Entrar por primera vez a Wall Street en sus días de gloria, antes de la digitalización, era una experiencia abrumadora y electrizante. Al cruzar las puertas de la Bolsa de Nueva York (New York Stock Exchange), lo primero que se percibía era el ruido ensordecedor: cientos de operadores gritaban órdenes de compra y venta, mientras hacían señales frenéticas con las manos para cerrar tratos.
A este agitado ambiente nos transporta la mítica película Wall Street (1987), protagonizada por un joven ambicioso llamado Bud Fox (Charlie Sheen) que intenta abrirse paso en el mundo de la inversión sin mucho éxito, hasta que conoce a Gordon Gekko (Michael Douglas), un magnate de las finanzas que personifica la avaricia y la falta de ética.
Para triunfar en Wall Street, los MBA en Harvard “no valen nada. Dame tipos que sean pobres, inteligentes, hambrientos, y sin escrúpulos”, explica el Sr. Gekko a su aprendiz. “Unas veces pierdes, otras ganas, pero sigues luchando… y si quieres un amigo, te compras un perro”, recalca un repeinado Michael Douglas. La sensación era de estar en medio de un torbellino de energía e información, donde solo los más rápidos y astutos sobrevivían en el implacable mundo de Wall Street. Hoy en día, entrar en el NYSE poco tiene que ver con entonces. La tecnología y la innovación financiera han transformado totalmente el panorama. Pero solo en apariencia.
La esencia se ha mantenido intacta. Todo ese mundo de frenesí se ha trasladado al espacio digital, con actividad 24/7 y los mismos dilemas de siempre. ¿Vale todo con tal de ganar? ¿El fin de maximizar el beneficio justifica los medios? ¿Qué lecciones podemos extraer de aquel mundo ajetreado que ahora convulsiona en formato digital?
1. Quien tiene información, tiene ventaja
“Lo más valioso del mundo es la información”, explica Gekko al inicio de la trama. Se trata de la primera gran lección de este clásico del cine. “El mundo anda por ahí dando palos de ciego, yo no. Toda batalla es ganada antes de ser librada”.
Por muchas décadas que pasen, y por mucha innovación tecnológica que se aplique al mundo de la inversión, esa es una verdad universal a la que merece prestar atención.
Antes de entrar en un valor, no olvides que debes comprender el modelo de negocio, revisar sus fundamentales y conocer sus perspectivas de beneficios, su situación financiera, su posición frente a la competencia o sus planes de expansión, entre otra información de interés.
El filme dirigido por Oliver Stone es una de las mejores recreaciones del uso y mal uso de la información privilegiada en el mercado y del poder que confiere a quien la posee.
2. No te pongas nervioso, eso nubla el cerebro
El cine ya aconsejaba en 1987 lo que los profesionales del trading y los corredores de bolsa repiten continuamente. Hay que mantener la calma y ser fiel a uno mismo en un mercado desenfrenado. Varios premios Nobel, como Robert Shiller, han demostrado que los mercados pueden estar dominados por emociones y narrativas colectivas, lo que puede llevar a burbujas y caídas, como hemos presenciado en numerosas ocasiones.
En la película, esta realidad queda patente en numerosas ocasiones. De hecho, las narrativas colectivas son una herramienta perfecta para Gekko y su camarada Fox, que cuentan con información privilegiada y pueden manipular al mercado. Sin embargo, la conducta de un inversor debe estar dirigida por sus propios análisis y estrategias, evitando dejarse llevar por la bipolaridad del mercado.
3. No es la suerte lo que crea fortuna, es la astucia
“¿Alguna vez te preguntaste por qué los gestores de fondos no pueden superar al S&P 500?”, pregunta Gekko al joven Bud Fox. “Porque son ovejas, y las ovejas acaban en el matadero”, concluye. A lo largo de toda la trama, el magnate que personifica Michael Douglas va regalando perlas de este tipo al espectador, que constituyen la brújula de cualquier inversor despierto.
