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El peligro del bono de Estados Unidos al 5%: ¿Es este el fin de la fiesta en los mercados? 

Foto: EP

Si algo ha quedado claro en estos primeros días del año, es que los bonos son los protagonistas en los mercados financieros. El interés del bono estadounidense a 10 años se aproxima peligrosamente al 5%, un nivel que no sólo desafía las expectativas, sino que plantea riesgos significativos para las estrategias en renta fija y variable, algo que ya vivimos en 2022.

Para entender la magnitud del problema, necesitamos retroceder un poco. Hace un año, los mercados apostaban por hasta siete bajadas de tipos por parte de la Reserva Federal (Fed) en 2024. Sí, siete. La confianza en un rápido ajuste monetario hizo que los bonos pasaran del 5% al 3,75% generando beneficios para los inversores. Pero la realidad ha sido muy diferente: solo se produjeron tres recortes y el bono a 10 años cerró 2024 en el 4,6%. Esto provocó pérdidas del 9% en diciembre y del 5,5% en el año. 

La lección es clara: las previsiones pueden fallar y las políticas monetarias no siempre generan los efectos esperados. Ahora, en 2025, nos enfrentamos a un panorama similar, pero con un giro inesperado: el bono podría romper el nivel psicológico del 5%, algo que no se veía desde 2007, y que Vanguard ha calificado como una “zona de peligro”. ¿Por qué? Cuando su rentabilidad sube, como lo está haciendo ahora, afecta todo: desde hipotecas hasta el coste de endeudamiento de las empresas y, por supuesto, las valoraciones de las acciones.

Por otro lado, como apuntan desde Vontobel: «El bono a 10 años parece atractivo en términos de riesgo-recompensa, pero si los rendimientos siguen subiendo, podríamos ver una gran liquidación en el mercado de bonos.»

¿Qué está impulsando los rendimientos?

Los rendimientos de los bonos están subiendo y esto no es casualidad; detrás de este fenómeno hay factores claros que están marcando la dirección del mercado. En primer lugar, la inflación sigue siendo un factor determinante. Aunque ha bajado desde los picos más altos de los últimos años, el IPC se sitúa todavía en el 2,7% en noviembre, con una inflación subyacente en el 3,3%. Estos niveles, lejos del objetivo del 2% de la Fed, envían un mensaje contundente: los tipos de interés seguirán elevados por más tiempo del que los inversores esperaban. La Fed no parece dispuesta a ceder, y esa postura mantiene la presión sobre los bonos.

A esto se suma la política fiscal expansiva que está implementando la administración Trump. Rebajas fiscales, grandes proyectos de infraestructura y un aumento significativo en el gasto en defensa no son gratis. Estas medidas están impulsando el déficit público y obligan al Tesoro a emitir más deuda para financiar estos planes. Más bonos en el mercado significan mayor oferta, lo que empuja los precios a la baja y las rentabilidades al alza. Es un círculo que, aunque parece atractivo para algunos inversores, está añadiendo volatilidad al mercado.

Tampoco podemos ignorar el factor geopolítico, que está jugando su propia partida. Las tensiones comerciales con China, las elecciones en Europa y la incertidumbre global son ingredientes que incrementan la prima de riesgo de los bonos a largo plazo. Cada evento inesperado, cada giro político, añade un nivel de complejidad que los mercados están reflejando en las rentabilidades de los bonos. Es el costo de la incertidumbre global.

Divergencia entre Europa y Estados Unidos 

Además, se está haciendo cada vez más evidente una divergencia entre los bonos de Estados Unidos y los europeos. Mientras que en Europa el Banco Central Europeo sigue bajando tipos, lo que limita el alza en los rendimientos, en Estados Unidos las políticas fiscales y la fortaleza del dólar están manteniendo los rendimientos altos. Como señala Eric Bertrand de Ofi Invest AM, esta divergencia no solo refleja diferentes enfoques monetarios, sino que también abre oportunidades en activos como la deuda pública europea. Por ejemplo, el bund alemán ha pasado del 2,03% al 2,44% recientemente, un movimiento que está lejos de los niveles que vemos en el bono estadounidense, pero que podría ofrecer valor en términos relativos, especialmente frente a la volatilidad de Wall Street. 

Implicaciones para los mercados: renta fija y variable 

Todo esto tiene implicaciones directas tanto para la renta fija como para la renta variable. En el mercado de bonos, los rendimientos altos han golpeado los precios significativamente. Si los rendimientos del bono a 10 años superan el 5%, podríamos ver una ola de liquidaciones, incrementando aún más la volatilidad. Sin embargo, a largo plazo, este entorno podría ofrecer oportunidades interesantes para los inversores que sepan esperar. 

En el caso de la renta variable, el desafío es claro: los bonos están compitiendo directamente con las acciones. Sectores como la tecnología o el consumo discrecional, que dependen de valoraciones altas y financiación barata, podrían sentir la presión de un entorno de tipos elevados. Por otro lado, sectores más defensivos como la energía o la banca podrían encontrar cierto refugio en medio de esta tormenta.

El riesgo de repetir un escenario como 2022

El recuerdo de 2022 sigue fresco. En ese año, tanto los bonos como las acciones sufrieron caídas simultáneas de casi el 20%, rompiendo la histórica correlación negativa que protegía a los inversores. Si los rendimientos del bono a 10 años superan el 5%, podríamos revivir este tipo de descorrelación, afectando especialmente a los sectores más sensibles.

Actualmente, el S&P 500 tiene un retorno esperado del 4,11%, basado en una relación precio-beneficio de 25 veces. Si el bono supera ese retorno, podría desincentivar las inversiones en acciones, acentuando las caídas en la renta variable.