La biblioteca Gabriel García Márquez se inauguró en mayo de 2022 y no para de acumular condecoraciones. En 2023 ganó el premio internacional a la Mejor Biblioteca Pública nueva, otorgado por la Federación Internacional de Asociaciones de Bibliotecarios y Bibliotecas (IFLA) y en 2024 Elena Orte (Madrid, 43 años), y su socio se han alzado con el Premio Mies van der Rohe 2024 de Arquitectura Contemporánea, el más prestigioso de Europa. Una de las artífices de este luminoso y acogedor edificio, una construcción de 4000 metros cuadrados que recuerda más a un agradable salón que a un construcción abierta al público por donde pululan miles de usuarios al día, es la arquitecta Elena Orte (Madrid, 39 años) una mujer rubia y bien parecida que lleva la arquitectura en las venas. Elena se siente más cómoda con un casco de obra que con unos tacones aunque su agraciado físico le ha traído más disgustos que alegrías en un sector demasiado masculino.
Cuenta que en su sector hay mucho machismo. ¿A qué se debe?
No es muy habitual ver mujeres en la obra porque los estudios de arquitectura ese rol lo asume el hombre. Es un entorno muy duro para una mujer, muy masculinizado. Los primeros meses siempre lo paso fatal, hasta que demuestras que tu palabra tiene valor. A un hombre eso no le pasa. Todo el mundo sabe que es el director de obra y nadie pone en duda su palabra ni sus conocimientos.
¿Le ocurrió en la Biblioteca de Gabriel García Márquez?
Mi socio y yo nos dividimos las obras porque es un trabajo muy intenso. La obra de la biblioteca de Barcelona la llevé yo. Era un edificio muy complejo y tardé en ganarme el respeto.
¿Qué le dicen cuando la ven llegar?
Yo cumplo todos los clichés. Soy rubia, mujer… Tengo que tener mucho cuidado con cómo voy vestida… Cumplo todos los prejuicios que puedas tener en una mujer. En la obra he escuchado comentarios de vergüenza.
¿Qué tipo de comentarios?
Por ejemplo, estamos en una discusión super acalorada debatiendo sobre algo que la constructora no quiere ejecutar y que yo creo que se tiene que hacer como digo. Después de media hora discutiendo, mi interlocutor me dice: ‘Es que me pones muy cachondo cuando te enfadas’. Hubo una obra en Madrid que me planté. Dije que hasta que no cambiase el jefe de obra no seguiría trabajando. El trato era vergonzoso. Ni me miraba a la cara cuando hablaba.
¿Y cuando superan los obstáculos?
Hay muy pocas mujeres a las que les guste la obra. A mí me encanta. Una vez que consigo que me respeten, todo va muy bien, porque las mujeres tenemos una forma de escuchar y de generar maneras de entendimiento diferentes. En las obras que yo dirijo hay mucho consenso entre las partes: el propietario, la constructora, los arquitectos… Se inculca otra manera de dialogar. Se puede discutir de una manera muy varonil y otra más empática o solidaria.
Cuando Elena recibió la llamada para contarle que su estudio había ganado el concurso de la Biblioteca García Márquez estaba haciendo la compra en Mercadona y pegó un grito de alegría que se escuchó hasta en Macondo. Era el año 2015; tenía 34 años.
¿Por qué se presentaron al concurso?
Nos apasionan las bibliotecas. Habíamos ganado otro proyecto en Fuerteventura para hacer una pero nos desvinculamos de la obra porque modificaron el proyecto sin nuestro consentimiento… No compartíamos la manera de proceder. Se ha construido una especie de Frankenstein.
¿De dónde viene vuestra pasión por las bibliotecas?
Hemos sido usuarios desde pequeños y seguimos siendo. Nos encanta como espacio de socialización y nos gusta el papel que cumplen en la sociedad. Son una especie de centro de conexión social.
La madera es fundamental en vuestra obra. ¿A qué se debe?
