Camilles Thomas (París, 35 años) es emoción por la música por cómo interpreta su Stradivarius “de más de 300 años” y por cómo la siente. El 11 y 12 de enero debuta en el Teatro Monumental de Madrid con ‘Never Give Up’. Una oportunidad ineludible para escuchar a la única chelista en casi medio siglo que ha firmado en exclusiva con Deutsche Grammophon.
Debuta en Madrid con mayúsculas. Primera visita y estreno con la Orquesta Sinfónica de RTVE, ¿qué significa interpretar ‘Never Give Up’ en esta ciudad y en este momento?
Me encanta España y nunca he estado en Madrid, así que estoy muy ilusionada por mi debut. Además, será muy especial porque tocaré un concierto que está muy cercano a mi corazón, el concierto para chelo “Never give up”, que Fazil Say escribió tras los ataques terroristas de París en Bataclan. Sé que España también sufrió este tipo de ataques y en Madrid hubo un terrible ataque terrorista en 2004. Así que venir veinte años después y tocar esta obra es muy significativo para mí.
El prestigioso pianista y compositor turco, Fazil Say, compuso ‘Never Give Up’ para ti. ¿Cómo surgió la colaboración y qué desafíos encontraste en una obra tan emotiva y compleja?
Fui muy afortunada de conocer a Fazil Say en 2014 cuando tocamos en los premios franceses Les Victoires de la Musique. Luego nos volvimos a ver y me dijo que quería escribir para mí un concierto para chelo…
Ambos creemos que la música debe significar algo y puede ser también un mensaje de esperanza, e inmediatamente nos pusimos de acuerdo con respecto al título ‘Never give up’, porque expresa exactamente lo que ambos somos como artistas y como seres humanos en la vida.
Luego hubo un ataque terrorista en París, en Bataclan, y después hubo otro en una discoteca de Estambul. Fazil me escribió diciendo que había terminado el concierto para chelo y que era su respuesta a estos ataques terroristas. Estaba en shock así que escribir este concierto fue una catarsis y una forma de expresar ese sufrimiento y de canalizarlo en algo donde lo bueno es mayor que lo malo y la claridad gana a la oscuridad.
En el segundo movimiento se puede escuchar cómo el chelo se transforma en un duduk. Comienza de forma muy íntima y poco a poco va llegando la oscuridad. El día anterior al estreno en París, Fazil dijo que la cuerda y el violonchelo eran como almas humanas llorando y la percusión tenía que ser como un Kalashnikov, matando sin ningún alma y ningún corazón a la gente, como el terrorismo. Así que este movimiento del concierto es, de hecho, bastante violento y también muy emocional.
El tercer y último movimiento lleva por título Hope y nos lleva a la naturaleza, con el agua, los pájaros cantando… con la idea de que nunca tenemos que rendirnos, ni perder la esperanza en la humanidad y en la belleza que el alma humana puede crear. El estreno de este concierto en París, años después del ataque en Bataclan, fue muy emocionante. Mucha gente lloraba, pero también me dijeron que realmente les ayudó a sobrellevar ese dramático momento. Tocando este concierto en Madrid, tengo la esperanza de que tenga ese mismo mensaje veinte años después de los ataques, porque es algo que nunca deberíamos olvidar y la música puede ayudar a curar el alma.
En el contexto actual, ¿cómo crees que la música puede contribuir a “curar el ama”?
En un discurso, Leonard Bernstein dijo: “nuestra respuesta a la violencia será hacer música de forma más intensa, más bonita y con más devoción que nunca”. Esta es la respuesta de un artista a la violencia…
La música y el arte no pueden resolver un conflicto, y no pueden ser políticos, pero sí pueden ser humanistas. Creo en la educación. Si los niños saben apreciar la belleza a través del arte, la belleza en el arte puede salvar el mundo. Y si un niño tiene la oportunidad de experimentar esa belleza, no querrá cometer actos de violencia. Así que, en ese sentido, creo que la música puede ser embajadora de la paz y contribuir a mejorar el mundo, aunque no podamos resolver conflictos, y tengamos que remitirnos a lo que Bernstein dijo, es decir, hacer música de forma más intensa, más bonita y con más devoción que antes.
Eres la primera chelista en firmar en exclusiva con Deutsche Grammophon en más de cuatro décadas. ¿Cómo ha sido ese itinerario hasta ‘The Chopin Project’?
