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Forbes 30 Under 30 | Georgina Rodríguez: «Nunca he vivido por encima de mis posibilidades sólo por aparentar»

A punto de estrenar la tercera temporada de su docureality, ‘Soy Georgina’, la influencer española con más seguidores del mundo habla de la conquista del éxito antes de los 30.

Fotografía CHARLY CALDERÓN. Vestido de Nina Ricci y joyas de Pasquale Bruni.

Un conocido proverbio chino dice aquello de “ten cuidado con lo que deseas porque puede que se haga realidad”. Y para Georgina Rodríguez (Buenos Aires, Argentina, 1994), los dichos funcionan como un algoritmo: el conjunto de instrucciones –o contenidos– que se observan, mejor aplican.

Cuando era una niña, esta modelo y empresaria, recuerda que Blancanieves, Pocahontas o Cenicienta eran sus personajes favoritos de las películas de Disney que veía a todas horas. Quién le diría entonces que, años después, una carambola del destino hizo que su particular cuento se hiciera realidad: un encuentro con el futbolista Cristiano Ronaldo dio un giro completo a su vida y, la que fuera dependienta de una tienda de lujo en Madrid pasó, como rezaba la primera temporada de Soy Georgina, en Netflix, de “vender bolsos a coleccionarlos”. Hoy, a punto de estrenar la tercera entrega de su reality, confiesa estar tan ilusionada con el proyecto como el primer día.

Pero, ¿cómo ha construido su éxito en los últimos años? Según cuenta a Forbes, “a base de determinación”. Georgina encarna el espíritu de la mujer hecha a sí misma sin complejos: “Estoy muy orgullosa de mi trabajo y de cómo he gestionado mi carrera, encontrando el equilibrio entre mi dedicación profesional, personal y familiar”, dice refiriéndose al que para ella es su mayor logro, haber formado una gran familia junto a su compañero de vida y los seis hijos de ambos: Junior, los mellizos Eva y Mateo, Alana, y los gemelos Bella Esmeralda y Ángel. La terrible pérdida de su pequeño Ángel le hizo reafirmarse aún más en que las cosas que de verdad importan no tienen precio.

La ambición de Georgina sólo tiene una línea roja: su vida familiar. De hecho, es sabido que no asume proyectos si coincide con eventos o fechas especiales con los suyos. La empresaria maneja sus negocios desde Arabia Saudí, donde reside desde hace dos años por el traslado de Cristiano al equipo de fútbol Al Nassr. La distancia no le impide coger un vuelo privado para asumir campañas o cualquier otra tarea profesional: “A mis hijos procuro inculcarles el valor del esfuerzo, la constancia y el trabajo. Queremos que entiendan y valoren lo afortunados que son pero, por encima de todo, que aprendan a respetar a las personas”. Y para ello, aplica el mejor consejo que le dio su madre: ‘Haz el bien y no mires a quién‘. “Siempre me han inculcado que no hay que apagar la luz de nadie para deslumbrar tú mas… También que me centre en mí y haga oídos sordos a todo lo negativo del exterior. Son consejos que han forjado la mujer que soy, y que ahora traslado a mis hijos para que ellos también lo sigan”.

La palabra éxito le remite al que, para ella, es su mayor logro: “Haber conseguido formar esta familia tan maravillosa que tenemos, sentirme tan amada como me siento y estar rodeada de gente buena y real que me quiere, me valora y en la que puedo confiar completamente. Ese es el verdadero éxito de mi vida”.

Fotografía CHARLY CALDERÓN.
Jersey y guantes de Ferragamo y joyas de Pasquale Bruni.

Sin embargo, no todo ha sido un camino de rosas, y lo ilustra con una anécdota que vivió siendo muy jovencita: “Desde niña, mi sueño era poder ir a Madrid para estudiar danza clásica, aunque mi objetivo de vida siempre fue el Royal Ballet de Londres. Era lo típico que comentas con tus compañeras de colegio o de baile, o cuando íbamos al parque y hablábamos con chicos y chicas mayores. Al llegar a una cierta edad, me di cuenta de que para poder cumplir ese sueño tenía que ahorrar. Así que busqué un empleo y encontré uno de limpiadora y camarera en un hotel de Graus, donde estuve un año trabajando. En una ocasión, un fin de semana volví a Jaca y un chico, delante de todo el mundo, intentó ridiculizarme preguntando en alto qué tal iba mi carrera de bailarina en Madrid. Pero luego añadió con sarcasmo: ‘Ah, no, perdona, que te dedicas a limpiar baños en Graus’. A lo que yo contesté, creo que de manera muy madura, que estaba muy orgullosa de trabajar para poder ahorrar y cumplir mi sueño. En mi interior estaba muy orgullosa de la persona trabajadora y ahorradora que era. Nunca he vivido por encima de mis posibilidades sólo por aparentar. Hoy, echando la vista atrás, y aunque mi economía sea muy diferente, sigo siendo la misma. Nunca me he avergonzado de las labores que he desarrollado en mi vida porque sabía que era el camino para llegar a cumplir mis sueños y crecer como persona”.

Georgina ha cumplido muchos de esos sueños que anhelaba: “Siempre me vi con una familia numerosa como la que tengo, rodeada de los míos y trabajando. La verdad es que mis treinta están siendo realmente increíbles y no puedo pedirle más a la vida”. Aunque hay cosas que aún le cuesta entender, “como las injusticias con las que me topo en el camino o personas malas que intentan hacer daño y a las que les molesta que brilles y seas una persona que prospera. Estoy orgullosa de cómo he conseguido cumplir algunos sueños con mucho esfuerzo y dedicación desde pequeña y otros muchos que ni hubiera imaginado, pero manteniéndome siempre en mi camino como una buena madre y novia y una persona exitosa. Así que sólo puedo dar gracias a Dios por la vida tan maravillosa que tengo”.

El aprendizaje, según Gio, es otra máxima vital. Ella lo descubrió en su origen humilde, pero alentada gracias a la danza: “El ballet clásico me enseñó a trabajar duro. La disciplina y la constancia han forjado mi carácter de manera muy positiva”. Y de su pareja, Cristiano, destaca el esfuerzo y la dedicación: “Él ha sido un niño coraje que ha sabido forjarse un vida llena de logros y éxitos, pero que han venido gracias a una vida disciplinada, con muchos sacrificios y una mentalidad luchadora. Valores que está inculcando a los niños”, añade.

Por último, ella explica cómo hace para transmitir a sus hijos el valor de las cosas pequeñas. Georgina se remonta a su infancia: “A menudo intento recrear momentos sencillos en los que yo era súper feliz: cuando mi madre nos llevaba a comprar un helado a la gasolinera después de cenar, o cuando paseábamos mirando las estrellas por la noche. Esos planes inesperados que me hacían tanta ilusión se los he inculcado a mis hijos. Claro que puedo tener el congelador de casa lleno de los mejores helados… pero cuando los llevo por sorpresa a comprarlos, les encanta”.

Créditos
Realización Pan Creative Studio
Estilismo María Vernetta
Maquillaje Fer Martínez
Peluquería Serpiente
Agencia Talent Angels Project
Asistente de foto Efrén Serrano
Asistente de Estilismo Irene Cano

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