La administración Trump ha derribado un techo de cristal antes siquiera de dar los primeros pasos. Susie Wiles (67 años), con su genuino aspecto de abuelita repostera, será la primera mujer en ocupar el puesto clave de Jefa de Gabinete del próximo 47º presidente de EE.UU. Este cargo de máxima confianza de Trump se lo ha ganado a pulso, co-dirigiendo la exitosa campaña política que ha llevado al millonario neoyorquino de nuevo a la Casa Blanca.
Para el público europeo, la campaña de Donald Trump puede parecer un cúmulo de despropósitos. Sin embargo, se trata de una máquina perfectamente engrasada para dominar el centro del debate. Como decía Roger Stone, el agente provocador favorito de la nueva derecha, la política de Trump está dirigida a un público poco sofisticado mediante mensajes sencillos repetidos hasta la saciedad, teniendo muy claro que su verdadera competencia no es su oponente demócrata, en este caso Kamala Harris, sino el porno, Netflix y los videojuegos. En este contexto, se entiende la película de terror de los inmigrantes haitianos que se comen las mascotas de los ciudadanos norteamericanos. Logra galvanizar la conversación global, introduce el tema caliente de la inmigración y ataca el corazón de los votantes que aman más a sus perros que a sus vecinos. Que sea cierto o no, claramente, es algo secundario.
La elección de Susie Wilse como jefa de Gabinete es una prueba más de que, a pesar de las apariencias, en el movimiento trumpista poco o nada está dejado al azar. Su figura funciona como un contrapunto del propio presidente: una mujer con cuarenta años de carrera como consultora y estratega política (empezó en la campaña de Ronald Reagan), siempre en el ámbito republicano y sobre todo en Florida, donde es considerada, como escribió la revista Político, “la agente política más temida de EE.UU.”. En ese mismo reportaje, el periodista Michael Kruse comenta sobre la personalidad de Wilse: “su poder se siente más que se ve”, delimitando su zona de influencia a lo que sucede entre bastidores.
En la noche electoral fue una de las pocas personas invitadas por Donald Trump a compartir escenario. Lo hizo junto al otro director de campaña, Chris LaCivita, pero dejó a él todo el discurso y ella optó por mantener silencio. Otros comentaristas afinan más: “es una auténtica abuela ninja” por sus formas suaves y su voluntad implacable.
Para quienes no hayan visto la famosa serie de finales de los 90, El ala oeste de la Casa Blanca de Aaron Sorkin, el cargo de Jefa de Gabinete tiene entre sus funciones activar la agenda política del presidente, monitorizar la relación entre las distintas administraciones y los líderes de congreso, y comandar un ejército de asesores. Por supuesto, al tratarse de una posición de máxima confianza del presidente, es el canal autorizado para su acceso. Pero en el caso de Donald Trump, su cometido va más allá. No en vano, en la red LinkedIn, la propia Wilse afirma que su intención es “crear orden en el caos” y “dar vueltas a situaciones y percepciones”. Por lo visto, es toda una maestra de las filtraciones.
Wilse entró en contacto con Trump en 2015 en su torre de Manhattan y enseguida la fichó para la operación de convertir a Florida en un estado republicano. En 2018 ayudó a Ron DeSantis en su campaña para ser gobernador, pero una vez que lo consiguió, desconfió de ella y logró echarla de su entorno. Sin embargo, el presidente decidió recuperarla para dirigir su campaña y, visto lo visto, no se equivocaba. “Susie es dura, inteligente, innovadora y universalmente admirada y respetada”, ha dicho de ella Donald Trump.
Entre los retos a los que se enfrenta está evitar que las intrigas palaciegas afecten al presidente. Dicen que una de las condiciones que le puso a Trump para aceptar el cargo era que “la gente no pueda entrar en la Casa Blanca como si fuera un circo”. Veremos si consigue su objetivo