La trayectoria académica y profesional de Helher Escribano (Ibiza, 1986), fundadora de Ibicine –el festival de cine de la isla (Ibiza) que premia las categorías a mejores largometrajes y cortometrajes nacionales e internacionales– es apasionante y, sobre todo, inspiradora tanto para quienes buscan iniciarse en la industria del séptimo arte como para quienes sólo buscan informarse sobre los talentos que hacen de este país un lugar culturalmente mejor posicionado. Justo ahí está ella, esta licenciada en Arquitectura Superior (Barcelona y México), Cine (Madrid) y Dirección de Fotografía y en Producciones para Cine y Televisión, montaje y guión, que ha sido nominada a los Premios Goya y Feroz en varias ocasiones, con distintos producciones.
Con un amplio bagaje de conocimiento en su sector, en el año 2017 creó en Ibiza, su ciudad natal, Ibicine para posicionar este destino en el mapa de las referencias culturales, primero del país, después del continente y del mundo. Lo está consiguiendo, ya que se acaba de celebrar la sexta edición del mismo que ha culminado con una dosis extra de emoción, talento, música y sentido del humor, convirtiendo esta cita con el séptimo arte en un escaparate de talento nacional y en un festival (de cine) paritario. Concretamente, el más paritario de Europa, por delante de Cannes y San Sebastián.
Su influencia traspasa las fronteras del sector al que pertenece y ha sido premiado por la UNESCO como representante de España en las rutas de turismo cinematográfico Movie Travel. Todo un logro que Helher Escribano celebra con cada edición del festival y que materializa su maestría en la profesión: acumula más de 100 selecciones y nueve premios en festivales nacionales e internacionales por sus cortometrajes. Además, es miembro de CIMA y fundadora de la Asociación de Profesionales del Audiovisual en Ibiza, fundadora y presidenta de IACI y presenta de IBFF, también miembro del jurado de festivales nacionales calificadores a los Goya.
Desde FORBESW hablamos con ella de su trayectoria y del que hasta ahora es su proyecto más enriquecedor.
Desde muy temprano en su trayectoria profesional ya vio los frutos en forma de reconocimientos y nominaciones a los premios más destacados de nuestro país. ¿Qué pudo aportar su trabajo a la industria que otros profesionales no consiguieron?
Creo que haber estudiado Arquitectura ha sido clave en la manera en la que me he enfrentado siempre a las producciones en las que he trabajado; me dio una visión de las cosas diferente. La ‘revelación’, por así decirlo, de lo que era mi verdadera pasión me hizo confiar en dónde quería y debía estar, y siempre he pensado que sólo cuando haces lo que te apasiona logras ser el mejor en ello.
Así que supongo que, la pasión desmedida que siento por esta profesión más el background recibido de mis estudios de arquitectura, tanto en visión como en capacidad de trabajo, han hecho que quizá haya aportado ópticas diferenciales en algunos momentos de mi carrera.
Y, además, ha trabajado con directores importantes como Álex de la Iglesia. ¿Qué principales enseñanzas ha adquirido?
Álex me transmitió cosas que aún perduran en mi día a día: la capacidad de improvisación a base de talento que podía mostrar ante un plano secuencia que no estaba ni tan siquiera planeado, muy distinto de las enseñanzas teóricas del cine. Por otro lado, al ser una de mis primeras experiencias en grandes producciones pude sacar enseñanzas de cómo hacer algunas cosas y de cómo no me gustaría hacer muchas otras. Al final la realidad mata a la teórica o a los idealismos que nos formamos antes de pisar una producción de alto presupuesto.
De manera que ha estado vinculada a la producción del cine y de la fotografía desde tiempos académicos. ¿Cómo nació la idea de crear un festival de cine en una isla?
Ibicine nació de mi primer contacto con un gran festival, El Festival Internacional de Cannes. Allá por 2014 fuimos seleccionados por un corto en el que yo participaba como directora de fotografía. Era mi primer gran festival como asistente y mucho más como seleccionada, así que te puedes imaginar el impacto sobre mi forma de ver los festivales en ese momento. Fue una montaña rusa de emociones que me llevó a visualizarlo en Ibiza, la isla donde nací y crecí. En ese momento vivía en Madrid, o, mejor dicho, tenía mi base de operaciones allí, pero tenía claro lo que necesitaba Ibiza: un germen que iniciase de nuevo el movimiento del cine y su industria en la isla.
Y a Ibiza le hacía falta ese germen…
Sí, le hacía falta un movimiento cultural por el que situar la isla en un punto estratégico de cultura, en una cita anual imprescindible para cineastas y artistas.
Pensé que para ‘mover’ el cine en Ibiza de nada servía montar una productora, lo que tenía que hacer era atraer al sector. Me tildaron de pretenciosa en su momento, pero sé que no me equivocaba porque nada en la historia ha ocurrido de la noche a la mañana, todo es cuestión de tiempo, trabajo y de la búsqueda de un crecimiento sostenido y sostenible, aunque en nuestro caso ha sido en estos últimos años exponencial, pero siempre sostenible.
