La abdicación de la reina Margarita II de Dinamarca ha caído como un jarro de agua fría sobre sus súbditos. Y es que la decisión de abandonar su rol como Jefa de Estado no es algo común en la monarquía danesa, que suelen permanecer en el trono hasta el final de sus días. De hecho, el último soberano en renunciar voluntariamente al trono fue el rey Erik III, en 1146, además, ella misma manifestó su deseo de seguir en el trono fumando hasta el final (fuma más que Jeremy Allen White).
Sin embargo, una ola de rumores plantea que el anuncio de la reina es una estrategia para resolver la crisis matrimonial de su primogénito, producto de una presunta infidelidad con la mexicana Genoveva Casanova, ex mujer del aristócrata español Cayetano Martínez de Irujo. Desde la Casa Real danesa echan balones fuera y explican que la decisión tiene que ver con un cambio generacional y temas de salud de la Margarita II.
Más allá de las razones de su abdicación, lo cierto es que este domingo se coronan los nuevos reyes de Dinamarca, Federico X y su esposa Mary Donaldson, como reina consorte. A las 14:00 horas, la reina Margarita deberá ratificar su abdicación, convirtiendo a su heredero en el nuevo rey de Dinamarca. La primera ministra danesa, Mette Frederisen, proclamará al nuevo rey gritando “larga vida al Rey Federico X”, en uno de los balcones del palacio Christiansborg.
Aunque se espera que la ceremonia sea rápida y austera, el glamour de los asistentes no puede faltar. Además, se prevé que la esposa del rey Federico X, Mary Donaldson, marque el histórico día con un look inolvidable. Y es que en el día de la coronación es necesario poner toda la carne en el asador. Por eso es muy probable que la reina consorte utilice una de sus ya más preciadas joyas, la tiara que utilizó la prometida de Napoleón Bonaparte el día de su coronación. Pero ¿cómo llegó esta joya a manos de la monarquía danesa, y a la cabeza de Mary Donaldson?
La tiara más importante de Mary de Dinamarca
Es la tiara más valiosas que tiene la futura reina consorte y de hecho se la conoce comúnmente como ‘La Importante’. La abuela de Federico X, Ingrid de Suecia, se la dejó en herencia a su nieto al fallecer. Cuatro años más tarde, el príncipe la utilizó para comprometerse con la australiana Mary Donaldson.
El conjunto actualmente está formado por un collar, pendientes girandole -que en italiano significa ‘candelabro’-, broches, pulsera, pasadores y una diadema en forma de ramas con hojas de vid engastadas en pavé de diamantes y rubí. Más allá del valor mismo de las joyas, es su valor histórico el que convierte a esta tiara en la más importante de la colección de Mary Donaldson.
Gerard Vidal, experto en arte y joyería y fundador de Vidal Expertise, nos confirma el valor de esta joya. «Si la tiara de rubíes de la Corona de Dinamarca saliera al mercado se convertiría en la tiara más cara jamás vendida, título que hoy ostenta la tiara de Mike Todd y Elizabeth Taylor con un valor de 3.855.072€», confirma a Forbes Women. Esta tiara de diamantes se realizó hacia 1880, está decorada con nueve grandes diamantes y su autor es desconocido. Fue un regalo del productor musical Mike Todd a la actriz de Hollywood Elizabeth Taylor y se conoce comúnmente con La tiara de Mike Todd.
Según nuestro experto, el precio de la tiara que utiliza Mary Donaldson en su fotografía retrato oficial como reina distribuida por la Casa Real Danesa (y que podría utilizar en la ceremonia de coronación) podría adelantar a la tira de Mike Todd y debería rondar los 3.500.000€ a 4.000.000€. Vidal realiza esta estimación comparando la diadema con otras similares que han salido al mercado, como la tiara de diamantes y perlas que Amadeo de Saboya, rey de España, regaló a su mujer (valorada en 1.576.000€) y con la tiara de diamantes y perlas que perteneció a la princesa austriaca Irma de Fürstenberg que fue adjudicada por 2.562.000€ en una subasta de 2021.
El cálculo realizado por Vidal revela que la tiara de rubíes danesa está compuesta por 72 diamantes de talla antigua por hoja y tiene 24 hojas de parra en su formación, lo que arroja un total de ¡1.728 diamantes! La tiara también tendría cerca de 68 rubíes, de casi 2 quilates cada uno.
