Alicia Gutiérrez (Antequera, Málaga, 43 años) nos atiende acompañada de sus gatitos, “les gustan mucho las entrevistas”. Haber estado unos días convaleciente y con fiebre no le resta energía a la hora de hablar de su trabajo y de lo que supone para ella ser la studio manager y esposa de Javier Calleja, uno de los artistas contemporáneos más importantes del panorama actual, descubierto en 2017 por AISHO NANZUKA. Calleja fichó en 2021 por la prestigiosa galería ALMINE RECH, un hito en su carrera que, según Alicia, supuso un espaldarazo equivalente a “entrar en la Champions” League del arte.
Almine Rech Picasso abrió la galería en 1989 en París (actualmente tiene sedes en Nueva York, Londres, Shanghai, Bruselas, Mónaco y Gstaad) y desde entonces ha contado con artistas de la talla de James Turrell, Joseph Kosuth, Jeff Koons o Peter Halley. Hija de madre vietnamita y del diseñador de moda Georges Rech, Almine está casada con Bernard Ruiz-Picasso, nieto de Pablo Picasso, con quien constituyó en 2002 la Fundación FABA en apoyo al arte contemporáneo. Hace tres años, siguiendo el consejo de un coleccionista, la galerista francesa se acercó visitar a Calleja durante un viaje a Málaga.
La conexión fue inmediata. A Almine le encantó conocer el proceso artístico de Javier y ver en su estudio a sus característicos niños de ojos grandes. Una obra que a su juicio “habla de la esperanza a través de los ojos inocentes de sus personajes de una forma que sólo uno o dos artistas son capaces de abordar, porque él trata asuntos serios de una manera que a primera vista parece inocente, pero de la que después emerge una mayor profundidad”.
Almine y Calleja forjaron entonces un vínculo artístico que reforzó sus lazos malagueños y picassianos: Bernard, cofundador del Museo Picasso de Málaga, es uno de los seis nietos de Picasso; Javier es tataranieto del primer profesor de dibujo del autor del Guernika. “Como historiadora del arte para mí Picasso fue un punto de inflexión contemporáneo mayor que Andy Warhol porque fue el primero que hizo ediciones de objetos y colaboraciones”, explica Alicia. Almine, por su parte, ve una conexión emocional en los niños que dibujan ambos artistas: “Picasso era uno de los grandes retratistas de niños. Sabía cómo mostrárnoslos con una mirada inocente y al mismo tiempo muy seria, como si fueran conscientes de su futuro y ahí tiene un nexo emocional con Calleja, pero no formal”.
La relación entre la galerista francesa y la studio manager española es muy cercana. Una sintonía que cultivan hablando siempre claro y de manera honesta. “Si no estamos conformes con algo lo ponemos sobre la mesa”, explica Gutiérrez. “Alicia y yo somos amigas, también me gusta hablar con Javier, pero siempre está pintando y es con ella con quien suelo tratar, porque aunque no le guste mucho que lo digamos, es la jefa”, nos cuenta Almine.
Dirigir Calleja Studio y ser al mismo tiempo la pareja del artista puede llegar a ser un “suplicio”. Sobre todo en España. “No te imaginas. Todavía me dicen cosas como ‘Qué bien vive la mujer de un artista, qué bonito tu trabajo que tienes que acompañar a Javier en sus viajes’. Nosotros no trabajamos juntos por ser pareja, de hecho es un inconveniente para nuestra relación, pero podemos hacerlo por el respeto mutuo que nos tenemos como profesionales”.
Mientras algunos fantasean con la imagen de una señora que va de compras entre exposiciones y cenas, ella negocia contratos, cierra colaboraciones, gestiona exportaciones e importaciones de obras, cultiva la relación con galeristas y coleccionistas a la vez que dirige un equipo de 11 personas. Algo que a algunos les cuesta entender. Sin ir más lejos, poco antes de esta entrevista los responsables de una conocida bodega trataron de saltársela en una negociación llamando directamente al artista. Javier Calleja se cansó y dejó claro que si iban “de esa guisa” prefería descartar el proyecto. “Cuando le digo a cierta gente que ‘no’, le van con el cuento de que ‘es que tu mujer…’. Él les frena porque somos pareja en casa, en el trabajo somos compañeros”, recalca.
En opinión de la studio manager, en España el papel de las mujeres que como ella gestionan el arte no ha cambiado tanto. La precariedad impide a muchas trabajadoras formar una familia si lo desean, como ha comprobado en carne propia: “Yo he ido dejando el tener hijos porque tenía una pasión muy grande por mi trabajo”. Otra cosa es el papel de las artistas y su proyección, sobre todo en el ámbito internacional. Para Almine Rech Picasso, si comparamos la situación actual con lo que ocurría en los años 70 y 80, la presencia de las mujeres hoy en día es “enorme”. “Antes los hombres no apostaban por la carrera de ellas por miedo a que lo dejaran todo por sus hijos o maridos, pero ahora estamos redescubriendo artistas muy potentes como Vivian Springford, Elaine de Kooning o Helen Frankenthaler”.
