El pasado año fue uno de los tres años más cálidos de la historia y la cuestión climática ha sido objeto de todo tipo de anuncios: de las elecciones estadounidenses a los planes de estímulo europeos, pasando por los compromisos de neutralidad en carbono de las principales compañías petroleras. Todos esos anuncios tienen un objetivo común: alentar al conjunto de la sociedad para que, de aquí a 2050, podamos vivir en un mundo en el que el aumento de la temperatura se mantenga por debajo de 2 °C. 

Ante este enorme desafío, todos tenemos un papel que desempeñar: empresas, ciudadanos, organizaciones no gubernamentales, etc. Por su parte, las finanzas deben ayudar y acelerar este esfuerzo colectivo, dirigiendo el capital de forma masiva y pragmática hacia las empresas que determinarán el mundo del mañana. Los retos que afrontamos son los siguientes:

Financiar a quienes ofrecen soluciones

Para alcanzar los objetivos del Acuerdo de París sobre el clima, pensamos lógicamente en la financiación de las empresas que ofrecen soluciones concretas a los problemas medioambientales. Estas soluciones pueden generar un impacto medioambiental directo, como la compañía francesa de energías renovables NEOEN, o indirecto, como DASSAULT SYSTEMES, cuyo software permite diseñar vehículos y edificios más eficientes. Los recientes planes de estímulo tras la Covid-19 apuestan por este eje de financiación, aportando capital a los sectores de la renovación energética, las energías verdes o la movilidad sostenible.

Financiar a los pioneros de todos los sectores 

¿Pero cómo hay que posicionarse antes empresas más tradicionales como las de los sectores hotelero, textil o bancario? En todos estos sectores, existen empresas ambiciosas y pioneras que han asumido compromisos climáticos importantes, para armonizar su modelo económico con un mundo a 1,5 °C. Identificables a menudo por su compromiso con Science Based Targets (iniciativa mundial que aúna a organismos públicos como la ONU, WWF, CDP…etc.), con la meta de dirigir «una acción climática ambiciosa» con objetivos basados en la ciencia), son ejemplo en sus sectores, donde tienen poder para cambiar las cosas. Para lograr este doble objetivo, necesitan apoyo y asistencia por parte de inversores comprometidos con ellas a largo plazo. 

Financiar a los olvidados de la transición

En la carrera por el clima, los inversores descartan a menudo a algunas empresas, como, por ejemplo, las de las energías fósiles. ¿Hay que excluirlas y dejarlas en manos de inversores quizá menos considerados? ¿O bien invertir en ellas e interactuar con ellas para acelerar su transición? He aquí el dilema de todo inversor responsable. 

La segunda opción empieza a demostrar su eficacia. Así, TOTAL ha revisado al alza sus compromisos climáticos tras los trabajos de Climate Action 100+ (Primera alianza de inversores mundiales que ha promovido compromisos de colaboración con los mayores emisores de gases de efecto invernadero del mundo, para animarles a reducir sus emisiones), una iniciativa de compromiso colaborativo con el objetivo de alentar a los mayores emisores de gases de efecto invernadero a reducir sus emisiones, así como bajo la influencia de la presentación de una resolución medioambiental por parte de algunos de sus accionistas en la última junta general del grupo. 

Si el objetivo es contribuir a la transición de la economía en su conjunto, ¿podemos ignorar a estas compañías? estamos convencidos de que podemos desempeñar un papel con estas empresas, ¡siempre y cuando estas asuman compromisos serios y honestos! Ante esta realidad y la urgencia de actuar, creemos que los fondos de impacto son una estrategia de inversión destinada a contribuir a la transición climática en Europa, al invertir en empresas responsables y comprometidas. Este tipo de fondos ofrece una respuesta pragmática e innovadora a los desafíos del cambio climático, al financiar perfiles de empresas, cuya madurez climática se evalúa y supervisa mediante una metodología propia. Esta metodología innovadora permite determinar la madurez climática de una empresa de acuerdo con tres pilares complementarios, que quiero destacar a continuación:

En primer lugar, el análisis de la gestión climática permite determinar hasta qué punto los desafíos climáticos son fundamentales para la estrategia y las preocupaciones de los directivos de la empresa. También se evalúan los compromisos climáticos para asegurarnos de la idoneidad y la altura de miras de la hoja de ruta de la empresa. 

Por último, hay que asegurarse de que la dinámica de cambio en la que se encuentra la empresa tiene en cuenta sus factores externos negativos, como, por ejemplo, la destrucción de empleo, para que la transición climática sea también una transición justa para el conjunto de la sociedad. Esta nueva solución de inversión promueve la diferencia y, en nuestro caso, creemos que nos sitúa en el marco de un ambicioso proyecto empresarial centrado en la consideración de los riesgos climáticos.

Coline Pavot, jefa de Investigación de Inversión Responsable de La Financière de l´Echiquier.
Coline Pavot, jefa de Investigación de Inversión Responsable de La Financière de l´Echiquier.

Coline Pavot, jefa de Investigación de Inversión Responsable de La Financière de l´Echiquier

Licenciada por la SKEMA Business School, con especialización en Desarrollo Sostenible, Coline Pavot atesoró amplia experiencia en este ámbito, sobre todo en microfinanzas. Empezó su carrera profesional en 2014 en BNP Paribas Wealth Management en calidad de especialista de productos de inversión responsable y pasó a ejercer como analista ISR en La Financière de l’Echiquier en febrero de 2017.Desde Marzo 2020, es responsable de la Investigación ASG.