Aunque Giorgio es el creador de Armani, un universo de estilo de vida que traspasa las fronteras de ser sólo una firma de moda, su sobrina Roberta Armani está siendo la encargada de internacionalizar, diversificar y dotar de voces y estéticas femeninas esta referencia de estilo, elegancia y distinción. Con ella repasamos el pasado, miramos al futuro y compartimos secretos: España es un país amigo para esta dinastía.
Sólo hay dos voces autorizadas para hablar del universo Armani. Uno es la de Giorgio Armani; la otra, una voz femenina que no sólo consiguió acaparar los flashes de Forbes Women cuando el equipo de la marca italiana citó a nuestra cabecera en el Palazzo Orsini, en Milán, una mañana de septiembre, para dar comienzo a una bonita amistad. También estas páginas caen rendidas a los encantos de la que es la mano derecha del creativo.
Más de 3.000 palabras escritas sobre la mujer que ha sabido ganarse la confianza del fundador del emporio de la moda internacional dan forma a esta entrevista, especial por dos razones: la poca asiduidad de esta interlocutora a concederlas y la gran necesidad existente de saber cómo trabaja la firma que tiene a la mujer como fuente de inspiración de todos sus movimientos. Ella es Roberta Armani, sobrina del diseñador, que entró a formar parte de la empresa como modelo de pasarela de la Casa allá por 1992, cuando falleció el padre de ella [hermano de él]: Sergio Armani.
Si echamos un vistazo a la cultura italiana, no hay nada más importante que la familia; y fue a partir de ese desafortunado suceso familiar cuando el hermano de su padre invitó a Roberta a cultivar una de las experiencias más enriquecedoras en su trayectoria profesional, quien, por cierto, llegó a la empresa con un bagaje beneficioso para la misma: ser una de las mejores relaciones públicas que el sector había dado. Él le dio la oportunidad de seguir ampliando un universo de interés internacional y ella aportó su don de palabra, que descubrimos y compartimos en esta lectura.
La relación entre Armani y las ‘celebrities’ que visten de la marca se basa en el respeto y la confianza mutua, no es un escaparate para hacer publicidad”
Discreta, educada, con paso firme y una mirada algo tímida Roberta bajó la escalinata de la residencia oficial de su tío para dar comienzo a una producción amiga, ideada para conocer el pasado, el presente y el futuro de una de las referencias más distinguidas de la industria de la moda y los complementos. Rodeada de sus personas de confianza, la mujer que forma equipo con Giorgio Armani comienza diciendo que, como vemos, su suerte es infinita porque ningún día es parecido al anterior. Nos consta. Nosotros estamos allí, abriéndonos paso en su apretada agenda y charlando con una mujer que durante unas horas ha cambiado el despacho por una sesión de fotos.
“Heredé de mi tío la creencia de que el trabajo duro es fundamental. En Armani no existe nada parecido a un día tranquilo, porque viajo mucho y disfruto viendo el mundo e interactuando con diferentes lugares: me dan un flujo constante de inspiración, energías e ideas”. Precisamente, es este trío de cualidades el requisito que no falta en su rutina. Si por algo alabamos el trabajo de Roberta en la casa fundada por su tío en 1975 es por una de sus facetas que más practica en Armani, su estimación como relaciones públicas, ya que lleva más de 20 años internacionalizando la marca a través de grandes eventos. Por ejemplo, los Oscar, su escenario predilecto de actuación y donde Armani tiene una fuerte presencia.
La firma italiana cerró el año 2022 con una facturación de más de 2.350 millones de euros, gracias, entre otras razones, a un trabajo de esfuerzo y dedicación»
En cuanto a cómo llega la marca a convertirse en una de las más deseadas entre las celebrities para dejarse ver en su alfombra roja, su respuesta es impecable: “Creo que nuestro éxito con todo el mundo y con las celebridades se reduce a la estética que ha creado mi tío, que persigue con pasión y dedicación. Él nunca sigue tendencias pasajeras, sino que cree en un estilo elegante y atemporal. Armani se trata de lucir elegante más que a la moda”. Y así ha sido en cada una de las ediciones de estos premios. Vestir un Armani es sinónimo de tranquilidad. Esto, en una alfombra roja, es siempre lo más atractivo.
