Forjar un nuevo camino es un trabajo duro. Es tan desalentador que la mayoría ni siquiera lo intenta. Para los pioneros, la subida es siempre más empinada, las barreras más altas, los cráteres más grandes y la resistencia más fuerte. Pero cuando, por fin, se alcanza el objetivo, es mucho más gratificante. No sólo por haber conseguido algo, sino también por haber forjado un nuevo camino para que otros lo sigan. Ninguna medalla puede superar esta sensación de logro. Pocos encarnan este tumultuoso viaje con tanta fuerza como Eileen Collins (Elmira, Nueva York, 68 años) la primera mujer piloto y comandante de un transbordador espacial de la NASA.
Su autobiografía me cautivó hace años, y este fin de semana, el documental Spacewoman –aún sin fecha de estreno en España– dio vida a su increíble historia en la gran pantalla. Dirigida por Hannah Berryman y producida por Natasha Dack Ojumu y Keith Haviland, esta película íntima y auténtica ofrece una visión cruda y sin filtros de lo que supone –y los sacrificios que exige– ser la primera.
El viaje de Eileen Collins comenzó en Elmira, Nueva York, donde creció en un hogar marcado por la pobreza y la inestabilidad. Desde muy joven soñó con volar para escapar de su difícil vida familiar. Trabajó en silencio y con diligencia durante años para ahorrar dinero para sus clases de vuelo, aceptando cualquier trabajo a tiempo parcial que encontraba mientras aún era estudiante. Limpiaba los pasillos de su instituto como conserje y ayudaba a los clientes en una tienda de artículos para el hogar. Para ella, ningún trabajo era demasiado servil, ningún esfuerzo demasiado grande. A los 19 años, tras años de determinación, consiguió ahorrar lo suficiente para tomar sus primeras clases de vuelo, un momento crucial que la encaminó hacia la grandeza.
Las Fuerzas Aéreas de EE.UU. admiten mujeres piloto
Cuando las Fuerzas Aéreas de Estados Unidos abrieron sus puertas a las mujeres piloto, Collins fue una de las primeras de la fila, aprovechando una oportunidad que había estado fuera del alcance de generaciones de mujeres. La discriminación y el acoso manifiestos y encubiertos a los que se enfrentó como una de las primeras mujeres en un entorno abrumadoramente masculino no la desanimaron. Al contrario, se redobló y siguió adelante.
La NASA acudió a la llamada
Su viaje alcanzó nuevas cotas cuando la NASA la seleccionó para ser la primera mujer piloto de un transbordador. Pilotar el transbordador era una hazaña con la que sólo unos pocos podían soñar, y mucho menos conseguir. Pero Collins no se detuvo ahí. Tras sus dos primeras misiones, se convirtió en la primera mujer comandante de un transbordador espacial de la NASA, un logro monumental que inspiró a innumerables mujeres y niñas a seguir carreras en STEM. (Lea mi artículo en Forbes sobre la primera mujer comandante de la Estación Espacial Internacional de la NASA).
El documental ofrece una visión íntima de la vida de Collins más allá de la cabina. Los vídeos caseros la muestran corriendo a los entrenamientos del transbordador espacial después de dar de comer y jugar con su hijo pequeño por la mañana, y explicando a su hija pequeña que iba a ir al espacio de nuevo, incluso después de haber perdido recientemente a unos amigos en una terrible tragedia del transbordador espacial. Se puede sentir a Collins luchando por encontrar las mejores palabras para comunicar esta noticia a su hija, lo que da a la película una profundidad que no se consigue leyendo sobre la vida de Collins.
Viajar al espacio tras la catástrofe del Columbia
La cuarta y última misión de Eileen Collins coincidió con el trágico desastre del Columbia. Lo que se suponía que iba a ser una misión rutinaria se convirtió en cualquier cosa menos eso. Con una avería crítica que amenazaba la misión, Collins y su tripulación se enfrentaron a maniobras de alto riesgo y arriesgadas caminatas espaciales. Su actitud tranquila y su liderazgo preciso guiaron a su equipo hacia la seguridad, consolidando su legado como comandante que prosperó bajo presión. Estas escenas subrayan un mensaje clave de la película: Eileen Collins no sólo fue una gran comandante, sino una gran comandante, y punto.
Spacewoman no rehúye la carga emocional y física de ser la primera.
A través de entrevistas con colegas como la Dra. Cady Coleman y el Dr. Charlie Camarda, así como con familiares de Collins, el documental capta el coste de ser pionera al tiempo que celebra los techos de cristal que Collins rompió una y otra vez.
La historia de Eileen Collins es una historia de coraje, perseverancia y una increíble gracia bajo el fuego. Es un ejemplo de lo que significa abrir camino, superar retos e inspirar a otros a soñar más alto. Al final, Spacewoman es más que un documental: es una llamada a la acción. Nos recuerda que, con valor y trabajo, ningún sueño, por inalcanzable que sea, es imposible.