Invertir va más allá de la bolsa y los bonos. A algunos inversores otras alternativas les parecen extrañas, pero las posibilidades están ahí. Un claro ejemplo se observa con las materias primas o también conocidas como commodities: han tenido durante mucho tiempo el favor del mercado, pero recientemente han disfrutado de una buena racha, igualando con creces las rentabilidades desde los índices bursátiles generales por primera vez en muchos años. La clave es si este año se reactivará el interés por esta clase de activo.
El incremento de la demanda de materias primas por parte de China, la disciplina de la oferta en el sector petrolero y el compromiso de los gobiernos de mantener el apoyo fiscal a la economía parecen ser factores importantes para pensar que los productos básicos pudieran despegar de nuevo. Así, al menos, lo ven los expertos.
La pregunta de si nos encontramos en las primeras fases de otro superciclo de la commodities y rendimientos de estos productos básicos se ha convertido en un debate clave. “Cada vez un mayor de inversores ven varias similitudes estructurales entre los primeros años de la década de 2020 y los primeros de la década de 2000, la última vez que las materias primas iniciaron un largo y poderoso ascenso hasta alcanzar precios récord”, expone JP Morgan en un reciente informe.
“En la actualidad, como en aquel instante, se ha asistido a una importante infrainversión en el suministro de materias primas, con una caída del capex en los sectores del petróleo y el gas y la minería mundial de alrededor del 40% desde 2011”, dicen el banco estadounidense. A principios de la década de 2000, China representaba una importante fuente de aceleración de la demanda de materias primas.
“Hoy, podríamos estar a punto de embarcarnos en un periodo sin precedentes de inversión coordinada de capital mundial para facilitar la transición energética. El cambio hacia fuentes de energía limpias y vehículos eléctricos puede provocar una aceleración de la demanda de materias primas clave”, argumenta Jefferies en una nota destinada a sus inversores institucionales.
No obstante, existen algunas diferencias de gran importancia. Actualmente, resulta posible que la atención prestada al cambio climático limite la inversión en combustibles fósiles incluso cuando suban los precios, lo que podría crear un shock histórico en la oferta. “Además, el aumento de la tensión geopolítica está dando paso a un periodo en el que la resistencia de la cadena de suministro y el almacenamiento estratégico podrían reforzar la demanda, desde la agricultura hasta los metales”, comenta JP Morgan.
El gran abaratamiento
Las valoraciones de las materias primas podrían estar baratas. No sólo en relación con otros activos como la renta variable, sino también en comparación con la historia. Son unos productos que, además, cuando obtienen mejores resultados, a menudo lo hacen por un amplio margen.
“Los periodos anteriores de buenos resultados se han visto favorecidos por determinadas condiciones. Por ejemplo, a principios de la década de 2000 se produjo el auge de China tras un periodo de escasa inversión debido al mercado bajista de los años noventa”, comentan los expertos de Atlantic Capital. Estas condiciones fértiles podrían estar dándose de nuevo.
A medida que avanzamos hacia un mundo post-Covid, los gobiernos de todo el mundo están promulgando una combinación de políticas fiscales y monetarias que serán mucho más positivas para las materias primas.
Las presiones inflacionistas
Respondiendo a la crisis financiera mundial de 2008, los principales bancos centrales del mundo trataron de rescatar las economías con la política poco ortodoxa de expansión cuantitativa (QE). A pesar de que esta política hizo que los activos financieros superaran a los reales durante la última década, fue muy negativa y deflacionista para las materias primas. Sin embargo, la era de la QE pura y dura ha llegado a su final.
En el último ejercicio, los principales bancos centrales de todo el mundo han respondido a la pandemia del Covid-19 con una combinación de políticas monetarias y fiscales no convencionales. La velocidad y el tamaño de estos paquetes no han tenido precedentes. A diferencia de 2008, se ha llevado a cabo una expansión fiscal de varios billones de dólares, incluido dinero helicóptero directo a hogares y empresas.
Algunos países están registrando déficits fiscales superiores al 15% del PIB, algo que no se veía desde tiempos de guerra. En el contexto de sus actuales cargas de deuda, esto hace más atractiva la política inflacionista. La combinación coordinada de una política fiscal y monetaria agresiva significa que la inflación está en camino. Y esto es beneficioso para los precios de las materias primas.
La clave de la demanda
La transición energética va a provocar una fuerte aceleración de la demanda de metales en los próximos años, a medida que el mundo comience a pasarse a los vehículos eléctricos y a fuentes de energía más renovables.
Otras materias primas también experimentarán un rápido repunte en los próximos años. También es probable que aumente la demanda de materias primas agrícolas, como el maíz, la soja y la carne de cerdo, impulsada en gran medida por China.
Las interrupciones de la cadena de suministro debidas a las restricciones a la exportación durante la crisis del Covid-19 también han llevado a varios países a poner en marcha planes a largo plazo para acumular reservas estratégicas de alimentos, trigo en particular, con el fin de reducir su dependencia de las importaciones.
El aumento de la demanda de China se debe a la falta de tierras cultivables del país y a su consiguiente incapacidad para ampliar su sector agrícola. El aumento de la demanda de estos productos, sobre todo de carne de cerdo, también está impulsado por la creciente clase media urbana de China.