma tiene su nicho y su audiencia, lo que pasa es que ahora están más repartidos y diversificados”.

La canción infantil que dominó el mundo

Otro de los hitos de la plataforma llegó el 15 de julio de 2012. Ese día, el rapero surcoreano PSY compartió el videoclip de su canción Gangnam Style. Lo que siguió, además de un incordio sonoro que duró varios meses, fue historia. El video se convirtió en el primero en alcanzar los 1.000 millones de reproducciones, además de demostrar que, efectivamente, ya estamos en una sociedad completamente globalizada.

“El vídeo de Gangnam Style demostró que YouTube no solo podía ser un éxito en todo el mundo, sino que también podía hacer que un vídeo creado fuera de EE UU se convirtiera en un hit global”, sostiene Mark Bergen. Desde entonces, el artista coreano ha sido superado varias veces por artistas como Luis Fonsi (su Despacito va ya por los 8.000 millones de plays) o Ed Sheeran (6.400 millones con Shape of You) en la lista de los vídeos más vistos de la historia de YouTube. Sin embargo, hay un clip que supera con mucho a cualquier otra estrella de la música del planeta, con 15.000 millones de reproducciones: la canción infantil Baby Shark Dance

Ya sea para saber cómo cambiar una lámpara de techo, para escuchar música o entretener a los niños, YouTube es una de las herramientas digitales que más han cambiado nuestros hábitos de todo tipo, incluso de maneras que no percibimos. “Ahora damos por sentado que existe un archivo gratuito de casi cualquier video imaginable”, señala Bergen. “Cuando comenzaron Youtube, sus creadores comentaban lo frustrante que era perderse una emisión en directo en la televisión. Eso ya no es un problema. Cualquier acontecimiento importante, ya sea del entretenimiento, del deporte o las noticias, acabará en algún momento en YouTube”, añade.

La trayectoria de YouTube también ha influido de manera determinante en todas las plataformas y redes sociales que han llegado después, desde las más evidentes como Twitch hasta la profusión de reels, shorts o stories que explotan el formato de video corto. Una competencia que, al menos de momento, no parece amenazar el papel de YouTube, que se ha consolidado de una manera similar a la de su compañía madre, Google, con su buscador.

“Los vídeos cortos funcionan con poco tiempo: en el metro, esperando en una cola o en un descanso rápido”, explica Rafa Gálvez. “YouTube encaja en otros momentos: cuando te sientas en el sofá por la noche o estás de viaje y tienes tiempo para ver algo más largo. Es lo mismo que ha pasado con los podcasts, que han sustituido en parte a la radio porque puedes escucharlos mientras haces otras cosas. No es que la gente quiera contenido más simple, es que cada formato tiene su momento y su espacio”, sostiene.

Como la de cualquier gigante tecnológico, la trayectoria de YouTube tampoco ha estado exenta de pasos en falso. La app YouTube Go acabó por desaparecer, su apuesta para competir con gigantes como Netflix o HBO, YouTube TV, no ha llegado a despegar, y decisiones como dejar de mostrar los votos negativos de los videos han recibido fuertes críticas, entre ellas la de su cofundador Jawed Karim, que vaticinaba en 2021 que ese era el comienzo de la decadencia de la plataforma. No ha sucedido, al menos de momento.

YouTube ha entrado a formar parte de esa serie de herramientas que se han incorporado a la vida diaria, y nada parece que la vaya a sacar de ahí. Su futuro pasa ahora, como casi todo, por la aplicación de la Inteligencia Artificial para generar videos, lo que seguramente abrirá otra ventana temporal de polémicas y demandas. Nada que no haya superado ya. Como decía el propio Karim al final de ese video, el primer vídeo, “esto es básicamente todo lo que hay que decir”.

Artículos relacionados