Meryl Streep puede presumir de ser plusmarquista de muchos logros, pero el de ser la mujer más nominada a los Premios Oscars es el título que mejor defiende. Afinada y afiliada a este reto, su marca es muy difícil de superar: 17 nominaciones a la estatuilla en la categoría Mejor actriz y 4 en la de Mejor actriz de reparto. Un récord que no sólo le convierte en la actriz más veces nominada a estos premios otorgados por la Academia de las Artes y Ciencias Cinematográficas, también en la persona con mayor número de nominaciones en su currículum a los mismos premios.
Y en cuanto a los Oscars, sólo una actriz ha conseguido superar su marca. Katherine Hepburn gana la partida por tan sólo tener uno más que Meryl Streep en su vitrina. Cuatro estatuillas convierten a Hepburn en la actriz más veces oscarizada en la historia de estos premios, cuya primera gala tuvo lugar en 1929. Streep forma parte de ese total de 79 mujeres encargadas de levantar la estatuilla hasta la edición del año pasado. Un número muy pequeño de mujeres en ganar estos premios de Hollywood que se ve confirmado con un estudio publicado por The Guardian con motivo de la edición de estos el año pasado, donde se revelaba que sólo el 14% de los nominados (han sido más de 10.000 personas en los 92 años de historia) a los Oscars otorgados a la excelencia en logros cinematográficos son mujeres.
La actriz recopila más de 75 películas desde que comenzara su andadura en el cine, en 1977 con Julia; aunque fue su personaje en Kramer vs Kramer (1979), el papel que le dio la fama que hoy disfruta. Estas credenciales convierten a Streep en la plusmarquista oficial de los Oscars y en el nombre que siempre suena como primera opción en los repartos. Además del número de veces que su nombre ha estado ligado a este tipo de reconocimientos, su trayectoria profesional habla por sí sola: 400 nominaciones a premios y 149 ganados.
De entre sus cualidades destaca la capacidad de adaptación a los guiones y, lo que es mejor, a los personajes a los que da vida. Su facilidad para adoptar personalidades y acentos hacen de Streep una de las actrices mejor consideradas de la interpretación. La fuerza y el tono de sus líneas recuerdan mucho a las mujeres a las que ha dado voz en sus películas.
Sus logros cinematográficos se antojan fuente de inspiración para las nuevas generaciones, por otro lado, una marca imposible de igualar. Volviendo a su permanente estado de referencia en la industria, Meryl Streep ha conseguido alzarse como una figura indispensable, también fuera de los focos, y gracias a su discurso, entre otras razones.
No ofrece discursos templados. Su palabra directa y firme hacen de Streep una mujer con voz propia que, en la mayoría de sus guiones, acaba defendiendo a una mujer independiente que sale adelante sin más ayuda que la suya propia. Memorias de África (1985), Los puentes de Madison (1995), La dama de hierro (2011) o Los archivos del Pentágono (2017) son buenos ejemplos de su actitud ante la cámara. Muchas son también las ocasiones que fuera de un set de rodaje ha sabido hacerse con el cariño del público, la mayoría de esas lo ha conseguido con discursos emotivos, abiertamente políticos y cargados de sentimiento y, sobre todo, opinión. El arte de dar discursos que tan bien sabe hacer y pronunciar por cada lucha en la que cree.
A lo largo de los años, Streep ha utilizado su influencia como altavoz en la defensa de la igualdad de los derechos de la mujer, de género, y la insistencia por un cambio en la industria del cine y la sociedad. Su fama ha hecho que su lucha por distintas causas sume adeptos, recoja aplausos e impulse el cambio en los sectores que más reivindicaciones sufren. Licenciada y filántropa de las artes dramáticas, Meryl Streep lleva años siendo promotora de la necesidad de recibir una educación y benefactora de caridades y becas, siempre en un intento constante de promover el acceso a la formación de toda la sociedad.
Entre algunas de sus intervenciones, merece la pena recordar sus palabras en 2016, cuando todas sus apariciones públicas estaban encaminadas a dar voz a la brecha salarial entre hombres y mujeres y a llamar a la igualdad de género. Esto fue lo que dijo de su papel en Sufragistas: “Se trata de una película de época, pero si nos fijamos en las diferencias de sueldo y trato entre géneros que se dan en la actualidad, nadie me puede negar que la historia es moderna”. Su argumento cobra más fuerza al asegurar que su discurso no es nuevo ni está motivado por ninguna tendencia o corriente. Piensa lo mismo desde que era pequeña.
Su empeño incansable por mejorar las condiciones laborales de la mujer llevaron a Streep a poner en marcha el proyecto Writers Lab, una iniciativa que apoya a las mujeres guionista mayores de 40 años y un buen motivo para que Hollywood no tenga más remedio que romper la brecha existente entre hombres y mujeres. En su presentación, acompañó la explicación del proyecto con una declaración recordada con frecuencia: “Los hombres deberían darse cuenta de que algo no va bien cuando sus voces predominan por encima de la de las mujeres. Deberían mirar a su alrededor, en los puestos de trabajo, y ver si en la mesa hay mujeres; si no las hay, algo va mal. No hablo de que ellas hagan las cosas mejor, digo que las hacen de forma diferente. Por eso, no debe de ser una competición, tiene que ser una igualdad de oportunidades”.
Otro de sus discursos que pasarán a la posteridad es el que ofreció en la gala de los Globos de Oro 2017 contra Trump: “La falta de respeto invita a la falta de respeto y la violencia llama a más violencia, y cuando los que mandan usan su poder para abusar de otros, todos perdemos (…)”, fue sólo una de las frases que levantaron a todos de sus asientos para aplaudir alto y claro sus palabras. Una intervención a la que el por entonces presidente de los Estados Unidos respondió con un tajante: “Meryl Streep está sobrevalorada en Hollywood”.
No sólo es la estrella invitada, también es la más esperada. Y, visto lo visto, la más nominada.