El descalce de plazos de la banca. Hay un error de concepto muy extendido en el mainstream por el cual se cree que los bancos centrales son creadores de dinero e inflación. La realidad es que ni lo que se crea es dinero ni son los bancos centrales los responsables de ello.
La manera en cómo se crea dinero no existe, porque lo que se crea es deuda. El 95% de los intercambios que se producen en una economía son incompletos, esto es dar bienes presentes a cambio de prometer la devolución de una cantidad más una indemnización por coste de oportunidad marcada por el tipo de interés que pondrá precio al riesgo de la potencial promesa de pago.
El principal demandante de promesas de pago (el acreedor o institución que presta) es en última instancia el responsable de crear la deuda como medio de intercambio generalmente aceptado. Lo que conocemos como moneda fiat constituida y expandida por los bancos comerciales cuando crean depósitos en el activo de los clientes (deudores).
El tipo de interés marcará la relación existente entre los oferentes de promesas de pago (deudores) y demandantes de promesas de pago (acreedores). Si la desconfianza del que presta aumenta, exigirá una mayor indemnización por coste de oportunidad al crear el depósito bancario. Esta desconfianza a su vez dependerá de múltiples factores, pero el tipo de interés es el precio de intercambio entre oferentes de ahorro y demandantes de inversión a través de la confianza que se establece en el intercambio inter temporal.
Una vez definido los actores que participan en el intercambio y cómo lo hacen, podemos pasar a entender por qué esta curva de tipos de interés invertida es un poco especial.
¿Por qué esta no nos ha marcado como en otras ocasiones la recesión más anunciada de la historia? La curva de tipos americana muestra el tipo de interés al que se oferta el crédito y se demanda la inversión en los distintos plazos, normalmente medidos entre un mes y diez años.
Lo normal y atendiendo a la teoría de la preferencia temporal por la liquidez la cual enuncia, basándose en la acción humana, la predilección que tienen los agentes económicos por disponer de una renta cuanto antes mejor (es más valorable disponer de mil euros ahora que dentro de un año), es que esta curva tenga pendiente positiva y por tanto sea creciente.
Esto significaría que las rentas más lejanas son las que pagan mayor tipo de interés (menos valoradas) y las más próximas al presente menor tipo (más valoradas). Esto produciría un efecto compensación entre las distintas rentas en los diferentes plazos.
Pues bien, algunas veces nos encontramos con que esta curva no responde a un orden sensato de plazos compensado por tipos, aplanándose la curva o incluso invirtiéndose. Gráficamente, observaríamos una curva con menor pendiente (inversión curva), pendiente nula (flat o curva plana) o pendiente invertida (pendiente negativa), según los distintos grados. Una vez descrito cómo se desarrolla el suceso empírico vamos a intentar tratar de explicar porque se produce el fenómeno y porque su aparición produce cuando menos respeto y temor.
Si en una situación inicial de partida, un bono americano a diez años nos da una rentabilidad de un 2% para días después pagar un 1%, (estrechamiento de los spreads) la curva se está aplanando con respecto a los vencimientos próximos si estos no han variado en la misma proporción.
Cabe pensar, qué significan estas variaciones del tipo de interés, que no es el precio del dinero como una gran parte de la gente piensa, sino la situación de equilibrio entre oferentes de ahorro y demandantes de inversión, en otras palabras, el precio del crédito.
Por tanto, lo que nos preocupa a la hora de analizar por qué la curva de tipos se invierte es la evolución del crédito bancario es sus distintos plazos, para lo cual es imperativo determinar la parte del ciclo económico en la que nos encontramos. El crédito y la pendiente de la curva van a variar en función éste que, a su vez, dependerá de la cantidad de liquidez que haya en una economía y la impaciencia por la misma.
Algunas veces nos encontramos con que esta curva no responde a un orden sensato de plazos compensado por tipos, aplanándose la curva o incluso invirtiéndose. De este modo, el aplanamiento de la curva es propio del fin de ciclos expansivos y crisis donde se ha producido un evidente deterioro de la liquidez. Hay altas expectativas de crecimiento y todo el mundo quiere apuntarse al carro de la expansión lo cual hace que la demanda de crédito a corto plazo se dispare más que su oferta incrementada. En definitiva, el tipo de interés a corto plazo.
Digamos que hay unas expectativas exageradas de evolución de beneficios empresariales que nadie quiere perderse y surgen las denominadas burbujas financieras. Es tal la euforia existente que hasta los bancos quieren participar de la fiesta siendo, con frecuencia, los principales culpables de que se invierta la curva. Descalzan plazos, arbitrando entre los distintos vencimientos para obtener mayores beneficios.
Obviamente, tales excesos de inversión van provocando una degradación por la liquidez que acaba desembocando en otro ciclo económico denominado crisis y donde predomina la lucha por la liquidez.
Este es el escenario que todos esperamos, y que no termina de llegar.
*Gustavo Martínez, asesor financiero y profesor de finanzas de la Universidad Francisco Marroquín