La recepción de la Embajada de España durante la Berlinale es una cita ineludible tanto para las profesionales autóctonas como para las profesionales itinerantes de la capital. Para llegar hasta el majestuoso edificio neoclásico debes cruzar un hermoso parque, el Tiergarden. Nos adentramos, querida lectora, en uno de los parques más grandes de la ciudad. Doscientas diez hectáreas donde la realeza prusa practicaba la cinegética. Su bucólico nombre, “El jardín de los animales” Tier (animal) garten (jardín), provoca a la imaginación. Nos espera un edificio con historia.
La embajada es un edificio con historia. Hitler ofreció su terreno al gobierno de Franco a cambio de la zona de la entonces Embajada porque quería ubicar allí las sedes del Reich. Aceptado el ofrecimiento comenzaron las obras de construcción en 1938. Tan solo unos meses después del comienzo de su actividad el edificio fue bombardeado: había comenzado la Segunda Guerra Mundial y todo quedó en suspensión. Pasarán décadas hasta restablecer su uso diplomático pero esta noche está en plena actividad.
La Embajada está muy cerca del centro neurálgico del Festival. Muchas de las citadas acudimos directamente de las salas de cine o de los espacios destinados a la industria. Mi teoría es que la travesía hasta su puerta cumple una función. Este tránsito ayuda a ir abandonando la problemática del día a día en pro de la calma, obligada a pasear entre los árboles que van aislándote del tráfico y del propio ruido interno. Todas llegamos relajadas y risueñas, sabemos que nos espera buena comida y mejor conversación. Un enorme tráiler descansa en el lateral del edificio, es la primera pista visible del anuncio que estamos a punto de escuchar.
A medida que las invitadas vamos llegando detectamos esa extraña calidez de las casas ajenas que parecen propias. Muchas nos reconocemos pero entre tanta gente aguardamos el momento para encontrarnos y saludar.
El cortador de jamón tiene orden de permanecer quieto hasta que se de el discurso de bienvenida. Muchas nos lanzamos al plato de decoración sin atender al protocolo, es un intento vano, una escolta intercepta de inmediato la osada mano y saca los colores a las atrevidas. Todo se esclarece cuando hace su aparición Ricardo Martínez Vázquez, el embajador, que en una primera frase confirma lo que ya habíamos aprendido “Aquí no se come hasta que yo no hable”.
Una risa general estalla en la sala. Puede que muchas asistentes no sean conscientes pero estamos ante el último acto público del diplomático ya “en funciones” y el humor está servido. Le delata su acento, inexistente por cierto cuando habla en inglés o alemán. Viene de tierras sureñas, la de oradores hispanos a los que hace presentes con una voz templada y acogedora como la propia iluminación de la sala. Nos confiesa su cese y corrobora su última Berlinale como embajador en la urbe. Él ha sido testigo de la transformación de nuestro cine, en esta misma recepción años atrás ha recibido a las premiadas cineastas españolas con su oso.
Educado en el colegio alemán de Sevilla, Ricardo creció en una familia de catedráticos de la que pronto se desmarcaría. Acabado COU cursa un año más de instituto por placer en Texas. Es allí donde despierta su vocación política, corre 1975 y pocos pueden ver España desde el extranjero. En Houston tiene una revelación, su país no necesita más matemáticos, necesita democracia. En la carrera de derecho el joven políglota, en plena Transición, llama la atención. Tras una beca es Estrasburgo precedida por un curso intensivo de francés por gracia y empeño de la última página del ABC, inicia la carrera diplomática. Oposita siendo primero de su promoción. La vida del señor Martínez Vázquez da para una saga, pero insiste que el tercer tiempo del Rugbi es la clave de su currículum y la cura de todas las negociaciones infructuosas.
Este flanker, entrenado en un deporte donde la batalla constante por el territorio y la posesión conviven con la deportividad, ha encarnado verdaderamente la posición 7 en sus múltiples cargos en la Cooperación Internacional. Es en las situaciones clave cuando el 7 lidera, su centro de gravedad bajo le permite aplacar exitosamente al adversario gracias a la fortaleza de sus pies y a la su ligereza de su carrera. Mandamos un emisario cualificado al destino más complejo de la diplomacia del presente, Moscú.
En su discurso se aprecia gratitud por el lustro en la ciudad. Sin embargo, bajo la pátina de un puesto que emana imparcialidad, desapego y don de gentes, se cuela la melancolía de una mudanza inminente. Este sentimiento impregna de humanidad las palabras de un Séneca muy apreciado por el gobierno alemán. Toma la palabra Ignasi Camos, que vive la situación opuesta, es su primera Berlinale como Director de la Institución del cine por excelencia, el ICAA. Alaba la buena condición internacional de la ficción española y se compromete a fortalecer y apoyar todo el espectro que conforma la industria, desde las producciones más autorales hasta las que compiten por los Oscars. Finalizadas las intervenciones, se dio luz verde para el yantar y las comensales iniciamos conversaciones.
