¿Sabías que usar correctamente las manos mientras te comunicas puede aumentar la efectividad de tu mensaje hasta en un 60%? Este es sólo un ejemplo de cómo podemos comunicarnos sin utilizar palabras. De hecho, antes de que existiera la palabra, nuestros antepasados se comunicaban eficazmente a través del uso de un idioma que sigue siendo fundamental en nuestra comunicación de todos los días. Y ese es el lenguaje corporal.
¿Qué es el lenguaje corporal?
Psychology Today describe el lenguaje corporal como una «orquesta silenciosa«. Mensajes no verbales, incluidos movimientos corporales, expresiones faciales, tono y volumen vocal, manifestaciones de emoción, gestos con las manos, movimientos y posturas que dan pistas sobre lo que pensamos y sentimos. Todas estas señales se registran en el cerebro humano de tu audiencia casi de inmediato, y colorea la forma en que te perciben y la forma en que se interpreta la información que compartes.
Maestras de la comunicación indirecta
A través de nuestros cuerpos nos comunicamos todo el tiempo. Hay mujeres que dominan perfectamente estas habilidades corporales comunicativas, lo que hace que la comunicación sea más efectiva, más impactante y atractiva. En estos vídeos, se aprecian ciertas herramientas muy útiles para conseguir este alto nivel de difusión de información.
1. Las manos como pistas
Los gestos con las manos añaden énfasis, pero para que sean efectivos deben estar sincronizados con lo que estás diciendo. Usar las manos de cualquier forma que no esté relacionada con tu mensaje sólo distraerá.
En este vídeo, Carla Harris de Morgan Stanley comparte consejos profesionales y comienza con el gesto más fácil con las manos: usar los dedos para contar. Los oradores eficaces utilizan los gestos correspondientes con los dedos de una mano cada vez que enumeran una lista. Esto informa al oyente que se avecina una lista, ayuda a organizar la información y facilita recordar el contenido.
2. Los ojos como guía
Oprah Winfrey gana el premio al mejor contacto visual. El contacto visual te conecta con el oyente y le hace sentir que estás hablando con él. Pero hay un matiz e interpretación en cada forma de contacto visual. Si examinas la habitación demasiado rápido, transmitirás una sensación de nerviosismo. Si miras demasiado tiempo a los ojos de alguien, es posible que se sienta incómodo.
En este video, Winfrey hace un gran trabajo dividiendo la habitación en 3 secciones. Mira atentamente cada sección mientras completa una frase. Luego pasa a otra frase y a otra sección. Alrededor de los 30 segundos del clip, ella se quita las gafas, eliminando la barrera entre ella y su audiencia para que realmente puedan verse «cara a cara».
3. La puesta en escena, da vida al discurso
Ver a alguien simplemente pararse en un podio y leer un discurso puede ser una receta segura para el aburrimiento. Lily Singh es un gran ejemplo de mujer que sabe moverse con eficacia en el escenario. En esta charla TED sobre igualdad de género, la actriz pionera no camina, lo que puede transmitir una sensación de nerviosismo. Más bien, se mueve intencionalmente, deteniéndose en un lugar para terminar enfáticamente su pensamiento. Cuando pasa a la siguiente parte de una historia o comienza un nuevo pensamiento, reanuda su movimiento.
Singh también demuestra una forma eficaz de utilizar accesorios en el escenario. Mientras habla de «tomar asiento en la mesa» (alrededor del minuto 7:45), se acerca a la mesa y la silla en el escenario y dice: «Y recuerdo haber pensado ahora… ahora, me han invitado a la mesa grande y ahora las cosas serán diferentes. Así que tomé asiento”. Y con eso, Singh se sentó con confianza en lo que parece ser simplemente un accesorio en un escenario.
4. Rostros que enganchan
Debido a que las expresiones faciales son una de las formas más obvias de comunicación no verbal, pueden ser muy impactantes o incluso distraer. Para hacerlo bien, tus expresiones faciales deben complementar tu contenido. Y, lo que es más importante, es importante que modifiques tus expresiones faciales a lo largo de tu charla para mantener a tu audiencia interesada y conectada.
Michelle Obama es una experta en usar su rostro para conectarse con su audiencia y enviar su mensaje a casa. En su discurso final como Primera Dama, comienza con un tono algo serio hasta que dice: “Entonces, todos los jóvenes en esta sala y aquellos que están mirando sepan que este país les pertenece”. Y con eso, suaviza su rostro y ofrece una sonrisa cálida y tranquilizadora. Ella retoma un tono serio y levanta las cejas mientras dice: “Si tú o tus padres son inmigrantes, que sepan que son parte de una orgullosa tradición estadounidense”. Y luego: “Con mucho trabajo duro y una buena educación, todo es posible. Incluso llegar a ser presidente”. Y con eso, se suaviza y ofrece al público una sonrisa amplia y genuina.
5. Postura ‘mujer maravilla’
Cuando tu abuela te decía de pequeña que te pusieras recto o que te sentaras derecho, es posible que no fuera mal encaminada. La postura es muy importante.
Ocupar espacio te hace parecer más relevante, como un pavo real, más formidable, más como un experto. Por el contrario, las posturas que te hacen más pequeño disminuyen tu impacto. Evite cruzar los brazos sobre el pecho o encorvarse; eso te hace parecer pequeño y cerrado, lo que crea una barrera con tu audiencia.
Una opción sencilla es asumir una versión de la postura de la ‘mujer maravilla‘: las piernas ligeramente separadas, los hombros hacia atrás y las manos con confianza en las caderas o en los bolsillos. Esto no sólo te hará parecer segura, sino que también ayudará a nivelar el desequilibrio de altura que muchas mujeres sienten cuando están rodeadas de hombres y te dará una sensación de poder. Reese Witherspoon y Beyonce, son dos estrellas que clavan esa pose cada vez que se colocan delante de los focos.
El lenguaje corporal es tan importante como lo que se dice cuando se trata de una comunicación eficaz. Entonces, mientras prepara sus comentarios o se prepara para una conversación importante, tómese un tiempo para coreografiar las partes no verbales de su charla. Es la diferencia entre ser simplemente un buen orador y ser un gran orador.