Conocidos por sus acciones para paliar el hambre y como expertos en nutrición, desde la organización que nos ocupa tienen claro cual es su misión principal: luchar no solo contra las consecuencias del hambre sino también contra las causas que la provocan. Una de esas principales causas es la falta de acceso a los medios de vida que se soportan en un empleo, un pequeño negocio o un sistema de protección social que permita el acceso a bienes y servicios básicos a aquellas personas con difícil acceso al mercado laboral. De ahí que encuentren en la intermediación entre estas personas y el mercado laboral una potente herramienta para combatir el problema del hambre.

En España, trabajan con personas desempleadas, que se encuentran en riesgo de exclusión y que luchan por salir de esa situación. “Adaptamos para nuestra actividad metodologías de aprendizaje de las escuelas de negocio con el fin de que las personas vivan una experiencia nueva y transformadora en sus vidas”, comenta Luis González, director de Ingeniería Técnica y Acción Social de Acción contra el Hambre, que lleva más de 12 años aportando su experiencia a la entidad.

Desde la ONG ofrecen coaching en competencias personales y profesionales, formaciones vivenciales mediante metodologías ágiles en oficios demandados en el mercado laboral. Además, “conectamos a las personas con una red de empresas con las que compartimos propósito social”, apunta González, ofreciéndoles la oportunidad de incorporar en sus equipos a estas personas preparadas y comprometidas con su futuro.

En el año 2013, pusieron en marcha programas de empleo y emprendimiento inclusivos para contribuir a la recuperación de los medios de vida de las familias. La alta temporalidad, salarios bajos y otras condiciones precarias acercan a las personas al círculo de la pobreza, la exclusión e incluso la inseguridad alimentaria y nutricional. Esta realidad se está asentando en nuestro país y comienza a vislumbrarse como un problema estructural que se refleja con indicadores como la tasa de riesgo de pobreza. Además, la actual crisis sanitaria provocada por la covid-19 y que ha desembocado en una crisis económica y social, no presenta un futuro a corto y medio plazo que pueda mejorar estos macro indicadores.

La otra derivada de la crisis es el aumento de la desigualdad en España. Las personas con menores ingresos perderían, proporcionalmente, ocho veces más renta que las más ricas. El número de personas pobres en España puede aumentar en más de 700.000 personas, hasta alcanzar los 10,8 millones. Siendo las más afectadas, según datos del informe AROPE, hasta el 26% de las mujeres ya que cumplen alguna de las tres situaciones para estar en situación de riesgo de pobreza o exclusión social. Aquellas con edades entre los 16 y los 29 años son las que, con un 33,8%, tienen un porcentaje más alto de riesgo de pobreza y/o exclusión social; seguidas, a continuación, por los hombres de su misma franja de edad.

Generalmente acuden a Acción contra el Hambre personas que ya viven en una situación de vulnerabilidad pero que a consecuencia de la crisis sanitaria y económica de la covid han visto agravadas aún más sus necesidades. Personas desempleadas de larga duración, mayoritariamente mujeres, que han visto cómo sus ingresos familiares se han reducido al suspenderse algunas de las actividades que realizaban en economía informal. También se han incrementado las personas que sin una red de apoyo han perdido su empleo durante el confinamiento y por primera vez tuvieron que afrontar esta difícil situación.

Pero la crisis no solamente ha impactado más sobre las mujeres, sino que lo ha hecho especialmente sobre aquellas que ocupaban puestos de menor cualificación y sobre las que estaban en búsqueda activa de empleo. De forma general, “han sido ellas quienes se han hecho cargo del aumento de horas destinadas a los cuidados de menores y mayores dependientes debido al cierre de colegios y centros de día”, añade Luis González. Esta asunción de roles de cuidados de manera desigual con los hombres ha impactado en abandonos de empleo y en postergar su búsqueda de empleo para gozar de una mayor independencia económica.

Juventud y empleo

España es uno de los países de la OCDE con más jóvenes que ni estudian ni trabajan. El 22,8% de quienes tienen entre 15 y 29 años se encuentran en el grupo conocido como ‘ninis’, cuando la media de nuestro entorno es del 14,5%. La transición de los estudios al mundo laboral es cada vez más compleja y esta condición puede acarrear un deterioro de las competencias, desmotivación y subempleo.

Pero no todo iba a ser negativo en la pandemia pues, ha habido un incremento de la demanda de servicios de emprendimiento por parte de jóvenes que ven en el emprender una oportunidad hacia dónde dirigir su vida. Y es que, el interés en el emprendimiento siempre aumenta en épocas de crisis. Por eso, desde Acción contra el Hambre, acompañan también a personas que han identificado oportunidades de negocio. Les asesoran de manera responsable durante la creación y consolidación de pequeños negocios mediante formación, entrenamiento en competencias emprendedoras y les facilitan el acceso a entidades financieras con quien comparten propósito social.

Antes de la crisis económica provocada por la covid-19 “contábamos con una tasa de supervivencia del negocio después de un año de un 80%”, comenta Luis González. Pero durante el confinamiento la supervivencia de los negocios se ha visto muy afectada. Teniendo que redoblar esfuerzos desde la ONG. “Durante este periodo hemos reforzado nuestro asesoramiento técnico para la digitalización de servicios y estrategias de marketing digital. En este entorno de incertidumbre donde la digitalización está siendo factor clave, ha sido la gente joven quien más predisposición está mostrando para emprender”, añade el director de Ingeniería Técnica y Acción Social de la entidad.

Dentro de las herramientas de las que dispone la ONG encontramos que tiene un gran peso en la respuesta ante esta crisis económica y social el Fondo Social Europeo (FSE), no solo para Acción contra el Hambre, sino para toda España. “El FSE es el fondo europeo para las personas, y el ser una ONG beneficiaria directa del FSE nos ha permitido responder de manera ágil e inmediata a las necesidades de las personas que peor lo estaban pasando”, apunta Luis González. Para lograrlo también han contado con la colaboración de instituciones nacionales, autonómicas y locales con quienes han trabajado mano a mano para llegar mejor a más personas.

Todo comienza con la alimentación

En este contexto de crisis y precarización laboral, acceder a una alimentación saludable es para muchos un auténtico reto debido a que muchas familias han visto reducidas sus ingresos. Esta reducción tiene un impacto negativo en la dieta, en donde se sustituyen alimentos ricos en vitaminas y proteínas por otros alimentos más económicos y de menor valor nutritivo. El consumo continuado de estos productos puede tener efectos negativos en la salud física y mental, como puede ser el sobrepeso y la reducción de los autocuidados, respectivamente.

“La salud y la autopercepción son dos factores fundamentales para iniciar un proceso de búsqueda activa de empleo”, aclara Luis González. Por otro lado, las empresas cada vez apuestan más por políticas de RRHH y de RSC que fomentan hábitos saludables y por personas con habilidades en competencias personales y profesionales en donde la confianza en uno mismo es fundamental.