Imagino que recordarán cuando un buque que se asemejaba a un rascacielos en horizontal, bajo el nombre de ‘Ever Given’, se encalló durante seis días en el canal de Suez. El resultado fue la parálisis del transporte marítimo mundial y la congelación de casi 10.000 millones de dólares de comercio al día.
Sus efectos fueron devastadores para la crisis de suministros que ya estaba instalada en la economía mundial a consecuencia de la pandemia y no hizo más que acentuar la inflación que sufría el planeta entero.
Pongámonos en situación. Un incidente local en aguas egipcias que tuvo un alcance global. En un mundo tan hiperconectado como el que vivimos este tipo de sucesos son la tónica habitual. También en la dirección inversa.
Es decir, todo aquello que decide Jerome Powell, presidente de la Reserva Federal de Estados Unidos, tiene un efecto directo en el dinero que recibe una abuela latinoamericana cuando recoge una transferencia de dinero que le ha enviado su nieta desde España.
A principios del mes de febrero la Fed moderó la subida de tipos incrementándolos en 0,25 puntos básicos. Tras cuatro aumentos consecutivos a lo largo de 2022, la Reserva Federal de los Estados Unidos optó por suavizar su estrategia de reducir la inflación al 2%. Para hacernos una idea de lo que pretendían, en total en el último año, esta institución ha elevado el precio del dinero en 450 puntos básicos.
Mientras tanto, en la zona euro se ha seguido a rebufo de lo que sucedía en Estados Unidos. Ya está confirmado por la propia Christine Lagarde que el Banco Central Europeo subirá los tipos en medio punto.
Como consecuencia, el dinero es más caro que hace un año, especialmente el dólar. Esta devaluación del euro y otras divisas frente al dólar se traduce, volviendo a nuestro ejemplo, en que nuestra abuela de Latinoamérica acaba recibiendo menos dinero. Para entenderlo, hay que comprender cómo funciona el sistema de envío internacional de dinero. Volviendo a nuestra entrañable abuela, cuando su nieta, desde España, le envía el dinero en euros que ha conseguido ahorrar, estos se cambian a dólares y luego los dólares se convierten a la moneda local de su país. Es decir, necesita mucho más dinero en euros que antes para que ahora le llegue la cantidad que desea.
Un proceso de transacciones, cambios de monedas y comisiones – en la mayoría de los casos por encima de los estándares marcados por las Naciones Unidas. Este es uno de los mejores ejemplos de cómo una decisión macroeconómica acaba afectando en el día a día de cientos de familias que tienen en esos envíos de dinero su principal fuente de ingresos.
Por añadir aún más cifras, según el Banco Central de la República Dominicana, el país recibió cerca de 10.0000 millones de dólares en remesas en 2022. Si nos fijamos en los principales países emisores de estas transferencias de dinero, comprobamos que en primer lugar se encuentra Estados Unidos con un 83,3% y en segundo lugar está España con un 6,6%.
La influencia de las subidas de los tipos de interés se comprueba cuando comparamos el comportamiento de las remesas de un año para otro. Si en este caso ponemos el foco en 2021, la misma institución bancaria afirmó que las remesas recibidas superaron los 10.400 millones de dólares. De ellos, el 83,9% provenía de los Estados Unidos, mientras que España -otra vez en segundo lugar- supuso el 7% de las remesas enviadas.
¿Cuál es la razón? El mismo banco lo plantea así en el informe que publicó a principios de este año: “Con un valor menor relativo al dólar, se necesitan más euros para cubrir las mismas necesidades, por lo que es de esperar que los envíos de remesas en esa moneda aumenten, lo cual ha permitido un mayor aumento en el flujo recibido. De hecho, las remesas originadas desde dicha zona se mantuvieron en un nivel similar aumentando en euros un 0,1%, a pesar de que, convertidas en dólares estadounidenses, se refleja un 10.5% de descenso en su valor”.
Ante esta situación, especialmente en determinados países donde las remesas tienen un enorme peso en la economía local, cabe preguntarse el papel social de las compañías e instituciones. Pese a que Naciones Unidas ha instado a tener un tipo máximo de interés del 3% por el envío de dinero, la media del sector es muy superior y en algunos países, generalmente los más pobres, estas comisiones pueden alcanzar el 20%.
Sucesos como el problema en el canal de Suez o la decisión de la subida de tipos de los principales bancos centrales están a la orden del día. Es clave que tanto compañías como instituciones tengan en cuenta el impacto de estos hechos en la vida diaria de las personas que viven en países en vías de desarrollo. De nada sirve tener un modelo rentable si después la realidad es que sus clientes pierden dinero o no son capaces de hacer llegar todo el que quisieran a sus familiares.
Es evidente que una compañía nace con la misión de ganar dinero, cuanto más mejor. Sin embargo, como inmigrante no puedo dejar de pensar en el papel social de las empresas. Una compañía tiene que facilitar y mejorar la vida de sus usuarios y ahora, con la inflación y la subida de tipos, es un momento idóneo para que el sector de las remesas demuestre de qué lado está.
*Jesús Javier Guevara Monjes, CEO de Aura Pay.