288.000 millones de dólares en un solo día. Eso es lo que ha ganado Microsoft en capitalización bursátil tras presentar sus resultados trimestrales. Se trata del mayor salto diario en la historia del mercado estadounidense, y todo gracias a una palabra que sigue reescribiendo las reglas en Wall Street: inteligencia artificial (IA).
Meta, por su parte, ha sumado otros 152.000 millones de dólares tras anunciar previsiones que han volado por encima del consenso de los analistas. Y Nvidia, con su maquinaria de chips para entrenamiento de modelos, ha seguido apuntalando su reinado como la empresa más valiosa del mundo con 4,37 billones de dólares de capitalización. El mercado no solo está premiando la IA, está coronando a los que ya la han convertido en ingresos concretos.
Los líderes vuelan solos
Durante años, los llamados “Siete Magníficos” han sido tratados como una unidad casi inseparable. Apple, Microsoft, Alphabet, Amazon, Meta, Nvidia y Tesla. El ETF de turno o el índice de referencia bastaba para subirse a esa ola. Hoy, esa narrativa ha empezado a resquebrajarse. Las diferencias internas ya no son solo cuestión de estilo o sector. Ahora importan el ritmo de adopción de IA, la visibilidad de ingresos y la capacidad de ejecutar en tiempo real.
Microsoft y Meta han demostrado que no hace falta reinventar la rueda, solo acelerar su giro con precisión. Nvidia, por su parte, sigue jugando en otra liga, impulsando todo el ecosistema desde el hardware.
Los datos no dejan lugar a dudas. Microsoft ha crecido un 30% en su unidad de nube Azure, lo que refleja la integración progresiva de IA en sus servicios empresariales. Con Copilot en Office, GitHub y Dynamics, ha logrado traducir herramientas conocidas en plataformas de facturación mejorada.
Esa transformación, que ha empezado a consolidarse, le ha permitido mantener su múltiplo bursátil sin que los inversores levanten una ceja. Al mismo tiempo, Meta ha aumentado su inversión de capital anual en 2.000 millones de dólares para reforzar su infraestructura de IA. Los resultados ya se perciben en la eficiencia publicitaria, donde la segmentación mejorada y el contenido personalizado están empujando los márgenes hacia niveles prepandémicos.
En el caso de Nvidia, el impacto ha sido aún más visible. Sus chips para centros de datos, esenciales para entrenar modelos de lenguaje, se han agotado antes incluso de llegar al mercado. El desequilibrio entre oferta y demanda no solo le ha otorgado poder de fijación de precios, sino que le ha garantizado un flujo de caja inédito. La compañía ha sido capaz de triplicar ingresos interanuales en su división de centros de datos, mientras mantiene un margen bruto superior al 70%. La rentabilidad acumulada de Nvidia ha alcanzado ya el 34% en lo que va de año en Bolsa.
Fuera del podio
La otra cara de la historia ha empezado a asomar con la misma claridad. Alphabet tiene el laboratorio, pero le cuesta salir al mercado. Apple sigue dependiendo del ciclo del iPhone, sin una narrativa clara de IA que sostenga su valoración. Tesla, atrapada en una carrera compleja por dominar la conducción autónoma, sufre una presión cada vez mayor sobre sus márgenes. Y Amazon, aunque mejor posicionado, aún no ha logrado que la IA impulse de forma determinante el conjunto de su negocio.
Con todo, los retornos en lo que va de 2025 han estado claramente liderados por los tres nombres que ya han monetizado la IA con más claridad. Microsoft, por ejemplo, acumula una subida del 28%. Meta se ha revalorizado un 33% en el mismo periodo.
La disociación se ha vuelto estructural. Y eso plantea una nueva forma de mirar al mercado. Parece que ya no basta con comprar el conjunto. El éxito dependerá de saber distinguir entre los que van por delante, los que intentan adaptarse y los que podrían quedarse atrás.
Las cifras respaldan esta lectura. Mientras Microsoft cotiza con un PER superior a 35 veces beneficios futuros, el mercado parece cómodo pagando ese precio siempre que los ingresos de IA sigan creciendo. Meta, que en 2022 tenía dudas sobre su estrategia, ha recuperado una trayectoria ascendente con un margen operativo que ya supera el 40%. Nvidia, por su parte, mantiene ratios extremos que hace dos años habrían parecido imposibles. Pero con un crecimiento anual de ingresos por encima del 100%, el mercado ha estado dispuesto a premiar esa rareza.
El mercado ya no premia solo la promesa, sino la ejecución visible. Y eso podría condicionar la evolución de los flujos hacia ETF sectoriales y fondos de tecnología. Los gestores activos podrían verse obligados a sobreponderar a los ganadores actuales si quieren mantener su rentabilidad relativa. Mientras tanto, quienes han confiado en un rebote generalizado de las grandes tecnológicas podrían encontrar una realidad distinta. Alphabet, por ejemplo, apenas ha avanzado un 2% en el año. Y Amazon, a pesar de su tamaño, solo acumula una ganancia del 6%.
Todo indica que la temporada de resultados podrá seguir moviendo el tablero. Las previsiones de gasto en IA, las guías de ingresos y los datos de margen serán las nuevas variables clave. Y a medida que la IA se convierta en una línea real del balance, los inversores seguirán afinando su puntería. Apple ha retrocedido un 16% desde enero. Tesla, en medio de dudas regulatorias, ha bajado más del 20%.
En esta nueva liga, Meta, Microsoft y Nvidia ya corren por su cuenta. Y no parecen tener intención de mirar atrás.
