La Kim Kardashian española, Georgina Rodríguez, es la protagonista del docureality de Netflix Soy Georgina, en el que narra cómo pasó de vender artículos de lujo en la tienda madrileña de Gucci a comprarlos compulsivamente. La serie a mayor gloria de la novia de Cristiano Ronaldo (imparables ambos en su camino de convertirse en otro matrimonio–marca como el de los Beckham) muestra, pues, un mundo tomado por las firmas más famosas y rutilantes. Entre ellas, las más conocidas de la alta relojería.
Si algo queda claro tras seguir a Georgina a través de su serie y de las redes sociales es que le pirran los relojes. No faltan nunca en sus looks pluscuamperfectos y bombásticos, como no falta un bolso birkin de Hermès (excepcional su colección). A ambos los cuenta por decenas y no hay ocasión poco significante (como ir a recoger a los niños al colegio) como para lucir los más brillantes.
Como suele suceder con las famosas e influencers, es difícil saber qué relojes son suyos y cuáles lleva con fines puramente publicitarios, si bien Gio no suele etiquetar a las marcas en sus redes sociales, por lo que entendemos que los pagó de su bolsillo. La única enseña de relojes de lujo que se cita en Soy Georgina es Chopard, porque la de Jaca (Aragón) es su embajadora.
El resto de piezas que le hemos visto en la muñeca (a las que no se hace ninguna referencia en la serie de Netflix) pueden ser suyas o de su pareja, porque si alguien en este mundo tiene una colección relojera de impresión, ese es Cristiano Ronaldo.
Sin embargo, la diferencia de tamaño de las muñecas de Georgina y de Cristiano es evidente. Ella atesora relojes de 33 mm, como este Happy Sport The First automático de Chopard, en acero y con bisel de diamantes (17.400 euros). Incluso su Lady–Datejust en oro amarillo con pavé de diamantes en la esfera (que ronda los 40.000 euros) de Rolex parece que mide unos escuetos 28 mm de diámetro. Claro que no siempre los lleva tan minúsculos.
Un modelo que me genera dudas sobre su origen es el que muestra en su docureality cuando está sentada, mientras le entrevistan. Brilla tanto que cuesta identificarlo, aunque bien podría ser el GMT Master II en oro blanco con diamantes engastados (conocido como GMT Master Ice) que hemos visto lucir a su novio. Es el Rolex más caro que ha salido nunca de la fábrica ginebrina (unos 434.000 euros). O tienen dos iguales o se los intercambian.
En el pasado Festival de Cine de Venecia Georgina llevó otro Rolex, el de la primera foto que ilustra este artículo, un curioso Day–Date en oro amarillo con dial en color lavanda (unos 50.000 euros) que no se encuentra en el catálogo actual de la marca. Y en su colección caben más Rolex, por supuesto. Al menos, un Cosmograph Daytona (uno de los modelos más deseados por los aficionados) con esfera de madreperla.
No solo de Rolex vive Georgina. Cartier (con un Panthère de oro amarillo con brazalete de tres vueltas de 38.700 euros) y Patek Philippe también se han hecho hueco en su caja fuerte. De esta última firma le hemos visto un Twenty~4 Automático en oro rosa con esfera chocolate y bisel de diamantes (42.530 euros) y un Nautilus automático de oro rosa con esfera plateada (46.160 euros).
¿Uno más? Otro celebérrimo reloj, el Royal Oak de Audemars Piguet en su versión full pavé, con más de mil diamantes recubriendo su caja y su brazalete de oro rosa y 25 diamantes de talla baguette como índices. Por piedras preciosas que adornen a la influencer no será.