Alicia y Javier se conocieron hace 20 años trabajando en el Centro de Arte Contemporáneo (CAC) de Málaga. Ella estaba inmersa en una relación larga y no muy sana con una persona que la “malquería”. Tenía la hipoteca firmada, la fecha de la boda cerrada y un futuro asegurado como madre de familia y dependienta en un pueblo. Calleja, por su parte, parecía predestinado a encadenar contratos temporales como profesor interino y a casarse y tener hijos con su novia, “una chica majísima”, según recuerda la propia Alicia.
Aquello fue “amor a primera vista”. Rompieron con sus parejas para emprender un camino juntos. “Javier es un regalo, es la primera persona que ha creído en mí. Me ha enseñado muchísimo. Y desde que ha llegado a mi vida todo lo feo de antes se ha borrado”. Apostaron el uno por el otro y la suerte les encontró trabajando hace seis años: Calleja se convirtió en uno de los artistas más solicitados del panorama internacional y vivió un boom en el que se aunaron el éxito de público y expertos. El interés por su trabajo creció hasta el punto de que en 2021 su obra Waiting for a While superó el millón de dólares en Christie’s Hong Kong.
¿Cómo evita que se especule con su obra en el mercado secundario?
(Alicia Gutiérrez) Tenemos una base de datos con todo: qué ha producido Javi, a quién hemos vendido, dónde se ha expuesto, qué comprador ha intentado hacer alguna piratería… Y tenemos una etiqueta que me encanta que se llama Blacklist. Los coleccionistas que especulan con nuestra obra entran en nuestra lista negra y no les volvemos a vender. Entendemos que a alguien le puede ir mal en algún momento, o que se pueda cansar de una cierta pieza, pero si un buen coleccionista quiere vender debería contactar con el estudio o la galería y dejarla en buenas manos para que no haya especulación. A veces hay obras de Javi con precios extremadamente desorbitados y me da pena.
Entre sus clientes hay artistas de Hollywood, chefs estrella Michelin, deportistas de élite… ¿Alguien inesperado en esa lista negra?
-(A. G.) Hubo un nombre que nos sorprendió mucho hace poco: el hijo de una persona que colecciona muy bien. Además de negarse a vender a ese tipo de clientes, en Calleja Studio rechazan determinadas colaboraciones. Una razón es que les propongan algo sin mucho sentido para su línea creativa, como trabajar con una empresa que exporta puros habanos en Asia. Otra es que la oferta deje entrever un deseo “por hacer dinero rápido” porque, como Gutiérrez les dice a veces, “Javi no es Hello Kitty, Javi es un artista”. En otras ocasiones, la propuesta llega en forma de conveniente whitewashing corporativo. “Hace poco una empresa en la que una persona acababa de protagonizar un escándalo intentó comunicar una colaboración con Javier que no estaba cerrada, así que tuvimos que llamarles para decirles que no pueden anunciar algo que simplemente se había puesto encima de la mesa”.
Almine Ruiz-Picasso, por su parte, se ha centrado en mostrar el trabajo de artistas comprometidos y en dar la oportunidad a nuevos autores a quienes promociona en sus espacios de tres continentes y en las principales ferias, donde presentan su obra a numerosas instituciones y a nuevos coleccionistas.
¿Cuál es el enfoque de su galería?
(Almine Rech Picasso) En los años 90 comenzamos con artistas de arte conceptual minimalista con los que todavía trabajamos como James Turrell o Joseph Kosuth. Y con la evolución de la creación contemporánea la galería nunca quiso tener una restricción formal en su programación. La idea era mostrar el panorama artístico contemporáneo incluyendo artistas vivos y muertos. No veo las cosas a través de las generaciones, es más sobre describir el arte principal en el panorama actual. Es por eso que estamos abiertos a la pintura, al vídeo, a la fotografía… Estoy interesada en muchos medios que los artistas quieran usar, y la idea es describir la visión actual incluyendo distintas versiones.
En el caso de Calleja, ¿qué proyecto conjunto con la galería ha sido especialmente significativo?
(A. R. P.) Una vez llevé al director de Le Consortium de Dijon, Éric Troncy a ver a Javier a su estudio de Málaga aprovechando una visita que hizo al Museo Picasso de Málaga. Pensaba que no le interesaría su enfoque, porque Éric suele mostrar obras sin la inocencia característica de Calleja, pero ocurrió exactamente lo contrario: quedó tremendamente cautivado e interesado por Javier hasta el punto de organizar una exposición. Es muy interesante ver que los artistas tienen diferentes formas de abordar los problemas de la sociedad y la visión de Calleja es única. La reacción de Troncy fue inesperada y muy interesante para mí.