Su historia está llena de una trama de traiciones, amores, desamores y venganzas. Su primera usuaria no es nada menos que Désirée Clary, la ex novia de Napoleón Bonaparte. Su relación se inició como esos amores de película. Dos hermanas de origen burgués, hijas de un rico comerciante, se enamoraron de dos hermanos militares de un origen mucho más humilde. Ellas eran Désirée y Julia Clary, ellos Napoleón y José Bonaparte. En 1794 Julia y José se casaron, mientras que los otros dos anunciaron su compromiso al año siguiente.
Todo parecía miel sobre hojuelas, hasta que cuatro meses más tarde Napoleón rompió con Désirée. El joven militar conoció a una mujer seis años mayor, Josefina de Beauharnais, de quien se enamoró perdidamente. Las apasionadas cartas que escribía Bonaparte a Josefina muestran que el militar estaba loco de amor por ella. Mientras que Désirée vivía una verdadera tragedia sentimental, escribiendo en diarios y cartas sobre su desamor juvenil. «Has hecho mi vida miserable, pero soy bastante débil para perdonarte» o «Has robado mi virginidad», son algunos de las frases que quedaron registradas en sus escritos.
En 1796 Napoleón se casó con Josefina, mientras que Désirée lo hizo en 1798 con el general Jean Baptiste Jules Bernadotte, amigo de Bonaparte y uno de sus más importantes mariscales.
No nos hemos olvidado de la tiara, pues aquí entra en la historia. Al ser Bernadotte uno de los hombres más cercanos a Napoleón, éste le entregó una importante suma de dinero para que deslumbrara junto a su esposa el día de su coronación como emperador. La tiara fue elaborada en una joyería de París, especialmente para que Désirée la utilizara el 2 de diciembre de 1804, día de la coronación de Bonaparte, su amor de juventud.
La historia de la famosa tiara no termina ahí, pues aún no resolvemos cómo llegó a manos de la familia real danesa. Con diamantes y rubí Désirée brilló aquel día, aunque no la usó sólo en ese evento, ya que años más tarde se convirtió en reina de Suecia y Noruega, y una monarca necesita su colección de tiaras, para los distintos eventos reales.
Ni ella ni su esposo tenían una pizca de sangre azul, tampoco eran suecos, ambos eran franceses. Pese a ese detalle, la reputación que gozaba Jean Baptiste Bernadotte como estratega militar era tan buena, que los nobles suecos decidieron proponerlo como heredero a la corona ante las tensiones que existían con Rusia en aquella época.
Y dicen que la venganza siempre llega. Napoleón Bonaparte rompió el corazón de Désirée, y ahora ella tenía el poder para derrocar al emperador. Bernadotte se alió con Gran Bretaña y Prusia, enemigos de Napoleón, participando activamente en su derrocamiento. Esto le permitió consagrarse como Karl XIV Johan, rey de Suecia y Noruega. Así inició la dinastía Bernadotte, que aún reina en Suecia.
¿Y la tiara? Fue heredada generación tras generación, a las distintas reinas de la dinastía. El hijo de Désirée se casó con la nieta de la emperatriz Josefina de Beauharnais, sin rencores por parte de Napoleón. La tiara llegó hasta la bisnieta de Désirée, Luisa de Suecia, que se comprometió con Federico VIII de Dinamarca en 1868. Las joyas fueron un regalo para Luisa, pues eran rojas y blancas como los colores de la bandera de Dinamarca. La herencia continuó, hasta que llegó a manos de Ingrid de Suecia, hija de la tataranieta de la dueña original, que le entregó las joyas a su nieto. Joyas con las que se comprometió con Mary Donaldson, la nueva reina consorte.
La tiara recibió diversas modificaciones para adecuarla al gusto de cada usuaria. La abuela de Federico aumentó el tamaño de la tiara, mientras que Mary Donaldson la adecuó al tamaño de su cabeza y la modificó de tal manera para que gane y pierda peso según su necesidad. Pese a las modificaciones, la joya no deja de ser testigo de una historia de desamor, traición y venganza, que ocurrió hace 200 años atrás. Y quién sabe si se puede volver a repetir una historia similar.