Abogado de formación, Carlos Martorell (Barcelona, 1944) es hijo de quien fuera una eminencia médica internacional, el cirujano cardiovascular Fernando Martorell Otzet, pero en 1970 decidió dejar la comodidad de su entorno social y su carrera de abogado, porque sabía que no le iba a dar muchas satisfacciones, y se plantó en Ibiza, isla que había conocido unos años antes, con diecisiete, para hacer suya esa otra vida alternativa que, curiosamente, explotó por doquier, en múltiples y variadas facetas: el swinging London, el verano del amor de San Francisco, el mayo del 68 parisino, la meditación trascendental en “el Valle de los Santos”, en las faldas del Himalaya…
Martorell se codeó con miembros de la Gauche Divine barcelonesa, en el Bocaccio, y sus contactos derivaron en la organización de las fiestas de apertura de locales míticos de la noche ibicenca, como Pachá, Amnesia, Ku, El Divino y Naïf.
Él se define, fundamentalmente, como “relaciones públicas”. Una profesión de la que él creó el canon en España. No hay más que poner “Carlos Martorell Polifacético”, en YouTube, para que aparezca en la pantalla una vida de las que deja anonadado al espectador. Carlos es un personaje que se ha codeado con famosos como Andy Warhol, Julio Iglesias, Mick Jagger, Valentino, Roman Polanski, el arquitecto Ricardo Bofill, y con políticos y miembros de Familias Reales. Ha hecho de periodista, de fotógrafo, de decorador, de diseñador publicitario y de estilista de personajes públicos para reportajes de revistas, como Naty Abascal, Paloma Picasso, Juan Antonio Samaranch, Grace Jones o Ana Belén, entre otros. Y fue el estilista del escritor Terenci Moix cuando fue presentador del programa de televisión, de finales de los 80, “Más estrellas que en el cielo”, de Televisión Española.
En 1996 publicó su primera novela, “Réquiem por Peter Pan”, en Ediciones del Bronce del Grupo Planeta, novela que en una versión corregida y aumentada, “Réquiem por Peter Pan en Ibiza”, acaba de ser traducida al inglés y de la que un legendario productor de televisión estadounidense, Robby Amar, quiere hacer una serie.
Como decía esa canción de Astrud de 2004: “Hay un hombre en España que lo hace todo”.
El documental “Carlos Martorell polifacético” es apabullante.
Está bien, pero solo he podido incluir el 20% de todo lo que he hecho. Desde que lo realicé han pasado ya tres años, y ahora podría añadir muchas más cosas. Por ejemplo, me pasó algo sorprendente: me contrataron para hacer de modelo internacional para Desigual, una marca para gente muy joven. Y yo he aparecido, con todas mis canas, en las pantallas de cuatro metros de altura de las fachadas de las tiendas más importantes del mundo. Cuando me llamaron y me dijeron que iba a ser modelo para Desigual pregunté, en broma: “¿Qué es eso? ¿Una residencia de ancianos?”
No sé si conocías al grupo barcelonés Astrud y su canción que dice “Hay un hombre en España que lo hace todo”.
Sí, la recuerdo. En mi caso, mi trabajo principal ha sido las relaciones públicas, pero unas relaciones públicas hechas de forma distinta a como las hacen los demás. Porque los demás relaciones públicas contratan a uno que diseña la invitación, a otro que hace el catering, a un decorador, etc. Y yo me dedico a controlar y a diseñar absolutamente todo. ¡Hasta tuve que corregir el catering de El Bulli!, porque no era su especialidad. Diseño las invitaciones, la decoración, los espectáculos… Y he diseñado, incluso, vestuarios y sombreros para las modelos de alguno de mis eventos.
Todo lo que se hace está controlado por mí, porque soy un perfeccionista y me gusta la creatividad. Los invitados no vienen solo a un cóctel o a una cena y se van. Se quedan y disfrutan de mucho más. Porque en mis eventos suele haber música en vivo y espectáculos, para que la gente los recuerde.
