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Lorenzo Queipo de Llano, el decorador que encandiló a Carolina Herrera

El aristócrata Lorenzo Queipo de Llano se ha saltado todas las reglas. Tras vivir en África 15 años se convirtió en decorador y sus originales diseños causaron furor. Un libro cuenta su historia.

Carolina Herrera junto a Queipo de LLano. Foto cedida.

En 1993 Lorenzo Queipo de Llano (Madrid, 66 años), hijo del conde de Toreno y descendiente del liberal José María Queipo de Llano, uno de los artífices de la Constitución de 1812, aterrizó en Madrid con todas las pertenencias que había acumulado durante casi 15 años de vida en África. Entre ellas, el mobiliario de su casa en Kenia, mapas, mesas, sillas, camas, telas y miles de objetos con los que se instaló en una corrala del Madrid más castizo y la transformó, a su manera, en un perfecto lodge del Massai Mara. Él mismo había diseñado y construido aquellos muebles en unos talleres cercanos a Nairobi, y encontró con ellos un estilo propio, mezcla de colonial y local.

Lo que a él le parecía la forma de vida más normal, a todo el que llegaba a su casa (mucha gente muy importante) le parecía extraordinario. Un día su madre apareció con Carolina Herrera que quedó boquiabierta con su estilo. Al día siguiente recibió una llamada que le cambió la vida: la diseñadora le encargó la mesa de su despacho de Nueva York. Estuvieron horas diseñándola juntos y ese fue el inicio de todo lo que vendría después.

Lorenzo Queipo de Llano en los años que vivió en África. Foto cedida

Lorenzo emprendió un proyecto que dura hasta hoy y que se traduce en cientos de diseños, encargos, espacios, casas privadas o locales, todos ellos unidos por un deseo y una premisa importante: sacar el alma a la decoración. Un alma que se encapsula en su lecturas y en sus fantasías que le acompañan desde niño y que se desarrolla a través de sus viajes a lo largo del mundo africano y asiático y se percibe en todos sus hogares: cuatro casas y un camión que acondicionó y en el que vivió durante años durante su etapa africana.

Y es que contra todo pronóstico sensato, Lorenzo llegó a este mundo tan cerrado y exclusivo, como el de la decoración, sin ninguna preparación técnica  y sin pretensiones de decorador, pero ha encontrado su sitio. 

Portada del libro, editorial El Viso.