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«A veces nos falta alma; damos números de muertos con una frialdad increíble»

"A veces nos falta alma; damos números de muertos con una frialdad increíble"
Fotografía: Jaime Partearroyo

Licenciada en Periodismo por la Universidad San Pablo CEU, Cristina Ónega Salcedo (Madrid, 1975) inició su carrera profesional en los Servicios Informativos de RTVE en 1997. Dos años después, en 1999, pasa a formar parte de la redacción de los telediarios de TVE en el área de política y durante trece años se ocupó de la información de Tribunales de los informativos. En 2012 es nombrada responsable del área de Nacional de los informativos y en enero de 2014 dejó la televisión pública para ocupar el puesto de directora de la Oficina de Comunicación del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ).

En este tiempo ha formado parte, entre otras iniciativas, del Grupo de Transparencia del CGPJ y se ha encargado de la coordinación de las Oficinas de Comunicación del Tribunal Supremo, de la Audiencia Nacional y de los Tribunales Superiores de Justicia. En septiembre de 2018, regresa de nuevo a RTVE, pero en este caso como directora del Canal 24 horas.

Hija del reconocido periodista Fernando Ónega, ha sido galardonada con varios premios en su carrera, entre los que destacan, el que recibió del Colegio de Abogados de Madrid y el Premio Mariano José de Larra a la mejor labor periodística realizada por una profesional menor de 30 años, otorgado por la Asociación de la Prensa de Madrid. “Es quizá el premio con uno de los nombres más bonitos de la profesión… un premio de la asociación de la prensa, de mis compañeros”, señala.

En septiembre de 2018 es nombrada directora del Canal 24 horas de RTVE. ¿Cómo es dirigir un canal de noticias, en estos tiempos tan com- plicados por la crisis sanitaria, económica y social?

En estos tiempos… te asegura, como poco, ¡taquicardias! Es duro, es intenso y es emocionante. Lo nuestro es adrenalina pura… es decidir en segundos, es guiarte a veces por el instinto, es no bajar la guardia, es traducir rápido para llegar a un titular, es competir para llegar el primero, es tener la ilusión de contar, es priorizar una señal, es, sobre todo, vibrar con la información y con la última hora. Todo eso es el trabajo del Canal 24 horas. Detrás de lo que se ve en la pan- talla hay mucho, muchísimo trabajo de editores, redactores, personal técnico… y hay angustias y alegrías. No hemos parado ni un momento durante el confinamiento para cumplir nuestra función de servicio público.

¿Qué balance hace de estos dos años?

Está siendo una etapa apasionante, llena de retos diarios. O te diría más: cada hora, cada minutado, es un reto por la cantidad de información y la rabiosa actualidad… Y ya sabes, en este oficio y, singularmente en la tele, el día después vuelve a ser un desafío.

¿Han recibido presiones en el Canal 24 horas durante la crisis del coronavirus?

Trabajamos bajo la presión del directo continúo, que no es poco.

¿Alguna vez le han impuesto algún invitado?

No. Los equipos de edición proponen a los entrevistados. Los editores eligen a sus invitados de acuerdo siempre a un criterio informativo. Yo también hago propuestas… Por supuesto, debatimos, reflexionamos, nos planteamos cómo y en qué momento se presenta el invitado, hablamos de las preguntas… Y dudamos, claro. Creo profundamente en el trabajo en equipo. Juntos valemos más.

En el Canal 24 horas hay entrevistas políticas, sociales, económicas, culturales… Intentamos prestar atención a las minorías y procuramos que todas las opiniones queden reflejadas. Somos obsesivos con buscar el equilibrio, con poder argumentar por qué elegimos una entrevista y no otra. Si, por ejemplo, vamos a hablar de eutanasia queremos saber y escuchar los argumentos a favor y en contra. Todo el mundo debe ser escuchado.

¿Cómo es la interacción del Canal 24 horas con sus telespectadores en la era de las redes sociales?

La cuenta del Canal 24 horas – que ahora es @Rtvenoticias – la maneja el departamento de redes de Rtve. Estamos en contacto continuo. Ellos están viendo todo el tiempo el canal, hacen los cortes de las entrevistas, incluyen los urgentes en las redes, nos guían con hashtag, nos alertan si salta algo en cualquier parte del mundo…. Por ejemplo, cuando se produjo el incendio de Notre Dame la primera alerta la tuvimos por Twitter. Un compañero de redes, Gaspar Simón, nos alertó de que había muchos tuits sobre un incendio en Paris. Confirmamos y fuimos los primeros en centrarnos en esa información…

Somos un canal de noticias, no entramos a valorar opiniones ni información. No comentamos noticias. Procuramos que sea una relación limpia, honesta y no conflictiva.

¿Qué transformación como medio debe afrontar el Canal 24 horas ante las nuevas tecnologías y la revolución digital que nos viene?

Ya estamos viviendo esa revolución. Ya está aquí. La forma de informarse de mis hijos adolescentes no tiene nada que ver con la mía… Han cambiado muchas cosas desde la forma de contar a la forma de ver televisión. Todo es más corto, más directo, más visual, tiene que llegar a tu móvil. Lo que no se puede conseguir en un click, no existe. A nosotros nos “echaban cosas por la tele”. A ellos nadie “les echa nada”. Eligen lo que quieren ver, cómo, cuándo y dónde y en qué soporte.

El Canal 24 horas debe aprovechar esa revolución digital y subirse al carro para ser capaz de llegar a esos jóvenes, de ser referencia para ellos.