“Conseguimos que, al día siguiente, cuando se ven en las fotos, no se arrepientan de habernos elegido para una ocasión tan mediática”. Puede que por haber visto la moda desde la óptica del modelaje y ahora desde la del negocio, Roberta se muestre tajante al decir que “las estrellas son ellas, no la vestimenta, que se limita a resaltar el carácter que ya tienen; y yo quiero pensar que esto significa que siempre sientas que estás siendo fiel a ti misma cuando usas Armani”. Imposible someter esta creencia a cuestionamiento. Basta con devolver la mente a la década de 1980 para descubrir los cambios que experimentó un Hollywood, por entonces, codificado y encorsetado.
“Giorgio tuvo mucho que ver en la reacción en cadena de los jóvenes actores en rechazar la teatralidad de la vieja alfombra roja en favor de un estilo nuevo y más natural”, desvela Roberta a la vez que nos recuerda que no fue casualidad que él fuera el diseñador al que todos acudieron para materializar el cambio después de ver lo que hizo con Diane Keaton en su nominación a Mejor actriz por su interpretación en Annie Hall (1977). “Mi tío quedó cautivado por su personaje, por su apariencia masculina, por lo que sugirió a Diane que fuera vestida de igual manera para la ceremonia de los Oscar (1978), rompiendo las barreras de género. Lo vio como una forma inteligente de vincular el personaje de la pantalla con la persona fuera de ella”, relata mientras confirma que como ninguna actriz había creado ese storytelling entre personaje y actriz, las reacciones fueron positivas y tan bien acogidas que Armani fue considerada la primera firma de moda en vestir a los famosos en una alfombra roja.
Después, vinieron otros muchos hitos relacionados con el cine, la industria a la que este gigante italiano ha dado la mano para compartir éxitos. Y de los que actrices como Cate Blanchett, Julia Roberts, Anne Hathaway, Jodie Foster y Glenn Close, entre otras, han experimentado en primera persona. “Algo extraordinario, sí, pero hay algo más sorprendente en este aparente placer que provoca llevar un Armani. Lo sobresaliente está en que una persona, en este caso mi tío, pueda ser capaz de vestir tanto a Sophia Loren como a Anne Hathaway, ambas miembros de la realeza cinematográfica, claro, pero representantes de diferentes épocas y registros”, comenta orgullosa la empresaria que desvela una de las filosofías de marca: dar servicio tanto a quienes están consagrados en su profesión como a quienes buscan hacerse camino, porque la relación de la Maison con las celebridades se basa en el respeto y la confianza mutua, no en convertirnos en un escaparate para hacer publicidad”.
Actualmente, la moda no sólo busca estética, también la defensa de otros valores como la igualdad, la diversidad y la inclusión, y nosotros lo estamos haciendo muy bien»
Relaciones laborales convertidas en amistades, como la que se forjó entre la Casa y Nicole Kidman, “una mujer elegante, por eso viste de Armani. Nos gusta ver cómo luce nuestros diseños, sobre todo los de Giorgio Armani Privé, la colección de alta costura”. Un feeling que la prensa apreció cuando la casa italiana dio una fiesta en 2022, en honor de la actriz australiana en el marco de los Oscar.
Con las pasarelas conquistadas como germen de prestigio y las celebrities convencidas de lo bien que le sienta un flashazo a un Armani, sólo faltaban dos nuevos terrenos que sementar: el vestuario de grandes producciones y un armario femenino mucho más holgado y cómodo. La libertad estaba en juego y Armani la supo jugar. Fue con American Gigolo cuando llegó el salto del modisto a la gran pantalla. “Con esta película mi tío descubrió el poder del cine para dar vida a su estética a una audiencia global, y por eso se encargó de vestir a Richard Gere y Lauren Hutton”. Llegó temprano a esta fiesta particular y por eso goza de la condición de favorito, también en este terreno. Ocurrido hace más de 40 años y entendido en su momento como un punto de inflexión, hoy, Roberta lo ve como el auténtico detonante de la marca a nivel internacional. Trajo Armani al mundo. “Mostró el poder del cine para dar vida a la moda y el poder de las personas culturalmente relevantes para centrar la atención en una marca”, sentencia la entrevistada.