Aun así, ya se pueden ver los primeros resultados ya que, en tan sólo seis años de festival, se ha creado La Escuela de Cine de Ibiza, hemos conseguido tener por fin la Ibiza Film Commission y se están gestando más producciones profesionales y amateurs.
Los festivales son la semilla que hacen que los cineastas creen, se desarrollen, hagan contactos, rueden y muestren sus trabajos y el público de esos lugares crezca en conocimiento y pasión por el cine. Por lo tanto, creo que ese pequeño germen que visualicé está dando sus frutos, pero no debemos dejar de trabajar tan duro y tan profesionalmente como lo estamos haciendo hasta ahora en la industria del cine en Ibiza.
Hemos dado un primer paso para que renazca y ahora, en siguientes fases, nos tenemos que estabilizar para intentar convertirnos en un punto referencia, porque potencial para ello estoy segura de que ya lo tenemos.
Ibicine se define como «el primer festival de cine paritario de Europa». ¿Cómo ha conseguido crear coherencia y unanimidad para que esto suceda?
Me parece maravilloso que nos definan así. Soy una fiel defensora de la igualdad y por eso nunca me han convencido las discriminaciones positivas ni las cuotas. Creo en las personas y en los trabajos que desarrollan las personas. Si hemos conseguido esa coherencia y unanimidad se debe a que siempre he pedido tanto al comité como al jurado que no hicieran caso de los créditos de las películas o cortometrajes. Lo que se valora en los festivales son los resultados y en Ibicine, además, premiamos por categorías, ya que las películas se hacen por equipos de personas, y no tiene sentido sólo evaluar la mirada según de quién venga, sino el resultado. De este modo, si el resultado nos convence, llega y funciona, no sólo a nivel técnico y artístico, sino para las audiencias, el público, nuestro receptor, quiere decir que estará en nuestra línea editorial.
Y esa es la verdadera paridad, la elección del talento sin etiquetas. Sin presuponer que hay talento de género más allá del talento personal y del duro trabajo diario. Por eso me encanta que nos definan así.
¿Y desde el otro lado de la cámara también hay desigualdad de género en la profesión?
Sí. Yo cada vez las noto menos, pero siguen latentes. Yo he vivido episodios muy desagradables en esta industria en los que no quiero ni entrar, pero el resumen sería que he tenido que demostrar más mi valía, por ejemplo, como directora de fotografía, para hacerme el hueco o para sentir ese respeto, que compañeros hombres que no necesitaban demostrar nada. A pesar de ello, siento que haber tenido que hacer de más siempre me ha enseñado muchísimo y me ha obligado a tener que superarme a mí misma como directora que a muchos de esos compañeros que tenían el camino más allanado que yo.
Hablando de discriminación, ¿la ha sufrido como creadora de un formato tan potente o se ha sentido arropada en el proceso?
Como directora del festival ha sido un poco diferente, he sentido más discriminación por el hecho de ser ‘joven’ que por ser mujer. Frases como «es que eres demasiado joven», como si se fuera alguna vez demasiado joven, que es precisamente cuando se tiene la energía y el entusiasmo para empezar con proyectos así. También reuniones en las que directivos de empresas se dirigían antes a quien me acompañaba por ser más mayor que yo. Por eso cuando cumplo años siempre bromeo con que “así me empezarán a tomar en serio”.
En realidad, son ganas de quitarle a una las ganas, pero en realidad quienes no confiaban ni creían en el proyecto me daban más ganas de demostrarles que sí se podía. Y por eso, quizá ese ‘ser demasiado joven’ me dio fuerzas cuando otros u otras se hubieran resignado. Así que, gracias a ser joven, como ya he dicho, pude sacar adelante este pequeño gran monstruo que es Ibicine.
Le motiva la dificultad, pero si tuviera que nombrar un referente femenino en la industria, ¿quién sería?
Hay muchísimas mujeres que son referentes para mí en la industria. Como directora admiro muchísimo a Isabel Coixet, desde antes ni siquiera de dedicarme al cine me encantaban sus historias y su manera de contarlas, además es de las pocas directoras que opera la cámara en sus rodajes y me parece fascinante ese control de los personajes, de la acción y de la fotografía. Por ser operadora-directora quizás es mi gran reflejo. Esa dualidad le da otra visión, no solo en el ámbito femenino de la industria, si no como un referente sin género.
¿Y masculino?
Andrés Herráez, mi padre. No se dedica al cine, pero da igual, es un maestro del arte y de la vida. Además, es el creador del premio Astarté y todo el que viene a Ibicine le ama.
Volviendo a Ibicine, se acaba de celebrar su sexta edición. ¿Qué conclusiones saca?
Estoy tremendamente feliz porque en tan sólo seis ediciones hemos crecido mucho y hemos logrado estar en el punto de mira del sector. Ya somos, desde la quinta edición festival calificador a los Premios Goya de la Academia, algo que, si bien no creía que fuera a ocurrir tan pronto, ha surgido por la consideración que se nos tiene a nivel nacional. Lo que nos ha llevado al equipo de Ibicine y a mí, personalmente, a una autoexigencia aún mayor en nuestro día a día como responsables de mantener ese standard de calidad que nos otorgaron. Porque sabemos lo difícil que ha sido conseguir ese reconocimiento, pero también la dificultad de mantenerlo, cosa que no todos los festivales consiguen.