¿Y cómo se produce ese salto de la Ibiza hippy, al Nueva York de Andy Warhol y convertirte en la persona necesaria para hacer inauguraciones espectaculares en varias ciudades del mundo?
Todo empezó en Ibiza, a raíz de las aperturas de las discotecas que hice en la isla, y de la promoción de hoteles y restaurantes. Gracias al éxito de mis primeros trabajos en Ibiza empezaron a llamarme marcas como Tiffany’s, Cartier, Loewe, Gucci, Etro, Dior, Calvin Klein, Armani, Rabat, etc. y empecé a moverme entre Ibiza y otras ciudades.
Debido a mi mentalidad de hippy reciclado nunca he tenido un despacho. Todos los trabajos los hago desde mis casas. Yo he tenido, y tengo, una secretaria a la que contrato solo un mes y medio, o dos, antes del evento. Y cuando se acaba el evento “adiós, querida secretaria”. Y me quedo a la espera de que vuelvan a contratarme.
En Nueva York organicé un fiestón impresionante, en el que tuve incluso que rehacer la decoración de una galería de arte, que había elegido mi cliente Macià Alavedra, que entonces era Conseller de Economía de la Generalitat de Catalunya. Trabajé todo un mes instalado en una suite del Hotel Plaza, yo solo y sin secretaria. Y el cóctel para aquella exposición de arte, seguido de una gran cena de smoking y traje largo, fue un gran éxito. Y lo mismo ocurrió para un gran evento de Llongueras, en París. Siempre he trabajado solo, contratando y dirigiendo temporalmente a profesionales y a una secretaria.
En el documental dices que tú eres la cigarra que ha hecho el trabajo para que la hormiga gane dinero. Sin embargo, todo lo que haces no es algo que se haga en dos tardes: Lleva muchísimo tiempo. Es decir, que como cigarra engañas mucho. ¿O te has permitido siempre trabajar dos meses y el resto del año has vivido de las rentas?
Cuando digo eso de la cigarra y la hormiga me refiero a que yo me he dedicado a mejorar la economía de muchas empresas y a ayudar a promocionarlas. Pero yo no he estado en nómina de ninguna empresa. Excepto un año en Televisión Española, como estilista de Terenci Moix.
Yo no me puedo permitir pasar los doce meses del año sin trabajar. Después de cada evento viajo, o descanso, mientras espero la llamada del siguiente cliente, porque yo jamás me he ofrecido a ninguna empresa. Siempre han sido las empresas las que me han llamado.
Si me pagaran un millón por cada evento, claro que cantaría como la cigarra y me iría a viajar por el mundo, que es lo que me gusta. Pero no sucede así. Ahora, por ejemplo, yo tengo un gravísimo problema porque el mundo de los eventos y del ocio nocturno de Ibiza están paralizados indefinidamente. Y espero que cambien las cosas porque yo vivo de los eventos. ¿Cómo, si no, me hubiese podido permitir viajar por ochenta y seis ciudades del mundo, o pasar tres meses en Nueva York durante diecinueve años? ¿Sabes lo que me costó pasar tres meses en Nueva York al nivel que yo viví allí? Igual pasaba cuando viajaba, por ejemplo, a la India: No me iba una semana. Me iba dos meses. Yo ganaba mucho dinero, pero me lo gastaba a continuación en esos viajes.
Recorrí muchos países del mundo. Me encantaba viajar por lugares cuando eran absolutamente auténticos y sin turismo. Cuando en Marruecos, la India, Kenia, Haití, Bali y todos esos lugares, la gente iba con turbantes, chilabas o saris. No como ahora, que van con una camiseta de Messi y el móvil en la mano. Yo he tenido la gran suerte de disfrutar de los años sesenta, setenta y ochenta viajando por un mundo sin turismo de masas. Cabalgué alrededor de las pirámides. ¡Vete ahora a las pirámides! y te encontrarás con treinta autobuses de turistas. Se han hecho exposiciones con las fotos que hice en esos viajes exóticos. Yo no me he dedicado a ahorrar. Me he dedicado a disfrutar de la vida. A todo plan.
