En un mundo donde no hay límites, París 2024 ha sido testigo de un evento que desafía todas las expectativas: mujeres embarazadas compitiendo en los Juegos Olímpicos. Esto es un poderoso recordatorio de que el deporte y la maternidad no son mutuamente excluyentes. Sin embargo, aunque los Juegos Olímpicos han captado la atención global, no es la primera vez que atletas embarazadas compiten al más alto nivel.
Touchée!
Una de las deportistas de los Juegos Olímpicos de París 2024 es Nada Hafez, de 26 años, una esgrimista egipcia embarazada de siete meses. Hafez hizo historia al desafiar los límites físicos y sociales, demostrando que el embarazo no es un obstáculo para ella. Graduada en medicina por la Universidad del Cairo, perdió en octavos de final contra la coreana Jeon Hayoung. La verdadera revelación llegó llegó después, a través de sus redes sociales: «¡Éramos yo, mi oponente y mi bebé que aún no ha llegado a este mundo!». Y añadió: «La montaña rusa del embarazo es dura por sí sola, pero tener que luchar por mantener el equilibrio entre la vida y los deportes fue extenuante, pero valió la pena!».
¡Diana!
Por otro lado, Yaylagul Ramazanova, de 34 años, arquera de Azerbaiyán y embarazada de seis meses y medio, también dejó una huella imborrable en París 2024. Compitió en tiro con arco con una precisión y enfoque que desafiaron todas las expectativas. Aunque fue eliminada en dieciseisavos frente a la alemana M. Kroppen, su participación en los Juegos Olímpicos rompió con todas las barreras.
Aunque la valentía de Nada Hafez y Yaylagul Ramazanova es innegable, no son las primeras en demostrar que el embarazo no es una barrera para la competencia en los Juegos Olímpicos. A lo largo de la historia, varias atletas han roto estereotipos y han competido embarazadas, demostrando que la maternidad y el deporte de élite pueden ir de la mano.
¡Apunten, fuego!
Katherina Kurkova Emmons, tiradora checa, compitió en los Juegos Olímpicos de Pekín 2008, con 25 años, ganó el oro en 10 metros rifle de aire, mientras estaba embarazada. Su habilidad y precisión fueron evidentes a pesar de las circunstancias.
El gran desliz
En los Juegos Olímpicos de Invierno de Vancouver 2010, Kerstin Szymkowiak, piloto alemana de skeleton (trineo simple o sencillo que se practica en los JJOO de invierno), con 33 años, compitió mientras estaba en las primeras etapas de su embarazo, y consiguió medalla de plata, perdiendo contra la deportista británica, Amy Williams. A pesar de las intensas exigencias físicas de su deporte, Szymkowiak demostró que las mujeres embarazadas pueden enfrentarse a cualquier reto.
La pionera
La saltadora de trampolín estadounidense Juno Stover-Irwin, con 23 años, participó en los Juegos Olímpicos de Helsinki 1952, no consiguió el oro, que en este caso se lo llevó Pat Mccormick, pero si que se llevó la medalla de bronce. En su época, su decisión fue vista como una increíble muestra de dedicación y amor por su deporte, rompiendo barreras y redefiniendo lo que una mujer puede lograr.
Al galope
Anky van Grunsven, la jinete holandesa que estando embarazada de 5 meses ganó la medalla de oro con 36 años en los Juegos Olímpicos de Atenas en 2004.
¡Gol!
En los Juegos Olímpicos de Atlanta 1996, la lanzadora estadounidense Michelle Granger compitió en softball con 35 años mientras estaba embarazada, mostrando al mundo que la maternidad no la detendría en su búsqueda del oro.
Pim, pam, pum
Nur Suryani Binti Mohamed Taibi, la tiradora malasia, compitió en el tiro con rifle de aire comprimido desde 10 metros, con 29 años y estando embarazada de 8 meses en los Juegos Olímpicos de Londres 2012. Quedó en el puesto 47, llevándose el oro la británica Peter Robert Russell Wilson.
Tira el blanco
Por último, en los Juegos Olímpicos de Sídney 2000, la arquera alemana Cornelia Pfohl, la joven de 29 años compitió durante las primeras semanas de su embarazo. Pfohl demostró que la precisión y la concentración necesarias para el tiro con arco no se ven disminuidas por el embarazo. De manera individual quedó en el puesto número 24, frente a la coreana Mi-Jin Yun, sin embargo, en equipos, junto al equipo alemán, quedaron en tercer puesto llevándose la medalla de bronce, por detrás nuevamente del equipo coreano que se llevó el oro.
No solo en los Juegos Olímpicos hemos visto ejemplos de estas mujeres inspiradoras. El mundo del deporte tiene otros ejemplos destacados
Ganadora nata
Serena Williams, que ganó el Open de Australia en 2017 mientras estaba embarazada de ocho semanas. La victoria de la americana, consiguiendo así el oro con 36 años, fue una de las más impresionantes de su carrera, se convirtió en un símbolo de la capacidad inquebrantable de las mujeres atletas.
Imparable
Otro ejemplo reciente es el de Anna Rohrer, corredora estadounidense de larga distancia de 27 años, que a sus 23 semanas de embarazo, ganó su categoría en los 21K del «500 Festival Mini Marathon». La hazaña de Rohrer subraya que la maternidad no es un límite.
Las mujeres embarazadas que compiten en el deporte de élite nos muestran que las barreras físicas y sociales no las detienen. Lo que hemos visto en París, y en Juegos Olímpicos anteriores, es una prueba clara de que la búsqueda de la excelencia deportiva no tiene por qué verse interrumpida por la maternidad. Estos ejemplos son un testimonio de su fuerza y determinación para seguir compitiendo y redefinir lo que significa ser una atleta.