Jenny Guerrero nació en Portoviejo, Ecuador, hace 33 años. Pero aquel lugar ya queda lejos. A los 10 años llegó a Ibiza, «un día de primavera, en plena celebración de una feria medieval. Fue amor a primera vista», confiesa esta diseñadora que llegó al oficio de casualidad. O por necesidad. Unos problemas de espalda hicieron que usara corsés ortopédicos para corregir su postura, despertando en ella la curiosidad por crear sus propios corsés.
«Creé una pequeña colección de corsés sin saber que estaba estableciendo las bases de mi vínculo con la moda», comenta todavía atónita. De aquella oportunidad empresarial que se brindó a sí misma han pasado muchos años, los mismos que hace que se sentó en la máquina de coser de su tía para dar forma a sus creaciones. Se confiesa autodidacta. «La gran mayoría de las prendas las confecciono, las diseño y las coso yo. Es un trabajo 100% artesanal que me pertenece», dice.
Aprendida la técnica y con varios diseños para uso personal ya en el armario, otra nueva dirección se abrió en su camino. «En 2010 me apunté al concurso de jóvenes diseñadores de Moda Adlib. Allí presenté esta colección de seis vestidos-corsé, con tan buena suerte que llamaron la atención del público. Puede que por venir de alguien autodidacta, con la libertad expresada en las piezas», reflexiona. Un estilo diferente a lo que la industria presentaba sobre la pasarela.
Esto mismo debió pensar Claudia Schiffer, la top model de los 90 que en la Navidad de 2023 se antojó de uno de estos vestidos al verlo expuesto en una tienda mientras paseaba por las calles de Londres. Aunque no fue la única. Sin ir más lejos, este año la cantante Katy Perry alquiló uno durante su paso por el Mercado Artesanal Agora, Six Senses.
Con un estilo muy personal, su apetito por seguir aprendiendo y perfeccionando la creatividad le ha llevado a desarrollar diferentes vestidos-corsé. «Siempre me ha gustado disfrazarme, pero no como el performance de una fiesta, sino por atreverme a llevar prendas menos convencionales», comenta poco antes de recordar que en 2015 se fijó en ella uno de los directores de Acid Sunday. Su look fue tal descubrimiento que durante años trabajó para Heart Ibiza (propiedad de los hermanos Adrià y Circo del Sol) como estilista y diseñadora. Luego llegaron otras marcas. WooMoon, Storytellers, El Baile, Annie’s Ibiza, entre muchas otras. Pero su trabajo para eventos y fiestas le hizo darse cuenta de una cosa: estos espectáculos necesitaban una moda sin disfraces y ella estaba dispuesta a ser la artífice. En solitario.
Es así como nace Jenny in Ibiland, una marca de origen artesanal y futuro prometedor. «Creé una línea de fiesta, pero también otra más Adlib, que equilibra muy bien con la parte más diurna de la isla», reconoce. Y continúa: «Ahora, el siguiente objetivo es seguir siendo una marca artesanal, sostenible, que llegue al mundo entero». Lo conseguirá, porque estos diseños que homenajean a la Ibiza de los 70 y 80, con estampados que reflejan las bolas de la disco, haciendo vibrar a la persona que lleva el vestido, no pueden quedar atrapados en la isla del Mediterráneo.
