«Hace tiempo que mi cuerpo, anda loco anda suelto y no lo puedo frenar». Canta en su canción Caliente, caliente Raffaella Carrá (Bolonia, 1943). Letra que hace de manifiesto cómo la primera showgirl europea de la televisión comenzó a deslumbrar y triunfar con su gran carisma, y cómo nadie ni nada la pudo parar hasta el día de su muerte. En el año 2021 fallece de cáncer de pulmón. Ella murió pero no su legado. Su influencia atravesó fronteras, y su fenómeno conquistó el mundo. Una mujer que sabía bailar, cantar, interpretar, hablar y hacer espectáculo todo lo que tocaba. A través de su gran personalidad y profesionalidad se convirtió en un icono, en aquella italiana que enamoró España con su pelo de corte bob platino y sus monos brillantes y ajustados.
Pedro Ángel Sánchez fue el último periodista al que Raffaella concedió una entrevista en un medio español, en Radio Castilla-La Mancha, un año antes de su muerte. Con el título de ‘Nada es eterno salvo Carrá‘, Sánchez ha publicado este pasado lunes la primera biografía acerca de la diva italiana, a la que admiraba desde que vio su programa de los 90 ¡Hola Raffaella!, como signo de agradecimiento y de eterna admiración.
Después de la ‘fiesta’, ¿dónde va la herencia?
La gran incógnita de dónde está su herencia sigue abierta 2024, tres años después de su muerte. Según El Mundo, sus sobrinos Matteo y Federica Pelloni, su pareja, Sergio Japino –con el que compartió los últimos 30 años de su vida–, y las hijas de su primer gran amor, Gianni Boncompagni, podrían haber sido los destinatarios de la herencia.
Perfeccionista, muy trabajadora y sin descendencia, dejó un legado millonario entre derechos televisivos y de autor, programas y otros proyectos. Además de tener tres posesiones clave como fueron su apartamento en Roma en el barrio de Vigna Clara; su mansión de cala Piccola, en el Monte Argentario, cerca de Porto Santo Stefano; una casa en el burgo medieval de Montalcino.
No hay que olvidar la parte caritativa de la Pelloni, ya que a lo largo de su vida donó cantidades importantes a personas y asociaciones benéficas con las que colaboraba y apoyaba. Como el caso, de la donación de un gimnasio de 160 metros cuadrados, poco antes de su fallecimiento. Además, su mismo biógrafo afirmó que antes de morir, Raffaella dejó todo bien planeado, hasta cómo tenía que ser su ataúd.
Con canciones como Fiesta, Hay que venir al sur o Caliente, caliente, Raffaella se proclamó uno de los referentes feministas a partir de sus puestas en escena sexys, coloristas y excesivas. Una figura que sin darse cuenta fue clave en una España posterior a la dictadura, en la que sus letras libres y sin prejuicios impulsaron a dejar atrás esa España gris. “Era una mujer feminista, no sé si conscientemente o no”, explica el periodista. Sus canciones y espectáculos unieron a un país y conectaron fronteras, porque para ella Italia y España eran su casa.
Explota, explota una estrella
Tras charlar con algunos de sus íntimos amigos como el periodista Alberto Maeso, la actriz Loles León o el presentador de radio y televisión Ramón García, o con su descubridor José Luis Gil, Sánchez construye en palabras el legado de la italiana. Desde sus principios como actriz que llegó a Hollywood y trabajó con Frank Sinatra, hasta la cantante y presentadora querida y cantada por todos. En el libro se relata el hilo temporal de toda la carrera y vida de la polifacética artista de flequillo recto platino, en donde se destaca la libertad con la que trató en su trabajo, como en sus canciones, películas y programas, a la vez que en sus decisiones más personales. Aunque prefirió mantener su vida personal lejos del foco público, no tuvo ningún problema en dejar claras sus convicciones. Como en 1977, cuando señaló en la entrevista del medio de Interviú acerca de sus ideologías políticas y sociales más sorprendentes: “Yo siempre voto comunista. En un conflicto entre trabajadores y empresarios, yo siempre estaré del lado de los trabajadores».
La influencia de la diva italiana más española de todas, seguirá sonando en las televisiones, radios y memorias de todos. Además, ahora se puede recordar en las palabras y las páginas de esta biografía en la que solo se lee admiración y agradecimiento.
En el libro también se tratan cuestiones fuera del mundo de su espectáculo, como el hecho de que nunca se casó, el efecto de la ausencia de su padre en su vida o el gran duelo y la razón por la que no llegó a ser madre. Este último fue uno de sus grandes dramas personales, y que al menos compensó al ocuparse de la educación de sus sobrinos en 2001 tras el inesperado fallecimiento de su hermano, con el amor que sintió por los hijos de sus varias y respectivas parejas y por las decenas de niños que adoptó a distancia.
Nacida en Bolonia en 1943, comenzó a los 9 años en el cine donde llegó a trabajar hasta con Frank Sinatra. Sin embargo, asumió que su papel se encontraba en otra versión artística por lo que en los 70 dio el paso a la pantalla pequeña como presentadora, cantante, bailarina e intérprete en el show nocturno de Canzonissima.
Sus temas musicales, como Explota, explota o Fiesta, comenzaron a cantarse en todas partes, lo que abrió su paso hasta el estrellato internacional. Su imagen moderna y libre causó ciertas polémicas, como cuando escandalizó al Vaticano con su canción Tuca Tuca o cuando fue la primera mujer en enseñar el ombligo en la televisión italiana. En 1974 compartió pantalla con la cantante moderna italiana Mina Mazzini, al presentar el programa de Milleluce donde se exponían temas como el aborto o el divorcio. Su influencia adelantada su tiempo, se estaba haciendo a notar, principalmente en España.
En 1975 cruzó el Mediterráneo y llegó a España, su segunda casa y la que le sirvió de escaparate para conquistar el mundo gracias a sus giras por toda Europa y América. Apareció en el programa de ¿Señoras y señores¡ Allí se dijo de ella, y desde entonces su figura se quedó impregnada en la cultura del país. Con 21 discos grabados tanto en castellano como en italiano, la artista siguió en su línea de presentadora en Italia con Pronto, Raffaella? y Raffaella Carrà Show, entre otros. En los 90 arrasó con su programa ¡Hola Raffaella! en TVE, donde entrevistaba a celebridades como Maradona o el director Pedro Almodóvar, y con las campanadas de 1997, en este mismo canal, remató este éxito progresivo y cada vez más imparable.
Con una carrera sin límites y unos looks que pasaron a la historia, en sus últimos años de apariciones públicas, su presencia fue poco a poco disminuyendo. En Italia, comentó en 2011 Eurovisión en la Radio Televisión Italiana, fue jurado en La Voz y presentó la versión italiana de ‘Tu casa o la mía’. En España, una de sus últimas apariciones fue por el 60 aniversario de TVE y su última entrevista fue concedida a su ahora biógrafo Pedro Ángel Sánchez, con el motivo de su película Explota, explota (2020) y por el estreno de un villancico.
Finalmente, Raffaella Carrá falleció a su 78 años en Roma, dejando el rastro de su estrellato con su pelo platino e himnos de libertad y expresión.