Seguir al mercado no siempre es la mejor opción. De hecho, normalmente, lo que acaba rindiendo rentabilidad es ir a la contra, manteniendo la fidelidad a una estrategia propia y fundamentada. Todavía en un mundo de hombres, en el que el protagonista busca hacerse “rico para poder permitirse una mujer como Darien (Daryl Hannah)”, el largometraje pinta un Wall Street donde la manipulación, el engaño, la astucia y las estrategias más rebuscadas son el billete hacia el éxito financiero, dibujando una finísima línea entre astucia y juego sucio.
“La codicia es buena, la codicia funciona. La codicia aclara y captura la esencia del espíritu evolutivo. La codicia ha marcado el ascenso de la humanidad”, G. Gekko
4. ¿La codicia es buena? La codicia mueve el mundo
La película dejó una marca indeleble en la cultura popular, especialmente con la famosa frase de Gekko: “La avaricia es buena”. Esta frase se convirtió en un símbolo del capitalismo desenfrenado de los 80 y ha sido citada y referenciada en muchos contextos desde entonces. Wall Street también ayudó a definir la imagen del hombre de negocios despiadado y mostró los peligros de la falta de ética en los mercados financieros.
“La codicia es buena, la codicia funciona. La codicia aclara y captura la esencia del espíritu evolutivo. La codicia, en todas sus formas: la codicia por la vida, por el dinero, por el amor, por el conocimiento, ha marcado el ascenso de la humanidad”, afirma Gordon Gekko.
Más tarde recuerda que es el espíritu de acumulación el que mueve el mundo y que eso, para él, no es necesariamente negativo. “La cuestión es, damas y caballeros, que la codicia, a falta de una palabra mejor, es buena”, proclama Gekko ante la Junta de Accionistas de Teldar Paper, una empresa con pérdidas millonarias a la que hay que rescatar.
“En mi opinión”, explica Gekko, “o lo haces bien o te eliminan. En las últimas siete operaciones en las que he estado involucrado, hubo 2,5 millones de accionistas que obtuvieron un beneficio antes de impuestos de 12.000 millones de dólares. Gracias.
No soy un destructor de empresas. ¡Soy un liberador de ellas!”. El magnate clama contra la losa de la burocracia y los anquilosados equipos directivos que llevan a pérdidas las empresas, mientras gastan miles de dólares en sus caprichos. “Todo es cuestión de dinero, muchacho”, señala. “El resto es conversación”.
5. La especulación sigue siendo el motor de los mercados
Los mercados financieros siguen siendo hoy un lugar donde la búsqueda del beneficio rápido y sin restricciones puede llevar a comportamientos destructivos. Una realidad que hemos vivido en los fraudes, escándalos financieros o burbujas especulativas como la de Lehman Brothers.
La película recuerda que la especulación no crea riqueza. “Deja de buscar el dinero fácil y empieza a producir algo con tu vida. Crea, en lugar de vivir de las compras y ventas de los demás”, le pide su padre (Martin Sheen) a Bud Fox.
Gordon Gekko manipula los mercados y a las empresas para su beneficio personal. Aunque los métodos han cambiado y la tecnología ha evolucionado, la manipulación del mercado, como el uso de información privilegiada (insider trading), sigue siendo un problema presente. La película muestra cómo un individuo con suficiente poder y conocimientos puede influir en los precios de las acciones y el destino de las compañías.
Por ello, el respeto por las leyes financieras y la transparencia son esenciales. La lucha contra el insider trading y las prácticas fraudulentas continúa siendo una prioridad para algunas autoridades regulatorias, y es una responsabilidad ética de los inversores y las empresas.
Wall Street es una crítica al capitalismo de excesos y la avaricia sin límites que sigue plenamente vigente. Pero ya sabemos que solo el ser humano tropieza infinitas veces con la misma piedra. Sirva al menos esta y otras obras para dejar al descubierto el comportamiento de dudosa ética que dominaba los mercados financieros de entonces y explica con demasiada frecuencia los movimientos irracionales y las crisis de ahora.