Pero no has parado. Entre llamada de cliente y llamada de cliente, ¿cuánto tiempo pasaba?
Pues depende de cada momento. Ha habido momentos de mucho trabajo y momentos sin trabajo. Ahora no hay nada. Este verano del 2020, yo tenía cuatro grandes eventos contratados. Y me los cancelaron.
La presentación de La Revista del Grupo Zeta, en el Círculo de Bellas Artes de Madrid, ¿fue quizá el evento más descomunal en cuanto a presencia de gente famosa que has organizado?
Sí. Fue un evento impresionante contratado por Antonio Asensio. Asistieron políticos de derechas y de izquierdas, realeza, aristocracia, artistas, alta sociedad y muchos empresarios importantes. El presentador fue Jesús Aguirre, Duque de Alba. Trajimos una orquesta de Nueva Orleáns. Y el catering lo puso el restaurante Jockey, y costó una fortuna.
Vivía todavía el alcalde Tierno Galván, y por ahí estuvo toda la famila de Alba, Sabino Fernández Campo, jefe de la Casa Real, Manuel Fraga, Santiago Carrillo, los Príncipes de Saboya… Y vino de Miami Julio Iglesias en su avión privado, cuando estaba en el cénit de su carrera,. ¿Vino solamente para eso?
Sí. Julio vino solo para ese evento y después regresó a Miami, donde fui a entrevistarlo y a retratarlo para una portada de la revista Lecturas.
En el documental decías que eras un chaval reservado y solitario. Pero luego te conviertes en el organizador de fiestas y eventos más importante de España.
Me refería a que, en los recreos del colegio, en vez de estar jugando al futbol o correteando y chillando, yo prefería apartarme para dedicarme a la lectura. Pero tenía muy buena relación con mis compañeros, porque soy una persona muy sociable. De lo contrario no podría ser un relaciones públicas.
Pero yo no estoy capacitado para ser un empresario. Como empresario sería una nulidad. Hace poco, me ofrecieron ser el director del KM5 de Ibiza, para cuando reabra. Y no acepté. Les dije que podría asesorarles, ayudarles en la decoración, organizar una buena fiesta de apertura, cenas con la mejor gente, y conseguir publicidad en los medios. Pero si yo fuese el director les hundiría el negocio.
Tus novelas ya existían antes de la pandemia. ¿Qué estuviste haciendo durante el confinamiento?
Estuve releyendo mis diarios, porque yo cada noche escribo cuatro frases de lo que he hecho durante el día. Los releía y veía que los eventos de lujo que se hacían antes, con grandes cenas de smoking, traje largo, orquestas, etc., ya no se hacen. Antes se organizaban con mucha frecuencia. Pero, hoy día, los eventos son para influencers, en los que se ofrecen solo unos canapés, en una boutique, y pincha un dj del chunda chunda. En eso consisten los eventos para las redes sociales, que salen mucho más baratos, pero no tiene ningún atractivo.
Dedico también mucho tiempo a revisar la cantidad de books de prensa que tengo, y a poner orden en un montón de documentos. Y he empezado a escribir anécdotas divertidas que he vivido con personajes muy famosos. Las escribo para no olvidarlas, pero no para publicarlas.
A mí me ofrecieron dinero para estar en un programa de televisión hablando de cierto tipo de cosas. Sabía que no me pedirían que hablase de lo buen profesional que es un famoso, sino que contase con quién se acuesta y chismes de esa índole. Yo he sido recibido en casas y en barcos de muchísima gente famosa y podría contar anécdotas de todo tipo. Pero soy incapaz de contarlas. Sé que un libro de chismes se vendería mucho más que mis dos novelas. Un relaciones públicas tiene que estar “públicamente relacionado”. Si yo contase cotilleos se me acabaría la relación con todos esos personajes. Me pagarían muy bien y me haría famoso ¿Pero quién querría venir a un evento mío si yo me dedicase a contar chismes? A mi me define una frase: “Prestigio, sí. Popularidad, no”.
