Forbes Women

Mercedes Martín, presentadora del tiempo en Antena 3 viaja a la Antártida y nos lo cuenta en primera persona

La expedición Homeward Bound Transform reúne a 124 científicas en la Antártida para crear comunidad y cuestionar cómo se toman las decisiones políticas. Hoy Mercedes Martín, meteoróloga y presentadora del tiempo en Antena 3 nos cuenta cómo fue su experiencia en este viaje único.

Homeward Bound es un programa internacional de liderazgo para mujeres y personas no binarias en STEMM (ciencia, tecnología, ingeniería, matemáticas y medicina). Se formó en 2016 con el objetivo de fortalecer su liderazgo en la toma de decisiones globales, con un enfoque en la crisis climática y la sostenibilidad.

En esta ocasión 124 mujeres se juntaron en la Antártida del 28 de enero al 12 de febrero de 2025. Las temperaturas en la Antártida varían entre -5°C y 2°C, aunque la sensación térmica disminuye con el viento, la combinación entre el frío y la humedad provocó que se vieran envueltas en escarcha. Entre ellas se encontraba Mercedes Martín, quién nos cuenta de primera mano su experiencia en esta expedición única.

El bullicio del barco contrasta con el exterior. La Antártida se extiende ante nosotras en un silencio majestuoso, solo interrumpido por el estruendo de los glaciares al resquebrajarse. Aquí, donde el hielo ha sido testigo de eras climáticas y transformaciones planetarias, nos encontramos 124 mujeres, de 23 nacionalidades distintas, todas con formación en STEMM (ciencia, tecnología, ingeniería, matemáticas y medicina). Hemos sido seleccionadas para la expedición Homeward Bound Transform. Nuestra presencia es una declaración de intenciones. El liderazgo, la ciencia y el medioambiente convergen en este rincón remoto del planeta en una misión que busca cuestionar y redibujar las estructuras de poder en la toma de decisiones. 

Las conversaciones se entrelazan con el vaivén de las olas. En este viaje, cada conversación, cada mirada y cada pregunta están cargadas de significado. Durante estos doce días, nos hemos preguntado cómo reconciliar la evidencia científica con la lentitud de la acción política o qué estrategias necesitamos para que la sostenibilidad no sea solo una meta, sino una realidad estructural. Acaban de terminar los talleres sobre multiculturalismo, estrategia personal y descarbonización. Es la hora del café. Nos llaman para la foto oficial y, entre el barullo, busco a Nad Kattan, audióloga de Arabia Saudí y mi compañera de camarote en esta travesía. Subimos a la quinta planta. Chaqueta roja, gorro negro. Todo listo. 

Antes de volver a cubierta, pasamos por la biblioteca y encontramos a Gosia Korbas, física polaca con una carrera dedicada al estudio de los contaminantes. Ha aplicado técnicas de sincrotrón para analizar la especiación y distribución del mercurio en organismos, desde larvas de pez cebra hasta grandes ballenas piloto. Pero hoy, sobre la mesa, tiene su cuaderno de acuarelas. Con trazos precisos, está pintando la foca de Weddell que vimos esta misma mañana. Su mirada, de un azul intenso y concentrada, no es solo la de una artista, sino la de una científica que examina cada detalle, como si a través del arte buscara captar lo que la ciencia no puede medir. 

Ciencia y liderazgo en un mundo en crisis

El frío nos recibe al salir a cubierta. El sol brilla sin calentar. Caminamos hacia la popa, donde algunas compañeras ya han empezado a reunirse para la foto. Un grupo de australianas llena de energía el ambiente. Entre ellas, destaca Christine Lamont, ecóloga marina. Por una vez, la veo sin su inseparable cámara, esa que siempre lleva al hombro junto con un teleobjetivo que le abarca todo el brazo. Su labor principal se centra en la investigación de aves; aunque, en la actualidad, está dedicada a desarrollar estudios sobre el entorno marino con el fin de evaluar y mitigar el impacto ambiental de los proyectos de energía eólica en Australia. 

Consciente de los efectos del cambio climático, Christine advierte de que ya está alterando la distribución de muchas especies. “Algunas, como los pingüinos papúa (Gentoo), han logrado adaptarse y sus poblaciones siguen aumentando, mientras que otras, como los Adelia, están en declive”, me comentó durante una salida en zodiac, mientras encuadraba con precisión a una cría de pingüino visiblemente estresada por el calor en la colonia. “Y esto es solo el comienzo de los cambios significativos que ocurrirán a medida que las temperaturas continúen aumentando”, añadió en voz baja. 

