Corea del Sur atraviesa una crisis sin precedentes -y no en el apartado económico, aunque podría afectar en un futuro-. El país asiático está sufriendo de una carencia fundamental para construir una nación fuerte: necesitan bebés. Los índices de natalidad son tremendamente bajos, con un 0,72 -el año pasado estuvo en el 0,74- y se espera que, si no cambia la situación, baje más, hasta el 0,68.
Por ello, empresas como Booyoung llevan varios años tratando de incentivar a sus empleados si tienen hijos. La última medida de esta empresa constructora es entregar 100 millones de wones -75.000 dólares- a aquellos empleados que tengan un bebé. Desde 2021, Booyoung ha entregado 5.250.000 dólares ha 70 empleados -hombres y mujeres- que han sido padres y madres.
El caso de Booyoung ha llevado al gobierno de Corea del Sur a plantearse medidas similares para incentivar la natalidad. De hecho, desde el Parlamento surcoreano se ha llamado a la atención en varias ocasiones sobre este problema. Sin ir más lejos, el presidente de la nación asiática, Yoon Suk Yeol aseguró a sus ministros en el mes de diciembre del año pasado que «el tiempo se acaba». «Espero que todas las agencias gubernamentales aborden las cuestiones de las bajas tasas de natalidad con extraordinaria determinación», explicó Suk Yeol.
Aunque Lee Joong-keun, presidente de Booyoung, ve con otros ojos esta situación: «Si la tasa de natalidad de Corea sigue siendo baja, el país se enfrentará a la extinción». Joong-keun siempre ha tenido cierta preocupación por este asunto, ya que ha visto como cada vez es más complicado encontrar a personal eficiente para contratar. Por eso, su empresa ha sido de las primeras en aplicar estas medidas económicas. Incluso se plantea incrementarlas sustancialmente, como aumentar el pago de 100 millones de wones a 300 millones -225.141 dólares- u ofrecer una segunda vivienda por cada trabajador que tenga un tercer hijo.
Un problema que podría afectar a la economía
Según los expertos en economía, Corea del Sur podría atravesar una situación fiscal muy negativa si no mejoran los índices de natalidad. Las conclusiones catastróficas de los gobernadores surcoreanos coinciden con los expertos, ya que, según estimaciones, el PIB del país podría bajar un 28 por ciento en 2050 a medida que deje de haber personas con edad de trabajar.
De hecho, según estimaciones del Instituto Coreano de Salud y Asuntos Sociales, se espera que la proporción de personas mayores de 65 años aumente al 25,5% en 2030 y al 46,4% en 2070 si no mejoran los datos de natalidad. Eso supondría un incremento masivo de la pobreza relativa, donde en Corea del Sur, el 40,4% de la población de más de 65 años ya viven en esta situación -la tasa más alta de un país primermundista-.
Para más inri, si el índice de natalidad de Corea del Sur no mejora sustancialmente de aquí a 30 años, el gobierno de Seúl no tendrá dinero en el fondo nacional para pagar las pensiones de los surcoreanos jubilados. “El país pronto comenzará a experimentar un crecimiento negativo a medida que disminuya su población. Habrá graves problemas sociales relacionados con el seguro médico, las pensiones públicas, la educación y el personal militar”, según señala Oh Suk-tae, economista de Société Générale en Seúl al Financial Times.
Unas medidas que chocan con una cultura complicada
Cualquiera podría sentirse atraído de algún modo por alguna de estas medidas, pero, lo cierto es que entre los ciudadanos de Corea del Sur el pensamiento es más bien diferente. En un país donde la cultura de la competitividad y la excelencia es tan firme como una roca pesada, el hecho de incrementar la natalidad choca totalmente con la forma de pensar de muchos ciudadanos.
Corea del Sur tiene el índice de suicidios más alto del mundo -según la OCDE- y, según varios estudios, la mayoría de los casos están relacionados con el fracaso o la falta de éxito. Personas como estudiantes que no triunfan en la escuela, militares que no suben de rango o trabajadores que no consiguen ascender a puestos más altos son los casos más habituales.
Por ejemplo, Lee Sang-lim, jefe del centro de monitoreo demográfico del Instituto Coreano de Salud y Asuntos Sociales, explicó a Financial Times que la competitividad hace que muchos surcoreanos no quieran tener hijos. «El problema es la intensa presión competitiva que sufren los jóvenes coreanos, ya sea en la educación, en el mercado laboral o en el mercado inmobiliario».
Yoon So-yun, un profesor de secundaria de 41 años de Seúl, también se posicionó en esta teoría cuando explicó sus razones a Financial Times: «Si tengo un hijo, significará más discusiones, porque mi vida se reducirá a cuidar de niñera y hacer tareas domésticas. Tuve que elegir entre mi carrera y tener un hijo«.