Aprendiz de un maestro que enaltece el estilo elegante y atemporal por encima de la búsqueda de tendencias transitorias, lo que más glorifica Roberta de la profesionalidad de su tío es que la rigidez que tiene para trabajar no la tiene a la hora de hacer diseños. “Huye de ella cuando de idear prendas se trata. Cuando fundó la marca la sastrería todavía se hacía en gran medida como se había hecho durante muchos años: tan rígida y formal que no dejaba cabida a la comodidad. Un día se preguntó cómo cambiarlo y fue cuando asistimos a otro hito Armani: chaquetas de traje tan suaves como un cárdigan y pantalones ligeros que no entorpecían el movimiento”.
Desde entonces, la firma ha colaborado en más de 20 películas y no hay previsión de echar el freno. Al revés, suman ventajas, ya que la experiencia en este ámbito les ha hecho ser capaces de anticipar cualquier desafío o problema y solucionarlos antes de enviar los pedidos. El segundo reto por superar también tuvo lugar. En él, Roberta sigue siendo parte activa y fundamental. Fue ella quien propuso dotar la marca de una mayor igualdad de servicios tanto para hombres como para mujeres. Si él fue pionero en una sastrería unisex relajada y deconstruida, con motivo de su idea de una moda cómoda y sin distinción de género, la interlocutora ha puesto sobre la mesa una evidencia: si el hombre puede disfrutar de un traje hecho a medida y bocetado por sí mismo, por qué la mujer no. Este es uno de los cambios que Roberta ha traído a la firma y que continúa con el legado empezado por su familiar, uno de los máximos representantes de la moda unisex.
Un genio que se superó a sí mismo cuando se enfocó en ellas, las mujeres. Por fin alguien lo hacía. Si estas prendas almidonadas eran molestas para ellos, también lo eran para ellas. “Era totalmente lógico, pero nadie se había querido dar cuenta, así que les dio un nuevo tipo de vestuario y, lo más importante, les proporcionó un campo de juego igualitario al de sus colegas varones”, comenta orgullosa.
No puedo decir que vaya a ser su sucesora (de Giorgio Armani). Soy sólo una de las encargadas de ayudarle a dirigir la marca”
Tan orgullosa como cuando habla del proyecto más especial que tiene entre manos, puede que por estar dedicado en exclusiva a las mujeres. Se llama Crossroads y es un programa que consta de una serie de episodios filmados y de entrevistas en las que un grupo de mujeres cuentan sus historias personales. “En cada caso nos centramos en un momento clave de sus vidas, en una encrucijada, en la toma de decisiones que puedan impactar profundamente en su futuro”, aclara y continúa, “es una celebración de cómo estas extraordinarias mujeres han tomado el control de sus vidas y enfrentando desafíos de frente”, porque si algo sabe Roberta sobre el futuro de su marca y de su industria es que el poder es femenino.