Liz Rickman, médica integral y activista climática desde los años 70, observa el horizonte con los hombros ligeramente encorvados y la lucidez de quien entiende la urgencia del momento. Me alegra verla. Apenas ha aparecido en las zonas comunes en los últimos días. Todavía lleva mascarilla: un resfriado la ha mantenido apartada. Su trayectoria conecta salud, derechos humanos y crisis ambiental. En una de nuestras conversaciones, su tono reflejaba preocupación: “La crisis climática también es una crisis de salud. Estamos viendo más enfermedades, más desastres naturales y comunidades que no tienen los recursos para adaptarse”. 

Junto a la escalerilla del barco, una de las españolas, Edith Guedella, experta en ingeniería regenerativa. Ella desafía la rigidez de la industria de la construcción, aún anclada en modelos obsoletos. Su voz es firme: «El sector debe adaptarse al futuro o no habrá futuro. Edificamos infraestructuras que facilitan la vida de las personas; pero, si queremos que sean verdaderamente sostenibles, debemos repensarlas desde la base». Christine asiente y añade: «Sabemos lo que hay que hacer en materia de energías renovables, pero la transición es demasiado lenta porque los intereses económicos siguen marcando el ritmo de la acción climática. Las grandes compañías de combustibles fósiles están explorando opciones para la transición, pero la realidad es que, a corto plazo, los números no les favorecen económicamente». 

El reto de transformar el conocimiento en acción

Siguen llegando más mujeres a la foto. Jennifer Verduin, oceanógrafa, trabaja con praderas marinas para capturar carbono y restaurar ecosistemas. Además, es profesora universitaria. Es de los perfiles que más me han interesado desde el principio, probablemente por mi formación en océanos. Siempre que tengo ocasión, hablamos sobre el mar y, en una comida, después de la sesión sobre impacto ambiental, me aseguró: «La ciencia no es solo teoría, es salir al campo, ver los problemas de primera mano y probar soluciones. Esto es especialmente importante para los desafíos ambientales, donde es clave entender los sistemas en su conjunto. Nuestros océanos están profundamente interconectados: lo que sucede en un lugar puede tener repercusiones a nivel global. Nuestra forma de enseñar la ciencia también debería reflejar también esta interconexión”. 

Al tiempo que espero a que todas se sitúen, recuerdo una conversación en el comedor con Edith. Hablamos de las barreras invisibles, esas que no siempre se reflejan en cifras pero que se sienten en cada reunión, en cada toma de decisiones. “Todavía hay un paternalismo arraigado, pero hay que seguir empujando”, me dijo con firmeza, dejando la cuchara sobre el plato: “La sostenibilidad no se logrará sin transformar la forma en la que tomamos decisiones». Katharina Heil, alemana afincada en Barcelona, que había estado escuchando, asintió antes de responder: «No basta con producir conocimiento, hay que garantizar que sea accesible y aplicable». Lo indicó con la convicción de quien ha dedicado su carrera a conectar la ciencia con las personas. 

Cercana y siempre dispuesta a escuchar, Heil conecta a científicas de toda Europa para desarrollar estándares, servicios y formación en ciencias de la vida. Lucha por la democratización del conocimiento y la integración de enfoques abiertos e interdisciplinarios, convencida de que el acceso a la información es clave para la transformación global. Es un momento complicado. Hay compañeras que no han dejado de estar pendientes de sus teléfonos. Entre susurros y miradas de preocupación, me entero de que algunas de ellas han recibido noticias desde EE.UU.: se recortan los fondos para sus proyectos de investigación. 

Mientras esperamos a que lleguen todas, algunas se quedan observando el paisaje. La Antártida es un lugar que no solo impresiona, sino que interpela. «No basta con estudiar los cambios del planeta, tenemos que traducirlos en acciones concretas», dice Katharina Heil, reflexionando sobre cómo la educación debe cambiar la forma en la que enseñamos ciencia y liderazgo. “Nos formamos para liderar, pero eso no es solo estar en la mesa de decisiones, sino transformar el proceso en sí mismo», señala Jennifer Verduin. La interdisciplina, la colaboración y la transparencia son claves para cambiar la manera en la que se definen estrategias. «No basta con estudiar los cambios del planeta, tenemos que traducirlos en decisiones concretas», dice Katharina. Nad, mi compañera de cuarto, añade: «Las próximas generaciones dependen de que nuestro liderazgo sea real, que tenga impacto y que no se quede solo en teoría”. 

Este viaje no ha sido solo un aprendizaje. Ha sido una transformación. No volvemos siendo las mismas, porque lo que hemos visto y sentido aquí nos ha cambiado para siempre. La Antártida no se explica, se experimenta. Y una vez que te atraviesa, ya no hay marcha atrás. La fotógrafa nos pide que nos juntemos un poco más. Nos acomodamos. ¿Listas?

Integrantes de la expedición Homeward Bound en la Antártida. Foto cedida.

Artículos relacionados