Todo empezó en 2010 a raíz de este concurso de las Islas Canarias. Empezamos a trabajar con madera estructural (la que cumple los requisitos técnicos para la construcción), un material que no se usaba en España. Nos interesó por sus implicaciones de sostenibilidad y medioambientales, así como la calidad y calidez que le da a los espacios. En nuestra generación la madera no se estudiaba en la carrera, solo como material para rehabilitación de edificios antiguos como iglesias.
¿Sois autodidactas entonces?
Sí, todo ha sido autoaprendizaje. Fuimos estudiando y analizando ese material poco a poco y nos seleccionaron para la biblioteca central de Helsinki. Ahí aprendimos muchísimo. Había cerca de 500 y pico propuestas y solo cinco pasaron a la segunda fase, nosotros entre ellos. Desarrollamos un proyecto muy chulo y quedamos segundos. Nos dieron el premio del público pero no del jurado. Fue una experiencia fundamental. Ahí aprendimos todos los conocimientos técnicos de la madera y a cómo tratar la madera estructural.
¿Y luego llegó Barcelona?
Cuando ganamos el concurso de Barcelona empezamos a trabajar con un departamento del Ayuntamiento que se encarga de las bibliotecas. Comentamos nuestra experiencia previa y nos dejaron hacer una investigación sobre cómo debía ser la biblioteca del siglo XXI. Se implantaron nuevos usos y eso es lo que hicimos en la García Marquez.
¿Qué nuevos usos añadisteis?
Hicimos una catalogación de cómo la manera de sentarte influye en la manera en la que memorizas e interactuas con la cultura. No es lo mismo una silla, un sofá, un puf, un sillón con orejas… En la biblioteca están todos representados. Hay espacios más flexibles, con posibilidades de sentarse muy diferentes, no solo las clásicas mesas rígidas con sillas.
En 2007 se produjo la crisis del ladrillo y vuestra profesión se devaluó mucho. ¿Cómo lo vivisteis?
Afortunadamente no nos afectó. En ese momento acabamos de ganar dos concursos que se mantuvieron en el tiempo. Además nos fuimos a vivir a Nueva York para hacer un master de arquitectura avanzada en la universidad de Columbia. Fueron dos años intensos. Vivimos la caída de Lehman Brothers y cuando Obama ganó las elecciones, dos hitos históricos.
¿Cómo se puede reconocer vuestro trabajo? ¿Cuál es vuestra principal característica?
Yo creo que se nos reconoce mucho por las estructuras de madera. Nuestras construcciones son diferentes porque aprendimos de forma autodidacta y veníamos sin prejuicios ni referentes. Nuestras viviendas son muy distintas de las habituales.
¿Cómo son? ¿Qué tienen de diferente?
Our Shelves houses es una cooperativa de viviendas que nosotros pusimos en marcha y que se inauguró en 2022. Son duplex, con espacios escalonados, visiones cruzadas, dormitorios y salones visibles desde todas partes… Cada casa es distinta, hecha como un traje a medida de cada familia. Ese proyecto también ha ganado varios premios y está bastante publicado.
¿Cuál es vuestro próximo proyecto?
La rehabilitación de un molino de mareas en Santander. Es un molino que está al borde del mar que aprovecha la marea del Cantábrico para hacer girar una rueda para moler la harina. Es un encargo privado para alguien que quiere rehabilitar para un uso turístico.
Vuestro estudio cumple 20 años en 2025. ¿Cómo ha sido vuestra evolución?
No nos hemos saltado ningún paso. De trabajos pequeños y poco a poco hemos ido evolucionando. Los concursos se nos dieron bien, tuvimos suerte de ganar varios de vivienda pública y hemos ido poquito a poquito creciendo y mejorando, con mucho esfuerzo, mucho trabajo y mucha pasión. Tenemos poca obra pero nos dedicamos en cuerpo y alma en ella.
Para terminar ¿Cuál es tu libro favorito de García Márquez?
Hemos leído bastantes pero Cien años de soledad es imbatible.