El año que debía de ser de plena recuperación para el mundo tras los devastadores efectos de la pandemia, se presenta de nuevo lleno de grandes incertidumbres. Nuestro departamento de análisis de carteras Solutions acaba de realizar un barómetro entre los grandes inversores y la primera gran conclusión es la “falta de claridad” sobre el panorama para las grandes instituciones financieras. A desafíos de gran magnitud ya presentes, como es la inflación, el endurecimiento de las políticas monetarias, la fragilidad de la cadena de suministro o las variantes del covid se suma ahora una crisis geopolítica de una gravedad no vista en Europa en décadas. Sin embargo, no podemos olvidar que ninguno de estos shocks detiene o pone en pausa el que es el gran desafío para la humanidad a corto, medio y largo plazo: el cambio climático.

Una de las pocas noticias positivas que ha arrojado la pandemia es el despertar de la conciencia mundial a las graves consecuencias que está teniendo ya el cambio climático. En términos de inversión, esta necesidad de tomar acciones decididas ha desembocado en que la aplicación de criterios ESG (Environmental, Social and Governance) ha pasado de ser un relato marginal que defendíamos unos pocos a convertirse en el nuevo leivmotiv de la industria. Durante los años 2020 y 2021 quedó contrastado que invertir con criterios ESG no sólo no era más caro en términos de comisiones que los enfoques tradicionales, sino que proporcionaba una mejor rentabilidad ajustada al riesgo, aportaba descorrelación y diversificación y era, en definitiva, la apuesta ganadora en la construcción de carteras a largo plazo. El análisis del barómetro de nuestro equipo de Solutions arroja evidencias sobre este cambio de paradigma en la industria: en diciembre de 2018, el porcentaje de carteras institucionales y mayoristas europeas que integraba activamente los principios ESG era del 27%; tres años después, la integración activa de la ESG está presente en el 57% de las carteras.

Sin embargo, podemos considerar que 2022 será la verdadera prueba de fuego para la ESG. Las carteras basadas en criterios de sostenibilidad están naturalmente sesgadas hacia los sectores que fueron claros ganadores en los dos últimos años. La situación actual es justo la contraria. Los segmentos que obtienen las peores puntuaciones medias en términos de ESG son los que están exhibiendo claramente un mejor desempeño en los mercados de renta variable: metales preciosos, energías, utilities, recursos naturales… Mientras que aquellos tradicionalmente sobreponderados por criterios de sostenibilidad están en horas bajas, como es el caso del sector de real estate, el de comunicaciones o las tecnológicas. Se pone así a prueba la convicción de los inversores ESG.

Es por eso especialmente conveniente recordar que la construcción de unas carteras duraderas y que sean capaces de superar la prueba del paso del tiempo requiere de un enfoque sólido y de largo plazo. La experiencia del covid ha proporcionado enseñanzas muy valiosas a los inversores cuando surgen episodios de fuerte incertidumbre y volatilidad. Una de ellas: mantener la calma. Esa lección ha sido bien aprendida. Otras claves son algunas de las que siempre hemos defendido y cobran una especial relevancia hoy: una gestión activa de las carteras basada en la diversificación, descorrelación y fijar con claridad cuál es la tolerancia al riesgo de la cartera.

Puede que la convicción de los inversores ESG esté siendo puesta a prueba. Pero no sólo se da la circunstancia de que las recientes caídas generan un atractivo punto de entrada en términos de valoración; el hecho es que abordar el desafío del calentamiento global sigue siendo ineludible. La sostenibilidad no es una opción, es el único camino.

*Sophie del Campo, Head of Southern Europe & Latam Natixis Investment Managers.