Fue ella, Sinéad O’Connor quien marcó una época sin pretenderlo. Cantante y compositora de profesión, la aclamada intérprete de Dublín ha fallecido a los 56 años, según ha informado Irish Times. La irlandesa, que lanzó 10 álbumes de estudio y movió a masas con su canción más sonada, Nothing comparees 2 u [número uno del mundo en 1990 por los Billboard Music Awards], entre otros grandes éxitos, conquistó el look de moda de los años ochenta debido a una reivindicación adolescente. Una razón personal fue la que hizo que la cabeza de O’Connor se convirtiera en objeto de inspiración y, sobre todo, imitación.
¿Puede una madre alardear de un hija y degradar a otra? No debería, pero en la familia de Sinéad ocurrió. Lo contó ella misma en numerosas declaraciones concedidas a prensa y se recoge también en el documental Nothing Compares, dirigido por por Kathryn Ferguson e ideado por la cineasta como un homenaje a la diva que tocó el cielo una vez y descendió a la oscuridad en más de una ocasión. Con una vida hilada por una serie de catastróficas desdichas, partiendo de una infancia complicada y una relación parental compleja, una madre perfeccionista llevó a O’Connor a tomar la decisión más reivindicativa de su vida y, sin saberlo, la más trascendental para la época que le tocó vivir.
«De niña mi hermana tenía un hermoso y abundante cabello rojizo. Por eso siempre estaba celosa de ella. Era realmente bonito, pero sin saber por qué, mi madre se obsesionó con la idea contraria. Era feo, decía. Horrible, asqueroso», fue el principio de una tóxica relación entre madre e hijas. Lejos de dejar esta obsesión aislada de la lógica, la cantante decidió dejar crecer su melena para poder cortar por lo sano: «Cuando ya conseguí dejármelo muy largo pasé a ser yo el ojito derecho de mi madre. Me presentaba a mi como la hija bonita y a ella como la hija fea. Por eso me rapé. No quería ser linda, no a costa de suponer un insulto para mi hermana». Unas duras palabras que despertaron el genio creativo que hasta su reciente fallecimiento demostró tener.
Cortar por lo sano le dio a Sinéad la fuerza necesaria para levantar a un país, el suyo, de las butacas y movilizar a las masas hacia el centro de la pista de baile. Su aspecto andrógino y su personalidad arrolladora impulsaron su consideración de musa encima y debajo de los escenarios. En cuanto su aspecto comenzó a ser imitado, su fama se disparó y su cabeza rapada comenzó a ser fuente de inspiración de otras muchas mujeres que decidieron seguir la estela de la artista, no todas con una razón tan de peso como ella.
Natalie Portman, Katy Perry, Britney Spears, Anne Hathaway, Charlize Theron, Demi Moore, Kristen Stewart, Jessie J, Cate Blanchett, son algunas de las mujeres más destacadas del panorama social internacional que con su corte pelo al cero consiguieron continuar el legado de O’Connor y cambiar el estereotipo de mujer bonita, modificando así el canon femenino.
Si una lo hizo hace décadas para huir del piropo, otras han provocado liderar los primeros puestos de las listas de las mujeres más bellas del mundo (con el pelo rapado).