Hace poco publiqué un artículo en el Diario de Ibiza sobre el lado oscuro de la fama: Lo que tienen que soportar y sufren los famosos tras perder su privacidad. Con la fama se forran. Pero puede suceder que hasta una persona del servicio doméstico venda fotos íntimas o, incluso una braga, de una famosa. Hemos llegado a este punto.
Ahora estoy publicando artículos en el Diario de Ibiza, chistes que dibujo y contraportadas en el Periódico de Ibiza, sobre personajes famosos internacionales, en las que incluyo una foto del famoso relacionada con su trabajo y otra foto del personaje conmigo. Todos esas contraportadas son sobre famosos amigos míos que tengan una casa en Ibiza.
Si yo me hubiese prestado a la popularidad, podría estar ganando mucho dinero, pero tampoco podría estar haciendo la vida de libertad que disfruto.
Tengo entendido que hay planes para convertir en serie tu novela Réquiem por Peter Pan en Ibiza. ¿Quién se encarga de la producción?
El año pasado me llamó desde Los Ángeles una persona que hablaba en un perfecto español. Dijo que se llamaba Robby Amar y que era el vicepresidente de Gaumont International Television, una productora importantísima americana. Me dijo que le había encantado mi novela y que se acordaba mucho de mí, cuando era niño. Y yo me quedé de piedra. Resulta que, al lado de mi casa, había un pequeño restaurante de un francés que se llamaba Marcel, que tenía un hijo.
Ese hijo, llamado Robby, desapareció un buen día del barrio y se fue a estudiar y a vivir a Estados Unidos, y acabó siendo el vicepresidente de Gaumont International Television. Yo no tenía ni idea de que la persona que me llamaba era ese niño, que seguía enamorado de la Ibiza que conoció de pequeño, y que quería buscar financiación para llevar mi novela al cine. Y esa idea me encantó.
Pero, de repente, abandonó Gaumont y, ahora, quiere producir por su cuenta, y sigue buscando financiación. A mi me encantaría que el financiero fuese español. Yo me he ofrecido a colaborar en el guión, el casting, el vestuario y las localizaciones. Porque la Ibiza actual no tiene nada que ver con la Ibiza hippy. Sería muy importante que yo colaborase en el casting, porque los americanos son muy propensos a usar jóvenes actores muy atractivos, pero algunos de los personajes de mi novela son mayores o no muy guapos. Y la autenticidad es muy importante.
La novela se publicó en 1996 con el título de “Réquiem por Peter Pan” y se reeditó hace unos años como “Réquiem por Peter Pan en Ibiza”. Ahora ya está traducida al inglés y disponible en formato digital en Amazon, desde hace unos meses. Y también está en Amazon mi novela “La memoria enjaulada”, sobre el Alzheimer.
¿No te bastaría con llamar a alguno de tus infinitos amigos que puedas tener en el mundo del cine o la televisión?
Yo soy muy bueno para promocionar empresas. Si la revista Forbes, por ejemplo, necesitase hacer un fiestón, en Barcelona o en Madrid, yo lo organizaría sin problema. Pero, en cambio, soy incapaz de promocionarme a mí mismo. Lo único que he hecho para promocionar mis varias profesiones ha sido mi documental, con el realizador Sergio Piera. Yo soy incapaz de llamar a alguien para que me ayude financiando algún proyecto mío. Aunque ahora quiero intentarlo para el tema de la serie de televisión.
Por mi vigésimo séptimo cumpleaños, Elsa Peretti, la diseñadora de joyas de Tiffany’s, me regaló una cena con Bernardo Bertolucci en Nueva York, cosa que sale en mi documental. Y el famoso director me dijo: “Si quieres dinero no tendrás libertad. Y si quieres libertad no tendrás dinero”.
Yo elegí la libertad, porque a los hippies reciclados, como yo, no nos obsesionan ni la fama ni el dinero.