“Actualmente, la moda no sólo busca estética, también la defensa de otros valores como la igualdad, la diversidad y la inclusión, y nosotros lo estamos haciendo muy bien. Mejor lo haremos, ya que tenemos tantos proyectos en mente y a punto de lanzar que no puedo comentarte sólo uno. Haber sido la autora de la puesta en marcha de la colección Made to Order para mujer [creación de outfits femeninos como ya se hace con los masculinos, como se ha comentado anteriormente], hace que sepa que vamos en el camino correcto en igualdad. Aunque esta mentalidad me la enseñó él, que puso en marcha la firma que menos sesgo de género hace en sus diseños”, nos comenta la mujer que confiesa haber aprendido grandes lecciones de este portento de la moda y de la alta costura, como el poder de la observación por encima del que se desprende de la palabra. Enseña con ejemplos. Como el que presenció cuando le veía llegar el primero a su puesto de trabajo e irse el último. Ahí lo entendió todo: el éxito se trabaja, requiere de esfuerzo y dedicación. No es un pensamiento simplista, al revés, no es fácil confiar a una sola carta la victoria de un negocio que hoy en día factura más de 2.350 millones de euros netos al año [datos recogidos al cierre de 2022], “pero su forma de entender la empresa es la misma que la de sus propuestas de estilo. Mi tío cree en un proceso de diseño por resta. Se va desnudando hasta quedarse con la esencia de una pieza: el pantalón perfecto, la chaqueta o el abrigo fundamental, el vestido negro definitivo…”.
Una forma de trabajar que se la debe a otra mujer, su madre: “Mi abuela sólo entendía la elegancia de esta manera, lo que ahora llamamos ‘menos es más’, ella solía decir que quien quisiera crear belleza tenía que crear lo necesario y nada más”. Consejos sabios que una vez Giorgio los tomó de una mujer para ahora trasladárselo a otra, la que muy probablemente sea su digna sucesora, aunque ella, Roberta, nos asegura que los rumores son eso, rumores. “No sólo yo formo parte del círculo más cercano de mi tío, él confía en muchos de nosotros para comprender ideas y deseos. Soy sólo una de las encargadas de ayudarle a dirigir la marca”, nos corrige. Aunque a nosotros nos gusta pensar que será esta aprendiz de cuna quien meza el universo creado por alguien cuya única intención fue crear una forma de vida, de manera amable, inspiradora y traviesa, como su sobrina nos asegura que es Giorgio, el hombre que creó Armani.
Sin confirmar ni desmentir que vaya a ser ella la sucesora del diseñador, por ahora es su mano derecha y el enlace de la firma con todas las celebrities planetarias, y la encargada de conversar con nosotros sobre una de las aventuras que mayor ilusión hacen a su tío: las dos nuevas aperturas de boutique en España, una en Marbella (Málaga) y la otra en Madrid, en Galería Canalejas. Ahora sabemos que no hay más razón en la decisión de ampliar las ubicaciones españolas de sus tiendas que el gusto del creativo por seguir agrandando su lista de vínculos con nuestro país. “Él siente que los españoles y los italianos tienen mucho en común. Ambos somos pueblos apasionados y compartimos profundas raíces culturales. Han pasado años y todavía no olvida cuando el Museo Guggenheim de Bilbao presentó Giorgio Armani: Retrospectiva como la primera exposición de la obra de un diseñador de moda. Qué emoción le produjo. Así que por eso te digo que estas dos nuevas tiendas son proyectos especiales para él, y para mí, que también amo vuestro país, especialmente sus películas”, recuerda mientras comenta la vinculación con el cine de Almodóvar [Armani contribuyó a gran parte del vestuario de Tacones lejanos (1991)].
Gracias a ella sabemos que, tras la imagen de hombre reservado, exigente y perfeccionista que destila su tío, se esconde un hombre risueño, con gran sentido del humor y abierto a compartir con su sobrina los consejos que su madre le dio. De mujer a mujer. Tal y como ahora hace Roberta cuando idea proyectos donde las protagonistas de las historias son unas mujeres como las que un día definió su abuela: bellas, que tras desnudarlas de todo tipo abalorios se quedan con lo necesario, con la libertad de vestir y afrontar sus vidas como quieren hacerlo.
Por eso, Armani no es una marca de moda, es un universo donde hombres y mujeres comparten la igualdad de ser, simplemente, personas. “Mi tío siempre soñó con crear un estilo de vida sin restricciones, y esto es exactamente lo que ha hecho. Lo que estamos haciendo”, comenta emocionada. Y, muy seguramente, lo que Roberta hará.