En la primera planta del edificio neoclásico nombres como Jota Bayona y Hugo Silva se susurraban entre los grupos, eran las caras presentes más reconocibles de nuestro cine, pero no las únicas.
Piluca Baquero, una imprescindible en las citas cinematográficas. La recuerdo ya en mi primera Berlinale, cuando presentamos Der Geldkomplex (Juan Rodrigáñez) en 2015. Piluca viste esa relajación que ostentan las que han visto pasar muchas generaciones por la pantalla alemana. Me gusta comprobar que habla de su próxima producción con igual o más ilusión que sus alumnos hablan sobre su estancia aquí. Productora y profesora de la Universidad Camilo José Cela, pastorea a los universitarios por la Embajada con una vocación por el cine que sin duda quedará impregnada en ellos. Me confiesa alguno que la asignatura de producción le parecía una tortura sobre papel hasta que se toparon en clase con la Señora Baquero. Piluca rodará una co-producción (España-Alemania-Polonia-Suiza) en el desconocido campo de concentración exclusivamente de mujeres que el Führer construyó en Ravensbrück.
En la fastuosa mesa de la sala contigua me reencuentro con Fabrizzia Palazzo, la simpatiquísima agente de ventas internacionales de Movistar Plus. Lleva cuatro días encerrada en el mercado reuniéndose con compradores que atiende en tiempo récord en el exigente one to one. Experta en Festivales exporta los formatos de nuestras series originales. Ella es la responsable de que películas como Campeones, El Reino o Carmen y Lola se vean en Italia, China, Australia o Reino Unido. Ha tenido grandes noticias hoy y me pide brindar, es un gusto celebrar el resultado de un trabajo duro.
De camino al vino me cruzo con las hacendosas BEGIN AGAIN. Seis mujeres: Gloria Bretones, Sonia Abbas, Vega Guerra, Belén Bernuy, Sandra Carnota y Alba Sánchez presumen de una fuerza y una alegría que no hay mercado europeo que se les resista. Ellas exportan un cine español mayoritariamente femenino, que no exclusivamente, y adquieren propuestas genuinas, arriesgadas en su lenguaje y que encuentran en esta distribuidora la contención y el impulso sin el que jamás verían la luz. Su tenacidad ha logrado posicionarlas como referente en el sector, ellas mismas me cuentan “Nosotras buscamos esas películas que nadie quiere y las exportamos con éxito”. Para prueba un botón, la película La amiga de mi amiga (2022, Zaida Carmona) han conseguido colocar la película en primera línea estrenando en Rotterdam y siendo aplaudidas por la critica como una de las sorpresas del panorama español.
Muy cerca un grupo llama mi atención, destila seriedad y en seguida me doy cuenta que estoy entre Funcionarias de Clase A, CEO y Directoras de Finanzas. Me sonríen y me animo a preguntarles qué hacen aquí. Destilan esa serenidad que da liderar el mundo, reconozco a Carmen Páez Soria, Directora General de Industrias Culturales y a Clara Ruipérez, Doctora en Derecho por la Universidad de Berlín y Directora de Estrategia Jurídica de Contenidos de Telefónica que también forma parte del Consejo de Movistar Plus. Especialistas en IA son las mujeres más buscadas para entender un futuro que ya es presente. Les acompañan Lara Chaguaceda, subdirectora general de Propiedad Intelectual y Laura López de Miguel, Financiera de proyectos audiovisuales.
Iniciamos una conversación acalorada, se ha elevado el volumen en la sala, y tenemos que hacernos escuchar. Estas amazonas lideran muchos presupuestos y propuestas de ley que decidirán las condiciones y pagos de las creaciones audiovisuales. Me gusta cómo se comunican, cómo escuchan mis plegarias fundamentadas en experiencias como creadora y compradora de obra musical. Laura se incorporó a la Sociedad de la Nieve para llevar las cuentas y finanzas, tiene las claves de cómo dar viabilidad a un proyecto que se multiplicó por seis.
Ya entre amigas veo a Lorena Morin, oriunda de la Comunidad donde más rodajes se realizan al año de España. Distribuidora y directora del MECAS, el Festival Internacional de Cine de Las Palmas, se mueve entre huéspedes con familiaridad. Los incentivos fiscales de las islas han logrado que producciones internacionales se desplacen allí para levantar películas de presupuestos astronómicos. Lorena es una institución en el tejido cinematográfico regional y nacional, su sensibilidad en la programación la ha situado como referente del cine contemporáneo. Nada se parece a la cartelera que presenta cada año. Esta enóloga del audiovisual se quita importancia si alabas su trabajo, pero hay que decir que está educando visualmente a generaciones. Futuros y exigentes espectadores que llenarán las salas de cine, centinelas del buen hacer, que mantendrán la llama de los verdaderos cineastas.