Sucedió el pasado 20 de diciembre, el portavoz socialista Patxi López interrumpía un instante la bronca diaria política en el Congreso de los Diputados para hacer un homenaje a alguien que “forma parte de la historia de esta Cámara y que hoy es su último pleno, antes cuando una mujer hacía una buena foto decían que era una foto bonita y cuando la hacía un hombre era un fotón. Y esto evidencia lo mucho que tenemos todavía que avanzar. Por eso, Emilia, gracias por todos esos fotones”.
El hemiciclo rompió entonces en un aplauso transversal que dice mucho del cariño que deja tras de sí Emilia Gutiérrez, una “obrera de la fotografía”, como a ella misma le gusta definirse. Después de una vida entregada a la profesión de captar la actualidad en un instante tomaba el camino de una jubilación campestre y con ganas de desconectar. ¿Cómo vivió ese momento? “Muy emocionada, estuve tres días llorando. La verdad es que no me lo esperaba para nada”, comenta.
Corría el año 1986 cuando llegó al Congreso por primera vez recién estrenada la segunda mayoría de Felipe González. “Antes las cosas eran más relajadas. Si te fijas en la foto en la que salen Martirio y Ana García Obregón, se le ve al presidente González en plan distendido. Era durante una copa de navidad a la que venía gente de la farándula, ahora eso es imposible. Esta todo mucho más controlado”. Cuando le preguntan por el político que más le ha causado impresión, Emilia afirma que no es nada mitómana pero se le enciende a la mirada al recordar un nombre: Alfredo Pérez Rubalcaba. “La relación con él siempre fue especial porque era una persona muy atenta y cariñosa. Al final es lo único que importa”. Otro personaje que recuerda es Adolfo Suárez, que entonces era diputado del CDS: “Era un un hombre con mucho carisma pero no le hacían ni caso. La mayor parte del tiempo lo veía solo y ausente”.
Pero no sólo de política se ha nutrido una carrera curtida a base de codazos físicos (y de los otros) durante casi 40 años. “Ser mujer y pequeña de tamaño en una profesión dominada hombres no ha sido nada fácil, pero, a veces, también puede ser una ventaja. Cuando el manáger de Michael Jackson vio que los otros me habían dejado atrás, me cogió como una carpeta y me puso la primera para hacer la foto”. Otra anécdota sonada fue su enfrentamiento con Jesús Gil. “La cosa ya venía caliente porque fuimos varias veces a su casa para hacer una foto a un nuevo fichaje que no se acababa nunca de concretar. Total, nos cansamos y dijimos que nos íbamos. Ahí fue cuando me llamó “querida”. Yo me puse en pie, le dije que no era la “querida” de nadie y me marché muy digna. Fui la única y luego me reclamaron la foto en el periódico” (risas).
Sobre si hay una manera femenina de aproximarse a la fotografía de prensa, Emilia lo tiene claro: “Yo creo que sí, porque mientras en una manifestación ellos están deseando que haya leches entre la policía y los manifestantes, yo estoy deseando que sea todo tranquilito y que no pase nada”. Ahora, ya sin las urgencias de la prensa, planea descansar en un entorno tranquilo. “A esta profesión le debo la oportunidad de haberme colado en todas partes, desde los palacios hasta las chabolas y haber podido conocer a todo tipo de gente”.