Las fake news están irrumpiendo con fuerza en los medios de comunicación ¿Tienen establecido algún filtro para impedir que pueda ocurrir?

Sí. Hacemos comprobaciones que, al final, muchas veces son las mismas que ha hecho el periodista desde el inicio de los tiempos, las mismas que te enseñan en la facultad o que haces cuando te cuentan una noticia. Cómo llega, de dónde viene, cuándo se ha grabado, quién lo ha hecho… son preguntas que o están claras o no se puede emitir. Como a todos los periodistas, supongo, me aterroriza dar una información falsa o equivocada. Ante la duda, la consigna siempre es esperar. Y hemos esperado muchas a veces…. ¡Ay! Esa frase de “lo da todo el mundo”… y tener que decir “no lo tenemos aún”… No importa que seamos los últimos. La televisión pública no se puede confundir.

Todos los días me acuerdo de una frase de la periodista Pepa Bueno. Ella decía “nunca nos podemos confundir en los datos”. Pues eso. Nos podemos confundir en una apertura, en la selección de titulares, pero no nos podemos confundir en los datos ni en una imagen falsa o una noticia falsa. Y basta que te diga todo esto para que nos pase.

¿Cómo vive una periodista esta pandemia que estamos padeciendo y qué papel cree que deben de tener los medios de comunicación?

El papel de los medios es importantísimo. Los medios de comunicación tienen que servir para explicar lo que está pasando con objetividad y, ojo, con sentido crítico. No deberíamos contribuir a la crispación ni al debate de lo absurdo… A veces creo que nos falta alma… damos números de fallecidos con una frialdad increíble. ¡Y son vidas! Esta pandemia la vivo como todos, supongo, con días de más esperanza y otros, con desolación. He llorado mucho durante la pandemia. Fíjate, ahora recuerdo, la tarde que supimos que Defensa había encontrado ancianos fallecidos en las residencias, contamos la información, lanzamos el urgente, abrimos los informativos… horas después se me cayó el mundo encima… Los periodistas llevamos esa especie de escudo que solo te dice “hay que contarlo”. Las lágrimas llegan después…

Actualmente la situación política en España está muy crispada. ¿La clase política se está cargando el poco crédito que les quedaba?

Es verdad que a los ciudadanos nos está empezando a costar creer en algo… Creo que en la política hay personas que son auténticos servidores públicos. Yo a los políticos les pediría menos reproches, menos crispación, más acuerdo, más consenso, más debate sereno, más ideas.

Durante trece años se ocupó de la in- formación de Tribunales en los informativos de TVE. ¿Cuál fue el caso de los que cubrió, que le impactó más?

Todos los casos de terrorismo. Aún recuerdo la sala blindada de la Audiencia Nacional. El dolor de las víctimas… Me han impactado también las instrucciones de los casos de corrupción, tan similares siempre… y el trabajo duro y constante y paciente de los jueces de instrucción en esos sumarios. Los tribunales te enseñan que nada es blanco o negro, siempre hay varias versiones, que existe la presunción de inocencia – que nos olvidamos de ella- y que lo que queda cuando pasa eso que ahora llaman “relato” es la verdad judicial.

Ha trabajado en la coordinación de las Oficinas de Comunicación del Tribunal Supremo, de la Audiencia Nacional y de los Tribunales Superiores de Justicia. ¿Qué le parece el periodismo que se hace de Tribunales?

Es un periodismo con letras mayúsculas. Los periodistas de tribunales son los sabuesos de este oficio. Periodistas que no tocan moqueta, que están en la calle, que esperan, que no se fían de la palabra, que siempre quieren ver el papel y encuentran la noticia en la letra pequeña… Creo que en España se hace un buen periodismo de tribunales.

¿Cómo ve actualmente la profesión periodística?

A mí me gustaría romper una lanza por mis compañeros… creo que trabajamos desde la honradez y muchas veces mal pagados, mal tratados y con ho- rarios infernales.

Y dicho esto, también creo que a veces nos falta sentido crítico, nos falta autocrítica y nos faltan preguntas. Claro, que no siempre nos dejan o podemos preguntar.

Las facultades de Periodismo están llenas de mujeres, pero directoras de periódicos en España hay muy pocas. ¿A qué cree que es debido?

¡Si hubiera una única razón estaríamos mandando en todos los ámbitos de la vida! Creo que no hay un único motivo. Es un asunto más complejo. Si me ciño a su pregunta, tiene una respuesta sencilla: no las hay porque hasta donde sabemos, no se lo han ofrecido, no por una cuestión de capacidades. Hay que seguir avanzando, pero creo que se está rompiendo esa tendencia de que un hombre elige a otro hombre.

Muchos analistas vaticinan que el futuro de la prensa no pasa por seguir editando en papel. ¿Qué opina?

Hay que seguir editando en papel. Creo que los editores, o los gestores, no han encontrado la fórmula para combinar la edición digital con la impresa y que eso sea rentable. Con los libros ocurre un poco lo mismo… ¿el mercado digital hará que se dejen de editar libros?

Me plantea un gran debate. La tecnología, la revolución digital genera muchos cambios, cada sector es diferente, con características propias. Hay que analizarlos todos y saber cómo se pueden combinar porque se complementan. No es posible vivir sin revistas, sin periódicos, sin libros…. Tampoco es posible, y me gustaría destacarlo, hacer periodismo sin dinero. El periodismo cuesta dinero. No es gratis.

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