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Esta es la fotografía favorita de Marta Ortega y esta es la historia que hay detrás de ella

Este verano se celebró en la Galería Gagosian de Nueva York una muestra sobre Richard Avedon, uno de los fotógrafos de moda más importantes del siglo pasado. La exposición, abierta al público del 4 de mayo al 7 de julio, festejaba el centenario de su nacimiento. La exposición reflejaba seis décadas de su obra, incluida la serie ‘In the American West’ e imágenes del movimiento por la justicia social, así como retratos clásicos, publicidad y trabajos de moda. En el catálogo de la exposición varias personalidades eligieron su foto favorita del artista y escribieron un texto explicando su elección. La de Marta Ortega fue “Dovima con elefantes” y esto fue lo que contó: 

“Mi elección de “Dovima con elefantes” fue fácil. Dos grandes artistas –el propio Richard Avedon e Yves Saint Laurent– se unieron a la supermodelo de los años 50, Dovima, para crear una de las fotografías de moda más icónicas de la historia. Siento una profunda admiración por el trabajo de Richard Avedon y podría haber escogido cualquier foto de este artista, aunque mi elección de Dovima fue instantánea. Todos los elementos de la fotografía funcionan entre sí y están perfectamente ejecutados. Avedon sacó a la modelo de su habitual estudio y la situó en medio del Circo de París. Ahí está Dovima, con un elegante vestido de gala de Dior creado por Yves Saint Laurent, con sus brazos alzados entre dos majestuosos elefantes. Avedon fundió en ese instante la delgada línea que divide moda, arte y entretenimiento. Esta imagen rebosa creatividad, delicadeza y ligereza; en ella todo parece fácil. Transmite con elocuencia elegancia y fragilidad, y en el centro, el poder de la mujer. Es sin lugar a dudas una de mis fotos favoritas”. 

“Dovima con elefantes” apareció originalmente en un reportaje de 14 páginas sobre moda parisina publicado en la edición de septiembre de 1955 de Harper’s Bazaar, donde Avedon fue fotógrafo de plantilla de 1946 a 1965. En ese reportaje Avedon había fotografiado Dovima en un estudio y en varios lugares de París, incluido el Circo de Invierno donde se tomó esta imagen. “Vi a los elefantes bajo un enorme tragaluz…. Luego tuve que encontrar el vestido adecuado y supe que allí había potencial para una especie de imagen de ensueño”, confesó más tarde el fotógrafo. De hecho, el vestido elegido fue el primer diseño para Dior de Yves Saint Laurent, por entonces un joven de 19 años. En la fotografía, Dovima aparece serena y valiente, y su sinuosa figura posa dramáticamente entre dos enormes paquidermos que parece dominar. La encarnación fotográfica de la bella y la bestia. Los expertos consideran esta imagen como la más famosa en la historia de la fotografía de moda, tiene su propia entrada en wikipedia y en 2010 Christie’s la subastó en París por  841.000 euros, prácticamente el doble de la estimación inicial de la casa de subastas. Avedon, sin embargo, no quedó satisfecho con esta obra y la omitió deliberadamente de la autobiografía que publicó en 1993.

Richard Avedon nació en Queens, Nueva York, en 1923 y falleció en Tejas en 2004, víctima de un derrame cerebral. Tenía 81 años. Hijo de un inmigrante judío nacido en Rusia, su mirada estética y profunda se educó desde pequeño, cuando su padre comenzó un exitoso negocio de ropa en la Quinta Avenida, Avedon’s Fifth Avenue. A los 12 años se unió al club de fotografía de la Asociación Hebrea de Hombres Jóvenes y en 1942 se alistó en la Marina Mercante de Estados Unidos para trabajar como fotógrafo. El director de arte de Harper’s Bazaar, Alexey Brodovitch, se dio cuenta de que sus retratos tenían un llamativo trasfondo psicológico. Su trayectoria no tardó en despegar y revolucionó la fotografía de moda dotando a las modelos de vida, lejos de las poses hieráticas que acostumbraban a adoptar. “Cada retrato muestra más de mí que de la persona a la que fotografío”, contó Avedon sobre su obra. Avedon se casó dos veces, la primera con Dorcas Marie Novell, de quien se divorció sin tener descendencia. La segunda fue Evelyn Franklin, con quien estuvo durante más de 50 años y con quien tuvo a su único hijo, John. Su nieto, Michael Avedon, también es fotógrafo. Durante muchos años Avedon acudió a un sinfín de terapias con la intención de curar sus supuestas tendencias homosexuales, según escribió Philip Gefter en What Becomes a Legend Most: A Biography of Richard Avedon.

La salud mental de Dovima tampoco destacaba por su equilibrio. Dorothy Virginia Margaret Juba nació en Queens, Nueva York, en 1927. Hija de un policía y una ama de casa. Cuando era pequeña contrajo fiebre reumática, una enfermedad que en aquella época podía requerir hasta un año de reposo en cama. Pero su madre, excesivamente protectora y timorata, convirtió doce meses en siete años y educó a su hija en casa, entre algodones y mimada hasta un estado de perpetua vulnerabilidad. Le gustaba pintar y firmaba sus dibujos con las dos primeras sílabas de sus tres nombres, contaba la edición americana de Vanity Fair en un reportaje. 

Se convirtió en el rostro de Christian Dior y Balenciaga durante la mayor parte de la década de 1950, además de ocupar la mayoría de portadas de las revistas de moda de la época, pero la vulnerabilidad de su infancia se filtró en su vida personal y sus diarios estaban repletos de anotaciones sobre el abuso de los hombres.  Se casó tres veces pero ningún matrimonio funcionó. A pesar de ser una de las modelos mejor pagadas de su época –mientras la mayoría de maniquís cobraban 25 dólares la hora ella pedía 60, lo que que le valió el sobrenombre de ‘La chica del dólar por minuto’–, falleció arruinada. Antes de morir se trasladó a Florida, donde trabajó durante un tiempo como camarera en una pizzería. Cuando un periodista local la descubrió y le hizo una entrevista para saber cómo vivió aquellos años de éxito ella contestó: “Siempre me pareció como si estuviera viendo una película y yo saliera en ella, solo que realmente no era yo”. Falleció de cáncer de hígado en 1990 mientras un póster de “Dovima con elefantes” expuesto en la trastienda de la pizzería recordaba aquella vida de película.