2017 fue un cambio en mi vida musical y personal porque firmar con el legendario Deutsche Grammophon fue un gran honor y una alegría, pero sobre todo una gran responsabilidad que se posó en mis hombros (risas). Traté de merecer este honor trabajando incluso más que antes, aunque siempre haya trabajado duro.
Es una oportunidad que te permite compartir con una audiencia muy amplia y grabar en las mejores condiciones: con fantásticos partners y orquestas y con el gran equipo en Deutsche Grammophon.
Además, fue también un gran honor como mujer porque fui la primera mujer chelista en firmar internacionalmente como artista exclusiva, y eso fue algo muy especial.
Mi primer disco fue con Saint-Saëns y Offenbach y fue una carta de presentación. Luego grabé ‘Voice of Hope’ con el concierto para chelo de Fazil Say, un disco más personal. Trabajando con una gran compañía discográfica como esta he aprendido mucho como artista y que la única forma de llegar a la audiencia es siendo fiel a ti mismo. En ese sentido, ‘The Chopin Project’ me ayudó muchísimo porque fue el proyecto más ambicioso en el que trabajado: tres CDs, una trilogía con más de 220 horas, once invitados… Y tuve que creer porque puede asustar. Pero estaba muy convencida sobre la música y la historia que estaba detrás del concepto del álbum. Estaba realmente convencida que la hermosa música que Chopin nos dejó iba a tocar el corazón de la gente.
Es uno de los álbumes de los que estoy más orgullosa. Siempre me encantó Chopin y lo conocía por su obra para piano, pero en 2019, recibí un préstamo de la Nippon Music Foundation, el maravilloso Stradivarius ‘Feuermann’, y descubrí que este chelo lo tocó Auguste Franchomme, uno de los mejores amigos de Chopin. Los astros se alinearon porque descubrí que Franchomme había transcrito muchas obras de Chopin: para chelo y piano, para cuatro chelos… Así que el proyecto terminó convirtiéndose en un tributo a mi instrumento, el chelo, a través de uno de los más bonitos jamás construidos: este Stradivarius.
Dentro de las colaboraciones, en ‘The Chopin Project’, está la de Jane Birkin en ‘Jane B’. Una canción que le acompañó en vida y en alma…
Fue un inmenso placer grabar ‘Jane B’ con Jane Birkin en ‘The Chopin Project’. Quería conectar la música de Chopin con la música de hoy. De hecho, Chopin ha inspirado mucha música pop, rap, R&B… Y también sirvió de inspiración para este tema de Serge Gainsbourg que se llama “Jane B”, que es muy popular en Francia, y que está basada en el Preludio nº 4 Op. 28 de Chopin. Así que pensé: ¿a quién puedo pedir que cante ‘Jane B’ si no es Jane Birkin? Contacté con su manager, le expliqué la idea, y me dijo: “voy a ver a Jane en un par de semanas y te diré”. No habían pasado ni dos minutos y me llamó, “está como loca de contenta” ¡Aceptó de inmediato!
Fue un momento inolvidable. Llegó al estudio muy nerviosa pero todo verdadero artista siempre se pone nervioso cuando va al estudio o sube al escenario porque quiere dar siempre lo mejor de sí mismo. Ella ya estaba enferma. Me emocionó muchísimo su humildad porque para mí fue un momento de compartir: dos mujeres de diferentes generaciones y de diferentes estilos, pero compartiendo el mismo amor por la música.
Como decía, llegó bastante nerviosa, pero salió del estudio con una sonrisa y muy feliz. Fue un regalo increíble poder ver lo importante que era esta canción para ella. Fue, de hecho, una de las primeras canciones que Serge Gainsbourg escribió para ella y es un poco la canción de su vida. El día de la grabación me dijo: “será la canción de mi funeral” y en aquel momento no podíamos saber que iba a fallecer meses más tarde, y que sería la última nota que grabaría.
Retomando sobre el Stradivarius ‘Feuermann’, ¿podremos escuchar a esa obra de arte en Madrid?
