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De Picasso a Dalí: cuando Coco Chanel convirtió su apartamento en el epicentro de la intelectualidad

Así fue la historia de amor que Coco Chanel mantuvo con sus libros y con la intelectualidad de su época.

En el segundo piso del 31 de la parisina rue Cambon instaló Gabrielle Chanel su apartamento. Allí creó una decoración atemporal, barroca y armoniosa. La invitación más especial a emprender un viaje que refleja sus amistades artísticas y abre las puertas a su imaginación. Dividido en cuatro habitaciones [aseos, hall de entrada, estudio, comedor y salón], fue en esta instancia donde la diseñadora se retiraba para trabajar, leer, soñar despierta, almorzar, descansar y recibir a su entorno más íntimo. El lugar en el que vivía durante el día antes de regresar a su habitación en el Hotel Ritz para pasar las noches. Cada rincón de su morada le despertó una vibración distinta, pero fue en el salón donde reposaban la mayoría de sus objetos favoritos. Los más especiales, sus libros. Esta sala fue el corazón de su hogar. Sentada en un sofá de ante de color beige, con cojines acolchados –como el diseño del icónico bolso 2.55 de la marca– y de proporciones extraordinarias para que fuera lo suficientemente cómodo para leer, trabajar y dar rienda suelta a su espíritu creativo, Coco Chanel puso en marcha un acontecimiento recreativo que desde 2021 revive la estela que dejó.

Sin saber que años más tarde de su desaparición sus buenas artes seguirían practicándose, aquellos encuentros con amigos en ese salón han sido recuperados por la Maison para homenajear a la mujer que puso la libertad de estilo en el mapa.

Fueron muchos los rostros conocidos que formaron parte de su círculo de amigos. Pablo Picasso, Salvador Dalí, Jean Cocteau, Colette, Igor Stravinski y Sergei Diaghilev, entre otros muchos, fueron personas asiduas a pasar las tardes en ese salón junto a la diseñadora. Reuniones exclusivas que se conocían como encuentros literarios, por su alto contenido de conversaciones dedicadas a los libros más inspiradores para la sociedad. También se leyeron pasajes que la propia Coco Chanel consideraba de vital importancia para entender determinados momentos de la vida. 

La razón de esta obsesión de aires culturales estaba en su infancia. Desde el orfanato de Aubazine por el que le tocó pasar hasta la intimidad en este apartamento, la creativa nunca estuvo sin libros. Llenaron su vida y ella les devolvió el favor recurriendo a ellos para dotarse de fuerza y crear su imperio, marca de referencia mundial en exclusividad. Puso a dialogar la moda y la literatura sin utilizar palabras, sólo su aguja. Más tarde y durante 35 años, Karl Lagerfeld continuó con la tradición. Y, ahora, es la propia Casa y una de las amigas y portavoces de la marca, Carlota Casiraghi, quienes recuperan la tradición con la creación de una serie de encuentros literarios que perpetúan la audacia y la independencia que siempre cultivó, además de servir de homenaje a la cultura. 

Bajo el nombre ‘Rendez-vous littéraires rue Cambon’ la firma recupera estas reuniones de amigos. Adaptando su filosofía al siglo XXI, con temáticas de contenido muy variadas y con la voz de la mujer como protagonsita. Estas charlas acogen a escritoras, actrices, otras amigas, embajadoras y portavoces de la Casa, para leer, discutir y compartir su perspectiva única sobre su propio trabajo o el de otras figuras históricas o contemporáneas que han servido de inspiración para ser quienes son. Sus lecturas, conversaciones, entrevistas inéditas y secretos se recogen en las plataformas de la marca.  

«Los libros han sido mis mejores amigos», dijo una vez Coco Chanel. Algo que no ofendió a sus otros mejores amigos, a quienes, por cierto, entretuvo en su salón de la manera más inteligente: invitándoles a pastas y a pensar.