No ha sido fácil, pero han sido seis intensos años de trabajo muy duro en los que hemos ido creciendo y aprendiendo, adaptándonos a la crisis de la pandemia y convirtiendo los inconvenientes en ventajas. Todos los años vamos a mejor, pero todos los años sé que podemos ir a más.
Esta ha sido la edición que más se parece al festival que soñé cuando viajé a Cannes, cuando visualicé que en Ibiza debíamos tener un festival como ese: que engarza buenas producciones para el público y grandes sinergias entre la industria en la isla de Ibiza. En realidad, sólo nos faltaría tener el mismo presupuesto para ser Cannes (risas).
Acumula más de 100 selecciones y 9 premios en festivales nacionales e internacionales por sus cortometrajes. ¿Cómo ha reflejado toda esa experiencia en Ibicine?
Toda mi experiencia en festivales ha sido mi escuela a la hora de crear Ibicine. Antes había asistido a muchos festivales con mis proyectos como directora, de los cuales cogí ideas de lo que haría o no si creara un festival, hice muchísimos contactos, que es a lo que se va principalmente a un festival presencial. A raíz de crear Ibicine he participado, además, en muchos festivales como miembro del jurado y todos los años tengo un plan de promoción exterior del festival, una ‘gira’ por festivales nacionales e internacionales con el objetivo de promover Ibiza y su industria, hacer contactos y generar networking y movimientos en la industria.
Yo no estudié protocolo ni organización de eventos, pero sí producción de cine, así que al final yo traslado mis conocimientos a lo que quiero realizar y sobre todo me pongo en la posición de los tres pilares para mí más importantes de un festival: los cineastas, el público y el entorno.
Además, este último año he viajado a varios mercados con mi película en fase de desarrollo y de ahí también he aprendido sobre la importancia que tienen los mercados dentro de los festivales y que desde ahí se puede empezar a vertebrar la industria en la localidad, por eso, más allá de ser un festival de cortos con sección de largos, quiero que el nuestro sea un festival enraizado y promotor del cine a través del Mercado de Cine de Ibiza, Ibicine.
Este proyecto, que será mi ópera prima como directora de largometrajes, me llevará a poder vivir los mercados de cine desde el punto de vista de los creadores en primera persona, y podré también obtener más y mejores conocimientos de cómo un mercado puede ayudar a los proyectos. Me encantaría optar a entrar en laboratorios de creación o residencias, donde los proyectos son tutorizados por mentores. Ya tengo varias productoras interesadas, pero tras todo ese recorrido por mercados estoy segura de que podrá ser viable para rodarlo el próximo año.
Como ves, de mis proyectos como directora seguiré aprendiendo cómo mejorar Ibicine, es una rueda de conocimiento que no para y así espero que siga.
Si mira al futuro, ¿ve el formato de Ibicine adaptado a otros países?
Por supuesto. Ibicine es un festival que tiene sentido en Ibiza, en su entorno, pero de hecho estamos ya preparando el mismo formato en otra ciudad que no puedo desvelar. Ibicine es un festival de cine que nació dándole más importancia al cortometraje y desde ese punto ha crecido en secciones, como largometrajes o el foro de proyectos en desarrollo. Y, aunque tiene un carácter nacional, de valoración del cine español, con incursiones internacionales a través de la sección extranjera, la intención es seguir abriendo fronteras, como ya hemos hecho con la sección de cortos de escuelas de cine en nuestro festival.
Es un paso embrionario para lo que viene en breves, implicar a las mejores escuelas de cine de Europa en un proyecto de cortos de escuela que se lleven a concurso entre ellas en Ibicine, premios Astarté. Es la pequeña semilla internacional que puede desembocar en cualquier cosa, sin límites.
Y a nivel de facturación, ¿de qué tipo de empresa estamos hablando?
Pues estamos hablando de cinco años de una asociación sin ánimo de lucro, ya que el primero lo sufragué yo sola, sin expectativas de retorno, antes de fundar la asociación. Así que por ahora no podemos hablar de facturación, ya que todo el retorno que puede tener es y debe ser para sufragar los gastos que se generan del mismo festival.
La idea es conseguir la ayuda financiera suficiente para dar un salto más y gestionarlo desde el plano empresarial, con una empresa que permita facturar y redistribuir las entradas de dinero más allá a lo que te obliga una asociación sin ánimo de lucro.
Pero sin duda es un formato que tiene una capacidad de generar impactos muy alta, movilizamos este año una media de 4.000 espectadores presenciales en salas, más de 600.000 impresiones en Instagram, y el año pasado un total de 285 millones de lectores en medios, por eso tenemos en mente girar hacia el mundo empresa y poder seguir creciendo exponencialmente. A falta de encontrar un respaldo económico privado que nos ayude a virar en ese sentido y ya poder hablarte de un nivel de facturación que, según las previsiones que tenemos, sería más que interesante por todos los condicionantes que ofrece el Festival y más al estar encuadrado en la isla de Ibiza en el mes de abril.