La industria de los fondos de inversión goza de una excelente salud en España y sus perspectivas futuras son de un sólido crecimiento a pesar de los vientos de cara que se vislumbran a corto plazo.
El volumen de activos de los fondos de inversión en España aumentó un 15,7% en 2021, hasta los 317.545 millones de euros, según datos de la Asociación de Instituciones de Inversión Colectiva y Fondos de Pensiones (Inverco).
De hecho, en 28 de los últimos 32 trimestres, los fondos han recibido suscripciones netas positivas, lo que “demuestra la preferencia inversora del ahorrador nacional por los fondos de inversión”, asegura Inverco en una nota reciente con datos a 31 de diciembre de 2021.
“Hace mucho que en España el fondo de inversión es el producto de ahorro por excelencia, con el entorno de tipos tan bajos en el que nos adentramos hace ya tiempo”, explica Álvaro Fernández, codirector de Desarrollo de Negocio de Capital Group para Iberia.
Los clientes han ido asumiendo desde hace años que el fondo ofrece ventajas fiscales, una gestión profesional y permite diversificar la cartera y acceder a inversiones al igual que otros con patrimonios más altos. “Creo que en ese sentido las expectativas siguen siendo igual de buenas como producto de ahorro”, añade Fernández.
La consolidación de esta industria en España en los últimos años permite a algunos aventurarle un buen futuro. “Soy optimista respecto a la industria de fondos en España”, indica Nabil El-Asmar Delgado, Country Head de Vontobel para Iberia. “Mi optimismo se basa en el alto grado de penetración que han alcanzado tanto el fondo internacional como el fondo nacional en España”.
Y comenta: “Veo un grado de consolidación que me hace ser optimista y sigo pensando que va a ir a más, porque a través del vehículo fondo de inversión los inversores pueden tener acceso a cualquier tipo de activos o de temática. No se me ocurre qué puede pasar para que esta situación se pueda dar la vuelta”.
Al igual que sucede en el sector financiero, las gestoras de fondos están inmersas en una transformación digital que a la vez provoca mayor competencia y concentración, movidas por la necesidad de obtener cada vez más datos que ayuden en la gestión.
La irrupción de la gestión pasiva también ha supuesto un reto para los negocios de gestión activa en los últimos años, aunque la actual incertidumbre de los mercados puede favorecer a esta última.
Malos tiempos para la gestión pasiva
Estamos empezando a ver, con mercados más volátiles y bajistas, el lado oscuro o perjuicios de la gestión pasiva. Al final en mercados bajistas, la gestión pasiva te da básicamente las mismas caídas que los mercados y los índices y no hay manera de diversificar y, sobre todo, de proteger”, afirma Mario González codirector de Desarrollo de Negocio de Capital Group para Iberia. “Pensamos que una buena gestión activa”, asevera González, “sigue siendo diferenciadora para todo tipo de mercados y clientes, pero en especial en mercados como los de ahora, bajistas y volátiles”.
Dos fuerzas se contraponen en el corto y en el largo plazo. En el corto plazo, la industria debe capear un difícil entorno a causa de la aceleración de la inflación, la incertidumbre geopolítica y sus efectos en la política monetaria de los principales bancos centrales.
A largo plazo, no obstante, la pandemia y la concienciación para descarbonizar los negocios están provocando un repunte de la inversión sostenible, que se encuentra entre las de mayores tasas de crecimiento a nivel mundial, señala El-Asmar.
El contexto afecta también al modo de relacionarse gestores-clientes. El covid ha generado cambios en el servicio de las gestoras. En la parte positiva, los gestores pueden hacer reuniones de actualización con clientes que ya están invertidos a través de videollamadas y evitar viajes, a menudo desde el extranjero. “Al mismo tiempo, para la parte más de prospección, es decir, cuando los clientes todavía no están invertidos, les sigue gustando ver a los gestores personalmente”, sostiene El-Asmar.