Son más de las 8 de la tarde. Acabo de aterrizar en Miami y con los primeros indicios del jet lag quiero amoldarme al horario de Estados Unidos con la mayor prontitud posible. Ya saben, siempre dicen que cuanto antes se ajuste al horario del país de destino, menos penurias se pasarán. El objetivo es llegar al hotel, cenar y acostarme. En ese orden. Pero también, prepararme para ver de primera mano la situación económica de Estados Unidos y, en especial, cómo han evolucionado sus precios.
Pronto llega la sorpresa. De 6 a 8 euros. Ese es el precio medio de una cerveza en el país norteamericano. Pero eso no es más que una anécdota. “Me tengo que cambiar ahora de casa porque mi casero la necesita… Pago 800 dólares y ahora no encuentras nada por menos de 2.000”, denuncia un conductor de Uber que me transportó desde South Beach hasta los coloridos murales del barrio de Wynwood. “Todo se ha puesto muy caro, tenemos miedo de lo que puede venir en invierno”, comenta un camarero venezolano, contrariado con la situación de los precios.
La inflación está minando a la principal economía del mundo. Es algo que se palpa y se siente. La subida de los tipos de interés por parte de la Reserva Federal ha marcado un antes y un después. El enfoque de mayor tensión en el plano monetario ya se hace notar. La meta es acabar con las presiones inflacionarias que, parece, van a durar un tiempo. También, en las economías europeas, como Alemania, Francia, España o Italia.
Durante las últimas tres décadas se han combinado dos fuerzas gigantes que han provocado una contención de la inflación: tecnología y globalización. La primera seguirá siendo algo de lo que disfrutaremos durante mucho tiempo, pero la globalización empezó a cambiar con la guerra comercial entre Estados Unidos y China en 2018, se complicó aún más con la pandemia en 2020, y se ha deteriorado sin remedio a raíz de la guerra en Ucrania.
“El mundo se mueve hacia un proteccionismo multilateral y por ese motivo creo que será muy difícil que volvamos a los niveles de inflación tan bajos que hemos registrado durante las últimas dos décadas”, explica Pablo Gil, estratega jefe de XTB.
Las previsiones de inflación de los economistas sugieren que la inflación seguirá siendo elevada durante el 2023 y en el mediano plazo, situándose por encima del objetivo del 2%. “La principal lección del año pasado es que predecir la inflación se ha vuelto una tarea cada vez más difícil, y si bien esperamos que la inflación sea más alta de lo habitual en el futuro, estamos convencidos que ella será altamente volátil”, describe Ana Otalvaro, Portfolio Manager Fixed Income de AXA Investment Managers.
Isamel Santiago, doctor en finanzas de la Universidad de Sevilla, coincide en el pronóstico: “quedan meses de encarecimiento continuado del coste de la vida, con créditos más caros e inevitable impacto en la actividad, el desempleo y la desigualdad; con los bancos centrales decididos a sacrificar el crecimiento con tal de frenar la inflación, el riesgo de crisis está más vivo que nunca”.
El origen de todo
La clave está en conocer cuál es el germen de este despegue de precios tanto en Estados Unidos como en Europa. Edgar Fernández, asesor de Tercio Capital, expone que en el caso de España se han conjugado cinco factores que explican por qué la inflación ha alcanzado cotas realmente espectaculares.
El primero, el incremento del gasto público en 2020 hasta el 53,1% del PIB frente al 46,5% en 2019 en la Unión Europea. “Los estados incrementaron el gasto para compensar en par- te la bajada de la actividad privada, pero este gasto se produjo en una situación de estrés de inventarios (las empresas no producían o bien por incertidumbre o bien porque no podían por las restricciones)”, cuenta Fernández.
Otro catalizador para el alza de los precios habría sido la recuperación masiva del consumo con la retirada de las restricciones que tensionó todavía más la oferta de bienes y servicios. Empresas que redujeron inventarios, incapaces de satisfacer la fuerte demanda y con problemas de suministro de componentes y transporte.
El mundo se mueve hacia un proteccionismo multilateral y por ello será difícil regresar a niveles bajos de inflación
La rotura de la cadena de suministro, igualmente, es otra de las grandes motivaciones. Como analiza Fernández, la parada súbita del comercio internacional como consecuencia de las restricciones del Covid, provocó que el transporte, sobre todo marítimo, entrara en colapso cuando se recuperó el consumo. “Los barcos pasaron de estar parados a tener que moverse todos a la vez, provocando atascos en los puertos y retrasos en los envíos”, expone.
A ello habría que agregarle la falta de inversión en materias primas. Y no únicamente. Igualmente, el incremento masivo de la masa monetaria habría servido como la última chispa para que las presiones inflacionarias permanezcan. “En la última década, el Banco Central Europeo ha aumentado mucho la masa monetaria, pero el incremento fue todavía más exagerado en 2020 y 2021”, analiza el asesor de Tercio Capital.
Una situación que ha llevado a que la inflación alcance cotas muy altas en España y, en general, en la Eurozona. “El incremento de precios es fruto de excesos, de problemas de oferta y capacidad productiva frente a una demanda que se disparó fruto, en una gran parte, de los estímulos tanto monetarios como fiscales”, sentencia Fernández.
