Cuando estalló la pandemia a Cristina San José (Zaragoza, 46 años) se le ocurrió un hobby para no volverse loca. «Siempre me gustaron los platos y las vajillas y cuando llevábamos tiempo encerrados empecé a montar unas mesas muy cuidadas», asegura esta matemática que trabaja como Chief Credit Officer de Banco Santander.
Lo que empezó como un hobby terminó igualmente en locura (parece que nadie iba a poder escapar): llegó a acumular 70 vajillas que fue comprando a través webs, apps y casas de subastas. Cuando se quedó sin sitio en casa, empezó a acumular su tesoro en la cochera.

Su obsesión coleccionista la llevó a visitar mercadillos en Francia y cuando ya no tenía espacio ni en la cochera convenció a sus amigas para que se sumaran a su fiebre coleccionista. ¿Y qué podía hacer una mente científica con un material tan desbordante? Ordenarlo, clasificarlo y sacar datos.
Platos que cuentan una historia
Así nació Vajillistas, 275 años de señoras fieras y platos bonitos (Ed. El Viso) un libro donde San José ha hecho un análisis histórico-sociológico sobre los derechos de la mujer a través de los platos: «Cuanto más liberal era la época, menos historiada era la decoración de la vajilla. Y viceversa». Así se dio cuenta que en la época de las Sufragistas predominaban los platos blancos y lisos; en la década de los 50, cuando se acabó la II Guerra Mundial y las mujeres salieron de las fábricas para convertirse en amas de casa, las vajillas empezaron a llenarse de flores rosas; la explosión sexual de los años 70 devolvió sobriedad a platos y fuentes y las flores volvieron salvajemente en los años en que gobernaban Ronald Reagan y Margaret Thatcher. La propia Dama de Hierro era una ferviente coleccionista de vajillas y a lo largo de la historia ha habido importantes mecenas porcelanistas, como María Antonieta o Josefina Bonaparte.
El libro, un coffee table book de casi 400 páginas, cuenta con historias y personajes fascinantes. De todas las piezas que atesora sus favoritas son las de cerámica degenerada –aquellas obras que el gobierno Nazi consideraba que atentaban contra el régimen y terminaban confiscadas o destruidas–.

Una de sus favoritas son las diseñadas por la judía Eva Zeisel, una alfarera húngara de la Bauhaus que en los años 30 elaboró unas vajillas modernísimas de colores chillones.
¿Y con semejante colección invita a mucha gente a cenar a casa? «Mis favoritos son los brunch, un formato que te permite sacar la vajilla entera: desde las tazas hasta fuentes y
platos». Esta matemática lo tiene todo calculado.