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Así es como la banca europea aguantará el tipo

En 2024, la fortaleza de los balances permitirá al sector bancario resistir el final del ajuste monetario del BCE.
Ilustración: Lisset Ledon

Los balances de los bancos europeos llegarán en plena forma al final de 2023, pero los expertos creen que será difícil igualar los resultados históricos de 2022. El sector vuelve a brillar después de una década figurando estructuralmente entre los menos favoritos de los inversores.

Lo sintetiza Amaury D’Orsay, responsable de Renta Fija de Amundi: “Mantenemos nuestra visión constructiva sobre el sector financiero de la eurozona gracias a su potencial de recuperación y la fuerte calidad de sus activos”.

“Los bancos europeos ahora son rentables, están bien capitalizados y presentan una alta generación de capital”, resumen desde Goldman Sachs. Aunque sus analistas matizan que la reciente recuperación está lejos de compensar los quince años previos de mal comportamiento bursátil; si bien ven potencial al considerar que ahora la banca es uno de los sectores “menos caros de Europa, a pesar de ofrecer uno de los perfiles de crecimiento más atractivos a futuro”. Calculan un PER medio (veces que se recoge el beneficio en el precio de la acción) de tan solo seis veces y un potencial alcista del 45% a doce meses vista para los 28 bancos europeos que cubren actualmente.

Además, prevén un rendimiento por dividendo medio del 7% (equivalente a 61.000 millones de euros en dividendos agregados) y un rendimiento medio del 4% en la recompra de acciones (equivalente a 33.000 millones de euros en términos agregados). Esperan cifras similares para 2024 y 2025, confirmando el buen momento de la banca europea incluso si hubiera “rebajas moderadas de los tipos”.

Números difíciles de igualar

El panorama macro apunta a que será difícil superar el hito del 2022: la mayor parte del ajuste monetario ya se ha producido y la economía empieza a dar los primeros signos de fatiga, manteniendo sobre la mesa la posibilidad de una recesión.

Miguel Raminhos, gestor del fondo EdR SICAV Financial Bonds, identifica varios signos de agotamiento, como la estabilización del euribor o el potencial para que las remuneraciones de los depósitos recuperen más terreno. Además, constata que “la calidad de los activos ha alcanzado un punto de inflexión”, en referencia a que se ha podido ver un aumento de la morosidad “muy manejable” de momento, aunque anticipa más impagos hasta 2024. También llama la atención sobre la aplicación de impuestos a los beneficios extraordinarios de la banca: “Parece una herramienta tentadora que la mayoría de los países están considerando actualmente”.

Para Raminhos, el principal riesgo que afrontará la banca el próximo año será “una recesión que provoque una rápida caída de los tipos, mientras que las provisiones aumentan debido al incremento de los impagos”, aunque insiste en que los bancos están bien provistos para afrontar un deterioro progresivo de la calidad de sus activos.

Desde Scope Ratings comparten una visión similar para el caso concreto de la banca española: “Los activos continuarán revalorizándose, pero el coste de los depósitos está empezando a repuntar de una manera firme, aunque lenta. La nueva producción neta es y seguirá siendo escasa durante el resto del año, por lo que los ingresos por intereses no aumentarán”, explica Chiara Romano, directora asociada de Instituciones Financieras. Romano añade que los bancos españoles siguen presentando una de las betas de los depósitos más bajas de Europa, y que “el sistema sigue presentando un exceso de liquidez”, limitando la competencia entre bancos.

Atentos al BCE

Dada la íntima relación entre el modelo bancario y la política monetaria, determinar qué pasos dará el BCE será fundamental para leer el futuro de la banca europea. En líneas generales, el consenso prevé que el BCE tratará de mantener el nivel de los tipos de interés elevado durante algún tiempo antes de empezar con un nuevo ciclo de rebajas, imitando a la Reserva Federal.

Desde Bank of America anticipan que la primera rebaja en los tipos de interés en la eurozona se produciría a partir de junio de 2024, con un recorte al trimestre para el resto del año y durante 2025, aunque aclaran que esta predicción está sujeta a la evolución de la inflación.

Desde la entidad matizan que, además de al BCE, también será necesario vigilar la evolución del gas y la aplicación de normas fiscales en la eurozona. En el primer caso, muestran su preocupación por que “el suministro energético sigue siendo frágil, una razón clave por la que hemos debatido que la recuperación económica podría no ser muy fuerte”. En cuanto a la fiscalidad, alertan: “Si no se alcanza un acuerdo (o con un acuerdo malo), un exceso de ajuste monetario se podría convertir en el escenario base”.

Desde Bank of America anticipan un giro restrictivo después de los estímulos fiscales aplicados a raíz de la pandemia que “podría ser suficiente para desencadenar una recesión moderada”. Los expertos de la entidad temen que se repita la situación vivida en la década de 2010: “Con la política monetaria ya en niveles muy restrictivos y con la expectativa de que se mantenga así en el futuro próximo, y una demanda agregada extremadamente débil, estamos a una decisión de política fiscal de repetir viejos errores”, alertan.

Desde AXA IM David Page, responsable de análisis macro se fija en la resistencia de la inflación subyacente en la eurozona, que se ha mantenido por encima de la general. Page habla de preocupación por el crecimiento de la productividad, “que a su vez man- tiene elevados los costes laborales unitarios” y destaca la prudencia que ha mostrado el BCE hasta ahora.

Page explica que –dada la lentitud de la economía y particularmente de la inflación a la hora de recoger el ajuste monetario (otra de las excepcionalidades de este ciclo)– en retrospectiva “es casi inevitable que se produzca cierto grado de endurecimiento excesivo”, lo que a su vez provocará un nuevo ciclo de relajación de los tipos de interés, con su consecuente impacto sobre la capacidad para hacer negocio de la banca. “Por lo que respecta a las economías desarrolladas, consideramos que se trata de una historia para el próximo año”. Page también sitúa la primera bajada de tipos del BCE para junio de 2024: “Es probable que la relajación sea suave en comparación con el endurecimiento y prevemos que continúe hasta 2025”, concluye.

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