La inteligencia artificial (IA) tiene cada vez mayor presencia en nuestra vida cotidiana. Está integrada en las búsquedas en Internet, en los coches eléctricos o en los asistentes de nuestros dispositivos, como Alexa y Siri y, ciertamente, es un objeto de gran debate. Todavía nos queda mucho que aprender acerca de ella, especialmente ante la cada vez mayor inmersión de la inteligencia artificial generativa (IAG) que es, básicamente, un tipo teórico de IA que posee habilidades cognitivas similares a las humanas, como la capacidad de aprender, razonar, resolver problemas y comunicarse utilizando el lenguaje natural. En pocas palabras, es una IA que puede pensar y aprender como lo hacen los humanos.
Tal y como avanza el sector de la IA, es el momento de preguntarse qué efecto tendrá la llegada de estas nuevas tendencias tecnológicas en la economía global y en el mundo financiero.
El interés general por la tecnología IAG ya ha hecho que las valoraciones se disparen y se espera que sigan creciendo. Un reciente estudio realizado por Statista prevé que el tamaño del mercado global de la IA pase de los 387.000 millones de dólares en 2022 a 1,4 billones de dólares en 2029, lo que significa una tasa de crecimiento anual compuesta del 20,1 % para este periodo.
Especialmente, el sector de las finanzas experimentará una transformación profunda tras la introducción de la IA, ya que esta industria se basa, principalmente, en procesos en los cuales se nutren de muchos datos. Esto no necesariamente significará la desaparición de puestos de trabajo, ya que, para la industria financiera, las relaciones humanas y la confianza generada en ellas son clave.
En la industria de gestión de activos, la IA parece que provocará cambios en la forma en la que los inversores se relacionarán con sus asesores financieros. Actualmente, a la hora de comparar entre distintos fondos, los inversores buscan información en Internet para cerciorarse de que el seleccionado será aquel que se adecue más a sus necesidades de inversión. Y, aunque también pueden contar con asesoramiento profesional que le acompañe en este proceso, la llegada de la IA parece que también formará parte de esta selección en el proceso de inversión, en un futuro no muy lejano.
Entre otros, la IA podrá permitir el desarrollo de herramientas que acompañen a cada cliente contar con una selección muy pormenorizada de las características que busca en un fondo y le ofrecerán una selección personalizada. No será necesario recopilar información, ya que esta llegará directamente a la persona interesada. En este punto, el valor añadido que se necesita proporcionar al cliente en términos de asesoramiento, calidad de la relación y confianza va a ser todavía más fundamental de lo que ya solía ser. Factores como la intuición o la capacidad de tener en cuenta tanto factores externos como eventos globales, cambios normativos o noticias inesperadas que puedan afectar a los mercados seguirán siendo relevantes. Un enfoque híbrido que combine los puntos fuertes de la IA con el juicio y experiencia desde un punto de vista humano podría ser llegar una nueva forma de gestionar una cartera de inversiones.
Como conclusión, es importante recalcar que el progreso de la IA es implacable y aparentemente inevitable. Los avances continuarán y, aunque puede que aún no estemos cerca de la imagen real de la IAG que ofrece ciencia ficción, la tecnología no deja de evolucionar y mejorar. Esto tiene consecuencias apasionantes para cualquier inversión y abre innumerables puertas que permiten a los inversores acceder a estas oportunidades a través de sus carteras.
*Karen Kharmandarian, Chairman & CIO de Thematics AM (gestora afiliada de Natixis AM)
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