Este último año, Emma Navarro (Charleston, Estados Unidos, 23 años) ha disfrutado de un ascenso meteórico en el ranking de tenis. A principios de 2023 ocupaba el puesto 149 del mundo y en tan solo año y medio ha llegado al puesto 17 de la lista de mejores jugadoras del mundo. Ahora compite en Wimbledon donde acaba de ganar a Naomi Osaka, antigua número 1 del mundo. Wimbledon se celebra en Londres hasta el próximo 14 de julio, un día significativo en la historia de Francia. Emma jugará su próximo partido este jueves contra la francesa Diane Parry.
«No sé si podría poner palabras a las emociones pero han sido muchos años de preparación. Mi entrenador y yo hemos estado juntos durante ocho años. Probablemente hace seis o siete esperaba ser una buena jugadora universitaria. Eso ya iba a ser lo suficientemente bueno para mí. Así que estar aquí ahora, es realmente una locura», confesaba la jugadora durante el Open de Australia de este año.
La pasión de Emma y sus tres hermanos por el tenis y el deporte en general les viene de cuna. Su padre es el magnate estadounidense Ben Navarro –uno de los ocho hijos del famoso entrenador de fútbol americano Frank Navarro–, y dueño del torneo de Charleston del circuito de tenis.
Esta temporada su hija Emma ha ganado un millón de euros con este deporte aunque la fortuna que amasa su padre es mucho mayor: 1500 millones de dólares, más que las fortunas de Roger Federer (550 millones), Novak Djokovic (240 millones) y Rafa Nadal (220 millones) juntos.
Ben Navarro, ex vicepresidente de Citigroup, fundó Sherman Financial Group en 1998 y lo convirtió en un imperio de tarjetas de crédito y cobro de deudas. Uno de los activos clave de Sherman es el prestamista Credit One, con sede en Las Vegas, que dice haber distribuido más de 18 millones de tarjetas de crédito hasta la fecha. A pesar de tener un nombre y un logotipo casi idénticos al más conocido Capital One Bank, la firma de Navarro es completamente independiente y atiende principalmente a prestatarios con bajo nivel de crédito. Forbes le estima una fortuna de 1500 millones de dólares.
Ben vive en Charleston, Carolina del Sur, donde se ha convertido en un gran benefactor de la ciudad y la gente y autoridades lo consideran un auténtico héroe local. Entre sus iniciativas ha sido la de crear hace 15 años las escuelas público-privadas Meeting Street Academy, una escuelas independientes, basadas en la comunidad, que atienden a estudiantes de entornos desfavorecidos para brindarles el mismo nivel de calidad educativa que experimentaron los propios hijos de Navarro.
Desde 2021, ha gastado más de 350 millones de dólares en la compra de propiedades alrededor de Charleston, incluido un estadio y el hotel más grande de la ciudad. Como hizo en su día Amancio Ortega con la Hípica Casas Novas, construida para que su hija Marta Ortega pudiera practicar su deporte favorito, Navarro ha hecho un guiño parecido a su niña: desembolsó casi 300 millones de dólares en 2022 para comprar el Western & Southern Open, un importante torneo de tenis. Su hermana Meggie, por cierto, también es una prometedora jugadora de tenis. “El tenis ha brindado un lugar para que nuestros hijos aprendan una ética de trabajo, desarrollen amistad a través de la lucha compartida y aprendan a manejar la decepción, la derrota y, a veces, incluso la injusticia”, contaba el magnate en una entrevista. Su pasión por el deporte le llevó a intentar comprar los Carolina Panthers en 2018 –un equipo profesional de fútbol americano–, pero perdió ante el magnate de los fondos de cobertura David Tepper.
Por ahora el tenis le está haciendo rica, pero aún le quedan muchos partidos para alcanzar la cuenta corriente de su padre.