La protección del inversor
Entendiendo el entorno, el siguiente paso es saber qué puede hacer el inversor para evitar que sus ahorros se vayan por el desagüe. Cé- sar González, director financiero en Avanza Previsión, expone que en este entorno hay que ser rigurosos como ahorradores: “se trata de convertir esta situación de alza de tipos e inflación en oportunidades, de manera que el incremento de la inflación llegue a ser una fuente de rentabilidad para el inversor”.
En opinión de Richard Dunbar, director de Análisis en abrdn, una de las razones por las que se invierte es para proteger los ahorros contra los efectos de la inflación a largo plazo.
“Sin embargo, como hemos visto este año –en el que la mayoría de las clases de activos han tenido un rendimiento inferior al del efectivo y la inflación–, a corto plazo esto puede ser difícil”.
“La mayor ventaja para muchos inversores particulares, es el tiempo; los mercados alcistas siguen naturalmente a los mercados bajistas, y son, en promedio, casi cuatro veces más largos y grandes”, señala Ben Laidler, estratega de mercados globales de la plataforma de inversión en multiactivos eToro, sobre las posibilidades de movilizar el dinero ahora pensando en el largo alcance.
¿Cuáles serían los activos en los que focalizarse? Según Gil, los únicos refugios que han funcionado bien hasta la fecha son el mercado inmobiliario, que sigue registrando revalorizaciones mes a mes, pero que podría verse negativamente afectado en el futuro si el coste del dinero sube mucho más; y el sector de las materias primas, que dependerá en buena parte de la evolución de la guerra en Ucrania.
Algo que coincide con la visión de Erick Muller, responsable de producto y estrategia de inversión de la gestora Muzinich & Co: “la protección financiera es restablecer tipos reales positivos e ingresos por dividendos reales positivos”. “La bolsa tiene cierto potencial de recuperación si la inflación disminuye en 2023 y la recesión solo es leve”, valora en el mismo sentido Alexander Dominicus, gestor de los fondos MainFirst Top European Ideas y MainFirst Germany.
Lo más inteligente para los próximos meses pasa por una cartera diversificada. Menor riesgo, más éxito
Lo que parece obvio es que la bolsa será una opción, tal y como relatan los expertos, pensando en el largo plazo. “Es muy probable que la renta variable supere a la inflación a largo plazo”, asevera Karsten Junius, economista jefe de J. Safra Sarasin SAM. Eso sí, Mabrouk Chetouane, responsable de estrategia de Natixis IM Solutions, explica que para entrar en los mercados de acciones habrá que estar pendiente de la Fed. “Hay que identificar hasta cuándo subirán tipos los bancos centrales”, advierte.
No obstante, Eoin Murray, responsable de inversión de Federated Hermes Limited, va más allá: “las acciones han tenido problemas tanto antes como durante las recesiones, con una volatilidad significativa, pero se han recuperado relativamente rápido en el período posterior a la recesión”. “La bolsa debería proteger el valor real de la inversión si el ciclo económico sigue creciendo y afecta positivamente a los beneficios”, ahonda en la misma línea Salvatore Bruno, CIO en Generali In- vestments Partners.
Christophe Braun, director de inversión en Capital Group, enumera, incluso, nombres propios. “Nos podemos enfocar en empresas que prestan servicios esenciales, como los gigantes de la sanidad Pfizer, UnitedHealth Group y Abbot Laboratories”, analiza. “También, en aquellas con productos de calidad, como Tesla, o las que permiten reducir los costes o poder de fijación de precios, como es el caso de TSMC y ASML”, profundiza.
Mientras, para la parte de la cartera que no se invierte en activos reales, tiene sentido diversificar la exposición nominal fuera de la moneda nacional. Así lo recomienda Laurent Denize, Co-CIO global de Oddo BHF AM: “ofrece protección contra el riesgo de cola al- cista de la inflación europea”.
El radar de los bonos
¿Y en renta fija? Jaime Raga, responsable de Relación con Clientes de UBS AM Iberia, dice que la prima de riesgo de la renta variable, es decir, la rentabilidad esperada de los beneficios a plazo del índice MSCI All Country World menos la rentabilidad del bono del Tesoro estadounidense a 10 años, muestra que las acciones “están caras en relación con los bonos”.
Con este contexto, François Rimeu, estratega senior en La Française AM considera al respecto que hay algunas razones para ser optimistas con respecto a los bonos a medio plazo. “Si nos fijamos en los PMI, podemos notar que la presión al alza de los precios está disminuyendo en la mayoría de los países”, afirma. “Otra razón para ser optimistas reside en los precios de las materias primas”, agrega.
Para Olivier de Berranger, director de inversiones y director de gestión de activos de La Financière de l’Echiquier la gran desaceleración o recesión que podemos tener en los próximos trimestres podría dar “algunas oportunidades para comprar duración en bonos de calidad”. Mark Nash, responsable de Inversiones Alternativas de Renta Fija en Jupiter AM, por su parte, concreta sus mejores opciones: “soy más positivo en bonos locales seleccionados de mercados emergentes que cotizan cerca de los máximos de su rentabilidad del año”.
¿La conclusión? Parece clara. Cuidado con lo que viene. Parafraseando a Borja Fernández, director de cuentas de Schroders: “lo mejor para los próximos meses es una cartera diversificada”. Menor riesgo, será más éxito.