Desde su lanzamiento en 2008 y 2020, Thomas Sørensen ha sido el Portfolio Manager de las estrategias de cambio climático y empoderamiento social de Nordea.
¿Por qué Nordea quiere posicionarse como un aliado clave en la sostenibilidad y la ESG?
Queremos generar retornos atractivos para nuestros inversores al tiempo que empujamos al mundo en la dirección correcta mediante soluciones sociales y sostenibles. Durante la pasada década, la mayoría de las inversiones ESG (Environmental, Social and Governance) han sido muy convencionales y se han centrando en la E, ofreciendo soluciones medioambientales. Según datos de los Principios de Inversión Responsable de las Naciones Unidas (UNPRI), un 61% de la inversión en fondos ESG entre 2017 y 2019 se basó en estrategias medioambientales, lo que implicó una apuesta clara por los temas climáticos y de medio ambiente. Sin embargo, la pandemia ha roto con la situación anterior y ha redirigido el foco de la inversión hacia la S, haciendo que el interés de los mercados y de las compañías ponga su atención en lo Social.
¿Es posible obtener beneficios atractivos con inversiones socialmente responsables?
Nosotros creemos que los próximos diez años van a ser muy diferentes de los diez últimos. Las oportunidades que estamos viendo nos van a mover en la dirección adecuada, pero tenemos que poner de nuestra parte. La gente joven está muy concienciada con el tema social, son conscientes de las injusticias que existen a su alrededor y les importa la salud y la justicia social. No podemos ignorar esta realidad porque los jóvenes de hoy serán los que crearán los negocios del futuro y por eso las compañías tienen que ofrecer soluciones sociales que impacten a gran escala en el mercado mundial. Para ello necesitamos inclusión y empoderamiento y por eso necesitamos promover y apoyar compañías que compartan esa visión.
¿Dónde podemos encontrar oportunidades de negocio?
Si analizamos los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la ONU, comprobaremos que el 64% se basan en el empoderamiento social y para conseguirlos se necesitarán entre 5 y 7 billones de dólares anuales con el nivel de inversión actual de 3 billones de dólares. Esto deja una brecha de inversión de 2-3 billones de dólares, que representa una oportunidad de negocio para empresas que ofrezcan soluciones y servicios que aborden los problemas sociales del momento que nos ha tocado vivir. La estrategia que hemos diseñado con Nordea 1 tiene un sesgo hacia compañías de tamaño medio y más de la mitad del índice MSCI World se centra en sectores con una estrategia de inversión basada en el empoderamiento social. Las tres principales áreas estratégicas son los bienes de primera necesidad, la inclusión y el empoderamiento.
¿Qué ha cambiado con la pandemia?
La pandemia ha subrayado la importancia cada vez mayor de las empresas que pueden generar beneficios no sólo para los accionistas, sino también para los empleados, clientes y proveedores. También ha puesto de manifiesto las oportunidades y riesgos asociados al factor S. Las empresas que brinden soluciones a los problemas Sociales urgentes se beneficiarán de esta tendencia y se sumarán al creciente universo de compañías que busca crear un impacto positivo en su entorno a la vez que genera valor para sus accionistas.
¿Cuál es el camino a seguir?
Puede que esto resulte un poco emocional, pero la política no es necesaria para mover el mundo en la dirección correcta. Lo hemos visto con las inversiones climáticas y lo estamos viendo con las compañías que ofrecen soluciones sociales. Desde una perspectiva económica necesitamos seguir un camino diferente al tradicional porque la gente se está empezando a dar cuenta de que las desigualdades ya no tienen cabida y que la cuerda no se puede estirar más. La pandemia ha subrayado y magnificado las cuestiones sociales y ése es nuestro foco de inversión en el largo plazo. Puede que ahora, con la llegada de Joe Biden a la Casa Blanca, Estados Unidos se centre más en la ecología y elija seguir una ruta más inclusiva. Pero ése no debería ser nuestro objetivo. La belleza de este desafío global es que no se centra sólo en un hombre que está en la Casa Blanca o en cualquier otro sitio. Esta idea es mucho más grande que todo eso y terminará materializándose porque la gente se está dando cuenta de que necesitamos crear un mundo para todos y no sólo para unos pocos, sin importar quién esté al frente del gobierno de cada país. Este concepto de economía social tiene cada vez más sentido y acabará sucediendo independientemente de que una persona o entidad suba o baje los impuestos o conceda ayudas a determinados sectores. Mi consejo para el futuro es que no basemos nuestras inversiones en cuestiones políticas, porque están condenadas al fracaso y no son sino especulación, y en estos momentos necesitamos ser más fuertes que todo eso y pensar en el largo plazo.