Mar Targarona (Barcelona, 71 años) quiso ser directora de cine desde los cuatro años, después de ver una película que para ella fue básica. «Simbad y la princesa. Tenía unos efectos especiales que me dejaron enamorada», nos cuenta hoy recordando a aquella niña que, fascinada, pidió una cámara a los Reyes que por supuesto no le trajeron. No se rindió. Cuando llegó la hora de estudiar se formó en cine a pesar de la resistencia de sus padres, horrorizados con la idea de que su hija eligiera una profesión «de putas y maricones». Su aterrizaje en la profesión se encuentra en las antípodas de la que ha vivido su hija, la productora Marina Padró (Madrid, 41 años) que mamó la pasión del cine desde que tiene recuerdo. «Cuando mis padres trabajaban los fines de semana nos llevaban a mí y a mi hermano con ellos. Crecimos en ese mundo de cámaras, platós, actores…».
Los Padró-Targarona son una familia de cine, en el sentido más literal de la palabra. Mar conoció a su marido Joaquín Padró en Los Angeles y en 1991 fundaron la productora Rodar y Rodar que ha firmado éxitos como El Orfanato, primer triunfo de J.A. Bayona, Los ojos de Julia, de Guillem Morales, El cuerpo, de Oriol Paulo o El fotógrafo de Mathausen, protagonizada por Mario Casas y dirigida por la propia Mar. A esta lista ahora hay que añadir Mala persona, una comedia dirigida por Fer García-Ruiz y protagonizada por Arturo Valls y Malena Alterio que promete en convertirse en el hit del verano. La peli, que se estrena este miércoles, cuenta la historia de un buen hombre (Arturo Valls) que se va a morir y decide hacer todo tipo de maldades para que cuando falte no le echen de menos. Una comedia divertidísima que podría convertirse en la nueva Ocho apellidos vascos. Al menos anoche, durante el preestreno, a veces las risas no dejaban oír los diálogos.
Pasión por la dirección
«A mi madre le fascina dirigir. Después de un rodaje los realizadores suelen quedarse una semana en coma pero ella parece que ha estado en un balneario», comenta Marina. A Mar, en efecto, crear historias le apasiona: «Cuando tienes una idea en la cabeza, te va comiendo el coco y te obsesionas. Es como si medio cerebro dejara de funcionar y solo está vivo el creativo. Se me olvida todo». En ese modo está ahora con sus dos próximos proyectos: el thriller Atascada, sobre una señora que tiene un accidente de coche y se queda atascada en un acantilado mientras va descubriendo que hay un complot detrás; y Caso Folbigg sobre la vida de la científica española Carola García de Vinuesa, quien demostró que los cuatro hijos de la australiana Kathleen Folbigg, condenada a 25 años de cárcel por matar a sus bebés, habían fallecido realmente de muerte natural.
Aunque el cine siempre estuvo en el subconsciente de esta familia, los inicios de Rodar y Rodar se centraron en la publicidad, una industria que en la década de los 80 y 90 movía mucho dinero. «Los anuncios españoles eran increíbles. Nosotros ganamos un Grand Prix en el festival Cannes Lions (los Oscar de la publicidad)», comenta con orgullo Targarona mientras recuerda la temática: una monja, un pene de Jesús en la cruz y un pegamento de porcelana. También firmaron un anuncio mítico de la Agencia Antidroga de un gusano subiendo por la nariz de un consumidor de cocaína (si eres un boomer lo recordarás perfectamente).
Aunque su gran éxito publicitario consistió en rodar los anuncios de Freixenet durante diez años. Gracias a ellos trabajaron con estrellas como Christopher Reeves –»Mi hermano y yo nos hicimos una foto con él. Yo sin palabras porque me encantaba y mi hermano enfadado porque no llevaba su traje de Superman», cuenta Marina divertida–; o Paul Newman, por quien se desplazaron hasta Kansas City donde estaba rodando El color del dinero con un joven y aún desconocido Tom Cruise. «No tenía muchas ganas de salir en el anuncio e insistía para que pusiéramos a su compañero de reparto en su lugar, «un chico con mucho talento y muy prometedor», recuerda Targarona quien, por supuesto, se inmortalizó junto a Paul Newman (y pasó de aquel chico tan talentoso y prometedor).
Cuando la industria de la publicidad empezó a flojear decidieron centrarse en su verdadera pasión: el cine. No les faltaba cantera. Para sus anuncios contaban con un pull de realizadores cuya ambición era hacer largos –entre los que estaba J.A. Bayona–, y habían arrancado un taller de guiones que estuvo en marcha 15 años y cuyo gran impulsor fue Daniel Padró, el más interesado de la familia en esta parte del proceso.
Mar es consciente de que el cine parece fácil aunque sabe lo difícil que es conseguir que un largo funcione: «Casi un milagro». Le gustan las películas donde los actores pueden lucirse y uno de sus referentes es Billy Wilder: «Ahí no hay coches que vuelan. Todo es puro talento». Aunque para ella lo importante es tener una buena historia: «Los americanos te meten en las pelis a diferencia de los europeos donde a veces tienes que hacer el esfuerzo de entrar tú», concluye. Como Simbad y la princesa en la que Mar entró a los cuatro años y aún no ha salido.