No hay dos sin tres. O por lo menos, no en mi casa. Cuando tenía cinco años y medio mis padres decidieron aumentar la familia, y la gran sorpresa fue que ese aumento fue más grande de lo esperado… vinieron trillizos, lo que provocó que tuviera más libertad y una mayor autonomía e independencia a la habitual de un niño de mi edad, algo que influyó en mi personalidad y en mi perfil profesional e inversor. Empecé a trabajar en banca de inversión nada más acabar la carrera. Tanto los estudios como mi primer trabajo los escogí un poco por inercia. Seguía la línea marcada por las influencias de mi entorno.
Después de unos años de enorme crecimiento, me di cuenta de que estaba viviendo una vida que realmente no había elegido. Tras una profunda reflexión, decidí dar un giro radical, y una vez me reconecté a mí mismo, empecé a redibujar mi camino.
Era 2010 y fundé Bluemove, compañía de carsharing en España, cuando nadie había oído hablar de ello. Este tipo de startup tecnológica, no era tan habitual como ahora y el ecosistema emprendedor estaba en una fase muy incipiente. Comprendí rápidamente lo difícil que es la vida del emprendedor y el papel tan importante que juegan la fortaleza mental, la constancia, la tenacidad, la humildad y tus hábitos diarios para sobrevivir. También entendí lo relevante que es la suerte, que solo aparece cuando la buscas.
Un ejemplo que ilustra la importancia de contar con estas características es el covid, ¿quién se iba a imaginar que un negocio con demanda recurrente y segura iba a, de un día para otro, tener que cerrar y no poder facturar ni un euro durante meses? Esta presión va pasando factura y provoca que, con el paso de los años, te plantees opciones que te permitan capitalizar el valor creado y consolidar un poco tu seguridad económica.
Tras seis años como emprendedor, tuvimos la oportunidad de vender exitosamente la compañía a Europcar y poder sentar un poco la cabeza. Fue entonces cuando me planteé qué hacer con este capital y cómo invertirlo. Desarrollé una estrategia basada en un criterio de diversificación geográfica y por sectores. El objetivo era –y es– tener una estructura que me permita mantener cierta liquidez, ciertos intereses en empresas que generarán caja todos los meses, e implicarme en la ejecución de ciertos proyectos tecnológicos con alto potencial y donde sienta que puedo aportar un valor diferencial. Esa diversificación me permite vivir el día a día más tranquilo y poder enfocar bien mis energías hacia conseguir lo que me propongo a la par que degusto el camino lo máximo posible. De esta manera, al mismo tiempo creo un anillo de seguridad que supla la incertidumbre que sentimos cuando emprendemos.
No obstante, a esta estrategia le faltaba algo: un emprendedor nunca deja de serlo. Mis ganas de contribuir a mejorar la sociedad me llevaron a iniciar un nuevo proyecto: gibobs allbanks. Ahí decidí enfocar la mayor parte de mi tiempo y esfuerzo. Desde esta compañía buscamos ayudar a las personas a entender y cuidar de su salud financiera al tiempo que les empoderamos para que puedan acceder a financiación con las mejores condiciones, como las hipotecas. Todo un reto, pero con una gran recompensa. Los que me leéis sabéis el déficit de educación financiera que hay en este país. Es necesario que nos empoderemos y seamos conscientes de la importancia de cada decisión financiera que tomamos. Con mi experiencia, y desde gibobs allbanks, creo que pue- do aportar mi granito de arena.
*Jorge González-Iglesias es cofundador y CEO de gibobs allbanks.