Ilia se compró su primera bicicleta con 15 años y cuenta que lo hizo con el dinero que le adelantó su jefe por poner hamacas y retirarlas cada día en una playa de Alicante. El Matador, como se le conoce ya mundialmente, por aquel entonces era un adolescente flaco que pedaleaba cuatro veces la distancia desde su casa del barrio de San Vicente, para ganar un pequeño sueldo que luego invertía en sus clases en el gimnasio. “Por eso siempre digo que puede más el que quiere que el que tiene”, dice con sorna.
El primer contacto de Ilia Topuria (Halle, Alemania, 1997) con los deportes de combate tiene lugar en la escuela, donde comienza a practicar lucha grecorromana con su hermano Alex. En 2003, sus padres, de origen georgiano, regresan a su país natal, donde está muy implantada la cultura de la lucha gracias a una modalidad ancestral de arte marcial denominada chidaoba. Unos años después la familia se traslada a Alicante en busca de un futuro mejor para sus hijos y allí descubren el jiu jitsu, el judo, el boxeo y, al fin, las artes marciales mixtas.
· · · Su historia personal y deportiva se podría resumir en una palabra: superación. Ha sido así desde sus orígenes familiares en un país en guerra, la búsqueda de una vida mejor en Alemania y España, hasta coronar su trayectoria obteniendo el cinturón de campeón del mundo en peso pluma de la Ultimate Fighting Championship (UFC), la mayor organización de artes marciales mixtas del mundo. El pasado mes de febrero hizo historia tras vencer por KO a Alexander Volkanovski, un título que Topuria, invicto hasta la fecha, quiere revalidar el próximo 26 de octubre en Abu Dhabi, fecha en la que se enfrentará en el octógono al hawaiano Max Holloway. Esta cita atraerá las miradas de una afición cada día más extensa.
El Matador, como se le conoce ya mundialmente, ha roto el estigma de los deportes de combate, posicionando las artes marciales mixtas y la UFC en el mapa en España. Y, en apenas dos años, ha pasado de ser un desconocido para la mayoría, a uno de los deportistas más admirados de los últimos tiempos.
“Lo más importante para mí no es lo que consigo, sino en qué me convierto cuando invierto mi tiempo en algo y qué aprendizaje saco de ello”, explica el luchador sobre sus negocios.
Para dar cuenta de ello, el próximo 19 de septiembre se estrenará en cines el documental Topuria: Matador, producido por Señor Mono, con participación suya, además de Movistar Plus+ (que próximamente lo emitirá en la plataforma), y distribuido por Filmax. Este proyecto le ilusiona especialmente. En la rueda de prensa de presentación, el luchador adelantó que en la película se le va a poder conocer en muchas facetas. “En la de El Matador, pero también como padre, como hijo, como hermano… Este proyecto también me permitió conocerme a mí mismo mejor, porque me veía en situaciones en las que no suelo verme de forma natural. Es una película sin filtros: quien nada teme nada tiene que esconder. Espero que la gente se pueda inspirar y motivar de esta enseñanza de vida”.
· · · “Mi sueño siempre fue ser el mejor luchador del mundo”, recuerda Ilia. Y ese objetivo fue su palanca. “No tenía otra opción, yo no disponía de medios”, explica sobre sus modestos orígenes. “Soy hijo de dos personas que han intentado darnos siempre lo mejor. Mis padres han sido mi referente porque, aunque no contaran con muchos recursos, eran un ejemplo de superación, y daba igual en qué circunstancia nos colocara la vida. Lo mejor que nos dieron fue una armonía familiar y un cariño que no cambiaría por nada en este mundo”.
La lucha, para este amante de la lectura, no está exenta de poesía: “Cuando mi hermano y yo empezamos, había cierto rechazo por esos estereotipos de que los luchadores tienden a ser bajitos, no muy guapos y no muy inteligentes. Y en casa la idea les echaba un poco para atrás. Le contamos eso a nuestro entrenador y un día que nos tocaba trotar por la ciudad, nos dijo: ‘¿Véis el asfalto?’. Entre las grietas florecían unas hierbas que señaló diciendo: ‘Lo que tiene que crecer, crece”.
Y vaya si creció. No sin dificultades: “En casa, de niños, al que se le daba bien la competición era a mi hermano. Él siempre ganaba mientras yo quedaba tercero o perdía… Era flaquito, mocoso. Por eso, cuando me veían triste, me decían que por qué no me dedicaba a otra cosa. Pero no desistí, creí en mis posibilidades. Y lo más importante, el gimnasio era donde se me pasaban las horas volando y sin darme cuenta, lo que realmente quería era estar entretenido, estar feliz”. Asimismo confiesa que esa vocación la tuvo clara desde muy temprano: “Yo pensaba: ‘Si él lo ha podido hacer, yo también puedo hacerlo. Y si nadie lo ha hecho antes, pues también podría ser el primero en conseguirlo’. Lo importante es tener fe en que puedes hacerlo, hacer uso de las herramientas a tu alcance y luego la vida te va dando señales de hacia dónde tienes que tirar”.
«Si un día se me presenta otra cosa que me haga más feliz, cambiaré. Pero ahora estoy aprovechando el talento que Dios me dio. Este es mi momento»
· · · Para cualquier deportista de élite –y él sin duda lo es–, el tiempo funciona como una cuenta atrás permanente. Aunque tiene 27 años y mucho futuro por delante, Ilia sabe que su carrera, a lo sumo, puede llegar hasta que cumpla los 40. “Yo sigo divirtiéndome, pero el día que se me presente otra cosa que me haga más feliz que esto, no dudaré en cambiar. Pero ahora estoy aprovechando el talento que Dios me dio. Este es mi momento”, advierte.
Eso no quita para que su visión de los negocios se haya ido sofisticando con el tiempo. Topuria ha creado su propia empresa, pero también invierte en otras, es embajador de marcas y ultima detalles de un proyecto de gimnasio de referencia de artes marciales mixtas que se llamará OMI, que en georgiano significa ‘guerra’. “Uno tiene que guerrear consigo mismo a diario; nos da pereza hacer muchísimas cosas, no siempre te apetece ir a tu trabajo, a hacer un recado… pero cuando la motivación desaparece, llega la disciplina. Eso me recuerda una frase que me marcó: ‘La pereza viaja tan despacio que la pobreza no tarda en alcanzarla’. Por eso el consejo que siempre doy a los que vienen es que creen buenos hábitos para que, cuando no tengan la motivación, puedan seguir adelante y cumpliendo con sus propósitos”.
Además, está trabajando en la creación de una fundación propia para ayudar a niños en la práctica de su disciplina: “A mí me gustaría aportar algo a la sociedad, compartir los conocimientos que he ido adquiriendo a lo largo del camino y alentar a las nuevas generaciones. Porque si no, ¿qué sentido tiene?”.
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Créditos
Realización Pan Creative Studio
Estilismo María Vernetta
Maquillaje y peluquería María Limón
Agencia Another Artist Agency
Asistente de foto Efrén Serrano
Asistente de Estilismo Irene Cano