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Mucho dinero y un secuestro: así es la vida de Charlene de Carvalho-Heineken, reina de la cerveza

Es la persona más rica de su país y una de las más ricas del mundo. La vida de Charlene de Carvalho-Heneiken, dueña de la empresa que fundó su bisabuelo, está llena de aventuras. Y de litros de cerveza. Este año cumple 70
Michel de Carvalho, su mujer Charlene de Carvalho-Heineken y Charles Finch en un evento en Harry's Bar de Londres, en 2014. 

De joven estudió Fotografía, Derecho y Arquitectura y su primer trabajo lo desempeñó en una agencia de publicidad. Charlene de Carvalho-Heneiken (Países Bajos, 70 años) siempre fue una persona tímida, introvertida y un poco solitaria. Según contó ella misma en una de sus escasas entrevistas ofrecida a la revista Fortune, de niña era “incapaz de mirar a la gente a la cara”. También le daba vergüenza ver su apellido en todos los bares de Holanda aunque gracias a él se convirtiera en una de las mujeres más ricas del mundo. Fue en 2002, tras fallecer su padre, Alfred ‘Freddy’ Heineken, cuando esta hija única se convirtió en la reina de la cerveza y recibió de la reina Beatriz de Holanda el título de mujer más rica de los Países Bajos. Su padre le dejó más del 20% de la compañía, lo que la convirtió en una de las mujeres más acaudaladas del mundo según Forbes

Freddy había convertido la empresa familiar en una auténtica máquina de hacer dinero. Y eso que cuando llegó a la empresa distaba mucho de ser el directivo serio y eficiente en el que luego se convirtió. Su abuelo, el fundador de la compañía, no creía en él. Le consideraba mediocre en sus estudios escolares, por lo que, irritado, le hizo entrar a trabajar en la entonces más pequeña fábrica como botones. Así, en 1942, a los 18 años, Alfred Heineken comenzaría a escalar su carrera empresarial, pasando por toda una variedad de cargos y llegando a tomar las riendas siete años después. Aquel estudiante resultó ser un empresario sin parangón y bajo su mandato, la empresa familiar se ha desarrollado sobremanera, convirtiéndose en la cuarta cervecera del mundo. Con el mercado europeo bien asegurado, la estrategia de este hombre fue ampliar sus horizontes y salir a la conquista de otros mundos, al comercializar la cerveza Heineken primero en Estados Unidos y luego en Asia y en África.

En 1988 Charlene entró a formar parte de la compañía como directora ejecutiva y miembro de la junta pero no fue hasta la muerte de su padre cuando decidió dar un paso al frente y tomar realmente los mandos. Su marido, el empresario, exactor y exdeportista, Michel de Carvalho, conocido por haber interpretado el papel del niño Farraj en la película Lawrence en Arabia, también forma parte de la junta. Charlene y Michel se casaron en Suiza en 1983 y se instalaron en Londres, donde ella se centró el cuidado de sus cinco hijos: Alexander Alfred, de 39 años; Louisa Lucille, de 39; las gemelas Isabel Catherine y Sophie Charlene, 37; y el benjamín, Charles Andrew, de 34.

Un marido polifacético

Hijo de padre brasileño y madre inglesa, Michel de Carvalho aprendió a esquiar mientras estudiaba en la escuela en Suiza. Fue su habilidad para este deporte lo que llevó al productor de cine Michael Balcon a elegirlo para un pequeño papel en la premiada película Corazón dividido (1954). Esto lo llevó a una breve pero exitosa carrera en Hollywood bajo el nombre de Michel Ray, en la que asumió el papel principal en la película ganadora del Oscar El bravo (1956) y también protagonizó junto a Henry Fonda y Anthony Perkins en el western Cazador de forajidos (1961). Se retiró de la actuación en 1962 tras interpretar el papel del niño árabe “Faraj” en el clásico Lawrence de Arabia (1962).

De Carvalho se graduó en Ciencias Empresariales en la Universidad de Harvard y durante la siguiente década combinó su carrera empresarial y deportiva. Fue miembro del equipo británico de esquí alpino a finales de los años 60 y luego, junto con su compañero esquiador Jeremy Palmer-Tompkinson, se pasó al trineo. 

En su carrera empresarial trabajó para White Weld & Co, Rothschild y Credit Suisse y se convirtió en multimillonario gracias a sus inversiones en los mercados de Londres. En 1995 se convirtió en el primer miembro no japonés de la junta directiva de la firma de corretaje japonesa Nikko Securities.

Un secuestro cambió su vida

Además de su marido, con quien lleva casada 40 años, su padre fue el otro gran hombre de la vida de Charlene. Aunque Freddy no fue un animal político, siempre tuvo buenos amigos en las altas esferas y era amigo íntimo de la familia real holandesa. También mantenía relaciones muy estrechas con Rainiero de Mónaco y su familia y en Mónaco, de hecho, tenía atracado su yate, Something Cool. La vida de Freddy transcurría tranquila y feliz hasta una noche de noviembre de 1983, cuando todo se fue por unos días al traste. Ocurrió a la salida de su empresa, en Ámsterdam, cuando se dirigía hacia su coche donde le esperaba su chófer y un grupo de encapuchados lo asaltó y, tras una breve pelea, lo metió en una furgoneta de reparto junto a su chófer. Se suponía que el secuestro duraría sólo 48 horas, pero se prolongó durante unos agónicos 21 días. El episodio terminó tras el pago de un rescate millonario –35 millones de florines holandeses el equivalente a 81 millones de dólares–.

La madre de Charlene siempre fue una persona discreta que salió irremediablemente a la luz tras el secuestro de su marido. Martha Lucille Heineken-Cummins fue una mujer muy estilosa que en su juventud trabajó brevemente como modelo. Era hija de un fabricante de bourbon de Kentucky y fue precisamente en su ciudad donde Martha y Freddy se conocieron cuando este trabajaba como repartidor de cerveza, obedeciendo las órdenes de su abuelo de conocer la empresa desde abajo. La pareja se casó en 1948, justo antes de que Freddy regresara a su país natal. «Celebramos nuestra luna de miel en el barco a los Países Bajos», solía contar ella. Falleció en 2020 a los 95 años.