La llegada del milenio trajo a la vida del periodista y escritor madrileño (y cocreador del recordado dúo Gomaespuma) una nueva realidad familiar. “Mi mujer es de EE UU y tenemos tres hijos. Tras varias idas y venidas nos pareció una buena idea terminar de establecernos aquí, en Rhinebeck, un pueblo a unas cien millas de Manhattan”. En lugar de mirar atrás, nos explica, decidió embarcase en ese viaje apasionante que supone empezar desde cero, sin la fama de por medio que sustentaba en España, en otro idioma y con una metodología distinta de trabajo.
A sus 62 años, Fesser ha adoptado una rutina diaria sin agenda fija y ‘atrapada’ a ambos lados del océano. “Cuando vives tanto tiempo fuera ya no te sientes de un lugar ni del otro”, reflexiona. La metáfora literaria emerge en su discurso a la hora de calificar la forma de trabajar en ambos países. “Creo que España cada vez se parece más a Don Quijote; es la tierra de las ideas brillantes, de la improvisación, de la capacidad de sacar adelante algo en poco tiempo. EE UU, en cambio, es más Sancho Panza, el que planifica y produce al final”.
Junto a su labor periodística para El intermedio en La Sexta, Fesser desarrolla una actividad creativa para guiones de ficción (está inmerso en un proyecyo para una serie con la directora Ángeles González-Sinde). Marcelo (Contraluz Editorial, 2022) es el último libro.
Secretos para ser más productivo
Inicio mi jornada a las 8 A.M.
Lo primero que hago por las mañana es desayunar y enseguida me pongo delante del ordenador. Si tengo esa noche El Intermedio reviso el contenido pendiente; en caso contrario, retomo otros proyectos como la escritura de un guion, una novela.
Mi mejor hora para la inspiración es el momento en que estoy a punto de dormir o cuando empiezo a despertarte. En la frontera entre el sueño y la realidad se mezclan cosas insospechadas.
No tengo una hora específica para responder al mail o al WhatsApp, depende de la urgencia del mensaje. Eso sí, lo que nunca hago es coger el teléfono a la primera.
Reivindico perder el tiempo con los compañeros frente a una máquina de café. Te hace estar más alegre, se te ocurren ideas brillantes y pones más pasión en tu trabajo.
¿Cómo desconectar? Vivir apartado me brinda cosas antes impensables como tener un huerto, pasear por la montaña, cazar o pescar. Es lo más parecido a la felicidad.