Hay que remontarse a una pequeña carpintería en la playa de Ondarreta, en San Sebastián, País Vasco, regentada por Juan Arratibel, para contar la historia de la marca donostiarra que suma tres generaciones de una familia de profundo arraigo por el diseño funcional y contemporáneo.
Ondarreta, nombre que recibe esta referencia del diseño, tiene una filosofía de trabajo tan enraizada en valores tradicionales que han hecho de su nombre una referencia nacional, también mundial desde la llegada de sus actuales directoras, en el sector al que pertenecen.
Nacida a pies de la playa, el taller de Juan Arratibel fue más que eso. Podríamos hablar de una ebanistería que trabajaba a mano muebles clásicos para la alta sociedad de principios del siglo XX y que, con la siguiente generación, la liderada por Juanjo Arratibel y su esposa, se profesionalizó más durante todos los años 70, tanto que su continuidad permitió hablar de una tercera generación, la actual y más especial: la conformada por dos mujeres, Nadia y Nora, hijas del anterior dueño y nietas del fundador.
Hermanas, pero también empresarias y socias, desde 2010 dirigen la empresa familiar que el año pasado ganó el Premio Nacional de Diseño 2023 en la modalidad de Diseño y Empresa, como exponente de la excelencia del diseño de mobiliario en España, con la investigación, la innovación, la sostenibilidad medioambiental y social y el diálogo con el entorno cercano como señas de identidad. Y es que, aunque en los orígenes de Ondarreta se encuentre una producción hecha a medida y de forma artesanal para la alta sociedad del momento, la compañía ha evolucionado en su alcance. Entre sus clientes, no sólo encontramos particulares que buscan propuestas diferentes, rompedoras, con guiños contemporáneos de base tradicional y de una innovación exquisita, también marcas conocidas por el gran público que buscan añadir distinción a sus espacios de trabajo, como en el caso de las oficinas de Hermès en París, las de Linkedin en Chicago y, mucho más cerca, el espacio de Centro Botín de Renzo Piano en Santander.
Nadia y Nora consiguieron fidelizar a los clientes de siempre y sumar otros nuevos a la cartera habitual. Lo hicieron valiéndose del encanto de Ondarreta, el conseguido por sus familiares décadas atrás, para retar al contexto histórico que planteaba el año 2010: mucha competencia, más variedad de opciones y creatividad apabullante. La decisión fue poner en marcha una línea de diseño ultrasofisticada, funcional y muy actual. ¿La razón? El sentido común. Una pieza puede ser o no bonita, pero debe ser funcional. Partiendo de esta premisa, las hermanas pusieron en marcha un modelo de negocio que se extiende hasta hoy, 14 año años de su llegada a la marca.
De Donosti al mundo
Nadia Arratibel, al frente de la dirección de producto, y Nora Arratibel, como directora comercial, han conseguido que las miradas internacionales de la industria se dirijan hasta Ondarreta. Sin olvidar los reconocimientos antecesores en la trayectoria de la marca, exportando hasta a 40 países como Francia, Estados Unidos, Japón o Hong Kong, entre otros, la llegada de las hermanas Arratibel instauraron en la empresa familiar un punto de inflexión en el diseño y la internacionalización de la marca, Nora como la mente experta en identificar nuevos mercados y Nadia como el alma creativa que puso el foco en una apuesta creativa de sillas, reforzando el claim de la empresa: Do not sit please.
Con el universo de las sillas conquistado y en constante evolución, llegaron otras muchas familias que completaron un catálogo que hoy se define exquisito. Mesas, más sillas, taburetes… El imaginario de Ondarreta no conoce límites, ni siquiera en materia de colaboración, ya que ambas socias abrieron un camino que siguen recorriendo. La colaboración con artistas es una realidad. Algunas como las protagonizadas por Rafael Moneo, Pascual Salvador y Ander Lizaso, entre otros nombres, han sido las más reconocidas, precisamente por contener todos los ingredientes que las hermanas presumen en sus propios productos: diseño silencioso, donde ningún componente ni ninguna pretensión destaca por encima de otros. Y siempre manteniendo la misma máxima: no restar en funcionalidad.
Influencias escandinavas, valor vasco
Ondarreta trabaja bajo demanda y tiene un plazo de entrega personalizado en función de cada pieza. Aunque sus 10 principales proveedores están a tan sólo 30 kilómetros de distancia de sus oficinas (a 12 kilómetros de aquella playa donde todo empezó, en una nave industrial situada en Oiartzun) y son, sin lugar a dudas, un empresa que ofrece productos de cercanía, la inspiración está a varios miles de kilómetros, por el sentido de la estética tan funcional, atemporal, sobrio, minimalista y fresco que respira este universo en el que mirar. La estética escandinava toma su influencia de referencias nórdicas, aunque el resultado de fábrica sea vasco en su totalidad.