Está conmigo desde hace cinco años y tocaré con él en Madrid. Cambió realmente mi vida. Me ha cambiado como chelista y como ser humano porque está lleno de belleza y de posibilidades. Tengo la sensación de que el instrumento es el rey y que yo soy solo su sirvienta. Mi objetivo es hacerle sonar tan bonito como sea posible para intentar ser tan buena como el chelo. Tener este chelo implica una responsabilidad inmensa porque viajo con él y lo cuido como si fuera mi baby. Es increíble tocar un instrumento que es trescientos años mayor que yo y que emociona como emociona.
Durante la pandemia tus actuaciones en museos vacíos fueron un grito de arte contra la soledad. ¿Cómo se te ocurrió?
La pandemia fue un tiempo durísimo. La gente sintió esa soledad y sufrimiento. Mi propósito es tocar para la gente y como estaba en casa sin poder salir ni hacer conciertos, pensé que podía tocar para la gente. Me subí al tejado de mi apartamento y pensé en compartir los vídeos, que se hicieron virales. Después pensé que necesitaba buscar significados en la vida para curar las almas de las personas. Por eso, llamé a los museos de París para tocar en su interior y para transmitir algo de bienestar a esas almas que sufrían.
Y te hiciste viral. Tienes una gran presencia en redes y toda una comunidad. ¿Cómo ves su papel en la difusión de música clásica a una audiencia más joven y diversa?
Me hace muy feliz sentir esta community dentro de mí. No se trata de una comunidad sobre mí, si no, una comunidad sobre el amor hacia la música y el arte. Cuando viajo por el mundo me gusta compartir las experiencias y es como si llevara esa comunidad conmigo (risas). Trato de dar la mayor alegría posible a través de las redes porque la música me da mucha alegría y, por eso, trato de devolverla.
Creo que los social media son la mayor sala de conciertos, porque es un sitio donde puedes tocar y te pueden escuchar. Una las mayores satisfacciones es cuando la gente viene a verte después del concierto y dice que te escuchó en YouTube o en Instagram y quiso ir al concierto. Así que las redes sociales merecen realmente la pena. Por supuesto que nada puede reemplazar la experiencia de un músico tocando en vivo frente a ti, porque no se puede editar un sonido, pero ahí reside la magia de la experiencia en vivo que transmite emociones.
¿Futuros proyectos? Et après Madrid, quoi?
Este año estaré en América y en Japón, donde haré una gran gira con la NHK Symphony Orchestra, y tendré también conciertos en Turquía, Polonia, Alemania, Irlanda, Países Bajos, San Francisco, el Théâtre du Chatelet de París, Armenia…
Además, está por salir una extended edition del proyecto de Chopin, una pequeño regalo que estoy desando presentar.
También hay otro proyecto muy cercano a mi corazón, porque en mayo se celebrará el centenario del nacimiento de Charles Aznavour y hemos grabado un CD con una orquesta armenia para Deutsche Grammophon y será un auténtico Hommage a Aznavour, que era armenio pero siempre cantó en francés.
Y tengo también otro proyecto muy especial relacionado con la creación y la improvisación con mi querido amigo y pianista Julien Brocal que se grabará en Estados Unidos.
Ah y en 2025 regresaré a España para tocar con la Orquesta Sinfónica de Navarra.
Una agenda completísima. Entre viajes, grabaciones, presentar un programa en la televisión, conciertos, redes sociales… ¿Hay sitio para ‘otra’ música?
Yo escucho música todo el tiempo (risas)… La música es como el café para mí… es lo que da energía, alegría y mi superpower de superwoman viene de la música (risas). Cuando viajo o cuando estoy en casa, me encanta hacer playlists: tengo una pre-concert playlist con Alicia Keys, Billie Eilish, Dalida, Céline Dion… muchas mujeres. Pero cuando estoy en casa y tengo tiempo libre, me encanta escuchar buen jazz: Billie Holiday, Ella Fitzgerald, Nina Simone… Tengo a Elvis Presley en la Morning playlist. Como ves, tengo siempre música en mi vida cotidiana, y por supuesto mucha música clásica, pero como toco todo el día y no puedo escuchar música clásica sin emocionarme, trato de escuchar música más chill, pero aun así tiene, que hablar de amor.
Y de artistas españoles… ¿Con quién te quedarías?
El primer chico del que me enamoré cuando tenía dieciséis años me dio un cassette que era una compilación de música de Paco de Lucía y me gustó tanto que desde ese momento, cada vez que escucho a Paco de Lucía me pongo muy feliz, es mi músico español favorito.