VICENTE, el precavido

Vicente tiene todos los conocimientos necesarios para lanzarse a inversiones arriesgadas y acertar. Podría apostar por startups de capitalización baja y con futuro brillante, conoce de primera mano las tendencias, las áreas de negocio de futuro, los servicios que serán más demandados y quiénes son las puntas de lanza.

Sabe todo esto porque es ingeniero de Telecomunicaciones y trabaja en una consultora desde hace años. Sin embargo, cuando se trata de invertir su dinero, a sus 44 años, Vicente prefiere que nada le quite el sueño. El 60% de sus inversiones están en propiedades inmuebles, de las que percibe una renta mensual que le ayuda a pagar la hipoteca y aún le deja algo de liquidez para las vacaciones de verano. Un 20% lo tiene en un depósito del banco, que le da una rentabilidad fija, y el resto lo ha colocado en un fondo de inversión de su entidad bancaria, que seguramente cobrará cuando vaya a jubilarse. Dice que no le gusta el riesgo y quizá por eso expertimenta poco: mueve sus ahorros a través de la plataforma de inversión de su banco. En los últimos años ha conseguido una rentibilidad moderada, pero segura.

ADELINA, la ahorradora

Adelina tiene 57 años y desde hace dos tacha en el calendario los días que le quedan para su jubilación. La esperanza de vida ha aumentado hasta el punto de que ahora una persona de 64 años es aún muy joven. Tiene muchos planes para cuando llegue el momento: quiere hacer un viaje largo con sus amigas, dedicar tiempo a cuidar de sus nietos y quizá comprar una pequeña propiedad en la playa a la que poder escaparse algún fin de semana largo con su marido. Mientras pone cafés en el bar del que es propietaria desde hace ya dos décadas, el depósito a plazo fijo del banco, en el que tiene el 80% de sus ahorros, genera una pequeña rentabilidad, que antes era suficiente para que no perdieran valor, pero que ahora se está comiendo la inflación. Más valor tiene su bar, pero prefiere no meterse en lo que no conoce, que aún recuerda cuando sus padres perdieron parte de sus ahorros en Forum Filatélico. El 20% restante lo tiene en su cuenta, es lo que ella llama su colchoncito, por lo que pueda pasar con el bar.

MARÍA, la criptoinversora

María tiene 23 años, es graduada en Empresariales y estudiante de máster universitario. Durante el confinamiento, tras el hundimiento de los activos con la declaración de la pandemia en marzo de 2020, desde la Bolsa hasta las criptomonedas, descubrió cómo invertir a través de perfiles tecnológicos y escuelas de cripto en las redes sociales. Los resultados fueron espectaculares durante todo 2020 y gran parte de 2021. Tiene el 90% de su portfolio en criptomonedas, principalmente en altcoins como Ethereum o Cardano. El 10% restante lo invierte en fondos indexados y acciones tecnológicas. Para ello, utiliza plataformas de inversión como eToro o Degiro y exchanges como Binance.

PEDRO, el activo

Pedro es abogado, tiene 37 años y pertenece a una nueva generación de inversores activos. Sabe que el dinero, si se queda quieto, se va diluyendo
con la inflación y los últimos datos del IPC le han dado la razón. Sabe que debe tomar un papel activo, y se ha preocupado por aprender a invertir y mantenerse informado. De ese interés por las inversiones ha aprendido que una cartera diversificada es crucial para protegerse en los periodos de crisis y garantizar una rentabilidad. Tiene el 50% de su cartera en activos inmobiliarios, el 27% en fondos de tecnología, que están expuestos en empresas prometedoras con un gran potencial en la transformación digital. Tiene el 15% en planes de pensiones, para aprovechar los residuales beneficios fiscales de este producto, y un 8% en criptomonedas. A Pedro le gusta experimentar, pero siempre con cabeza. Decidió arriesgar más tras el confinamiento, cuando los mercados aún estaban muy por debajo de su valor. Utiliza plataformas de inversión como Bitpanda o neobancos como Trade Republic.